El “loco” Trump, racista, intolerante y narcisista

A sus 71 años y entrado en los 72 que cumplirá el próximo 14 de junio, Donald Trump es el hombre más viejo en la historia estadounidense, en llegar a la Presidencia de los Estados Unidos, pero también el más frustrado y lleno de rencor hacia los seres humanos de piel negra y morena (“café”), de Africa, Honduras y Haití, a quienes considera proceden de “países de mierda” y por lo mismo no merecen vivir en la Unión Americana.

Otra de sus grandes frustraciones es haber nacido en un hospital que lleva el nombre de uno de esos países que odia y se ubica en el Caribe, el Jamaica Hospital Medical Center, de Nueva York.

De acuerdo con la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos, el actual Presidente norteamericano se ubica en el contexto de un desorden de personalidad narcisista, al caracterizarse por su persistente megalomanía (delirio de grandeza, fantasioso, presuntuoso, maniático, fatuo y egoísta), con la necesidad excesiva de ser admirado y falta de empatía.

El mandatario estadounidense evidencia una gran arrogancia, sentimientos de superioridad y conductas orientadas a la obtención del poder. Sufren de egos muy frágiles, no toleran las críticas y tienden a despreciar a los demás para así reafirmarse.

Según el Manual de Organización de Psiquiatras del vecino país del norte, quienes sufren este padecimiento se mantienen inmersos dentro de expectativas de que se reconozca su superioridad, recordando que algunos de los tiranos más sanguinarios de la historia, mostraron formas agudas de narcisismo, fijación de fantasías de poder, éxito, inteligencia y atractivo físico.

Percepción de ser único, superior y formar parte de grupos e instituciones de alto estatus, como lo manifiesta permanentemente el magnate inmobiliario habilitado de Presidente, quien siente la constante necesidad de admiración por parte de los demás, con la convicción de tener derecho de ser tratado de manera especial y con obediencia por los demás.

Identidad en la trayectoria empresarial de Trump, en su propensión a explotar a otros y aprovecharse de ellos para obtener beneficios personales e incapacidad de coincidir con los sentimientos, deseos y necesidades de quienes están en su entorno e inclinación a comportarse de manera pomposa y arrogante.

Donald Trump manifiesta muchos de estos síntomas, en su forma de ejercer el poder en la potencia número uno del planeta, por lo que un grupo de psiquiatras y psicólogos de los Estados Unidos cree que esta conducta lo inhabilita para ocupar uno de los cargos de mayor  responsabilidad en el mundo.

En un hecho sin precedente, enviaron en los meses pasados una carta al influyente periódico The New York Times, en la que advierten que “las palabras y las acciones del señor Trump demuestran una incapacidad para tolerar puntos de vista diferentes a los suyos, lo cual le lleva a reaccionar con rabia.

“Los individuos con estas características distorsionan la realidad para adaptarla a su estado psicológico, descalificando los hechos y a quienes los transmiten (periodistas y científicos). En un líder poderoso, estos ataques tenderán a aumentar, ya que el mito de su propia grandeza parecerá haberse confirmado. Creemos que la grave inestabilidad emocional evidenciada por los discursos y las acciones del señor Trump lo incapacitan para desempeñarse sin peligro como presidente”.

Posición que fue censurada por la Asociación Americana de Psiquiatría, bajo el argumento de que viola su Código de Etica, ya que no se puede diagnosticar a nadie a distancia, especialmente a una personalidad pública, pues debe ser una evaluación en persona.

Previendo esa situación del organismo gremial, los firmantes reconocen que “este silencio ha llevado a que no hayamos podido ofrecer nuestra experiencia a periodistas y miembros del Congreso preocupados por la situación en tan críticos momentos.

Una de las psiquiatras involucradas, Alexandra Rolde, externaría a la periodista del Times, Catherine Caruso: “Tememos que haya demasiado en juego para seguir callando. El propósito propio y el de sus colegas no era diagnosticar a Trump, sino enfatizar rasgos de su personalidad que les preocupan”.

Reconocería que si bien es cierto que no cree que se deba hacer un diagnóstico sin haber examinado al paciente, sí es apropiado hacer ver cómo la salud mental de una persona puede afectar a otros o limitar su capacidad para desempeñarse adecuadamente.

Mucho de verdad en el análisis de los especialistas norteamericanos acerca de la personalidad de Donald Trump, que desde que asumió el mando el pasado 20 de enero, ha mantenido una peligrosa confrontación belicista con el provocador líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, que en 2017 realizó diferentes pruebas de misiles, entre ellas con uno de alcance intercontinental, para demostrar un poderío nuclear, amenazando tener alcances hasta la Unión Americana.

Juego de palabras, en el que el jefe de la Casa Blanca amenazaría al dirigente comunista de lanar una ofensiva tal que destruiría su país, para cancelar sus amenazas.

Vendría el sábado 13 de enero, lo inesperado, al generarse a las ocho de la mañana en el territorio de Hawai, una alerta general vía televisión, radio y teléfonos celulares, en la que se advertía que un misil balístico se dirigía hacia ese territorio estadounidense de manera inminente, causando pánico y horror entre sus habitantes.

El mensaje era alarmante y contundente: “Amenaza de misil balístico dirigido a Hawai. Busque refugio inmediatamente. Esto no es un simulacro”.

Un anuncio que finalmente resultó falso, lo que obligaría a la Agencia de Emergencias de Hawai, de Defensa de Estados Unidos, el Pentágono y el Comando del Pacífico, a emitir una declaración en la que afirmaron “no haber detectado ninguna amenaza de misil balístico a Hawai”.   

“Error” del que hasta ahora nadie se ha hecho responsable en Washington e incluso el mismo Donald Trump, en medio de sus bravuconadas, se ha abstenido de comentar o especulara, acorde a su estilo.

Situación, sin embargo, que no sería pasada por alto por el Papa Francisco, quien después de despegar el avión de Alitalia que lo transportaría a Santiago de Chile, manifestaría a los periodistas que le acompañan en su gira que incluye a Perú, “estar asustado por el peligro de una guerra nuclear”, advirtiendo que “el mundo está al borde de un conflicto de este tipo”.

Recalcaría que “creo que estamos al borde. Realmente tengo miedo de algo así. Solamente se necesita un accidente para precipitar las cosas”.

Palabras expresadas dentro del protocolo de la diplomacia, en las que no ubicaría lo ocurrido en Hawai, como tampoco la confrontación Estados Unidos-Corea del Norte.

Mensaje cifrado dirigido a Trump, al entregar a cada uno de los comunicadores una fotografía tomada en 1945, después de los ataques a tres ciudades japonesas, con bombas nucleares de fabricación estadounidense, en la que se muestra a un niño llevando en sus espaldas a un hermano muerto, víctima de la agresión a Nagasaki.

Ahí explicaría el Sumo Pontífice la razón del obsequio: “me emocioné cuando vi la imagen. Lo único que pude pensar es en agregar las palabras, el fruto de la guerra. Quise que se imprimiera y fuera distribuida porque una imagen como ésta puede ser más movilizadora que mil palabras. Esa es la razón por la que quise compartirla con ustedes”.

La preocupación de Jorge Mario Bergoglio, ha sido permanente en sus casi cinco años de pontificado que se cumplen el próximo 13 de marzo, lo que le llevaría en noviembre pasado, a realizar en El Vaticano una Cumbre sobre las “Perspectivas para un mundo libre de armas nucleares y para el desarme integral”, con la asistencia de 11 Premios Nobel de la Paz y representantes de 20 países y expertos en la materia.

Evento en el que el Jefe de la Iglesia Católica Mundial, afirmaría que el uso de armas nucleares puede causar un nuevo holocausto capaz de exterminar a la raza humana.   

Discurso considerado como uno de los más dramáticos de su Pontificado, en el que expresaría su convicción de que los países no deberían tener arsenales, ni siquiera como método de disuasión.

Su denuncia reiterada en cuanto a que en el mundo hay un clima inestable de conflictividad en el que aparece cada vez más remota la perspectiva de un desarme integral. La humanidad vive una guerra mundial por parte y la situación no cesa de agravarse.

Referencia al choque político, discursivo y las amenazas mutuas entre los líderes de Estados Unidos y Corea del Norte, de exterminarse mutuamente con sus misiles atómicos, que ha creado un notable nerviosismo a nivel internacional en los últimos meses de 2017, precisando que El Vaticano que la iniciativa del Papa Francisco no representa el intento de abrir una mediación entre ambos países.

Preocupaciones del Papa que comprobado está, al Presidente de los Estados Unidos, que junto con Rusia poseen el 93 por ciento del arsenal nuclear del planeta, no interesan en lo más mínimo, por lo que se prevé la continuación de su estrategia de demostración y fortalecimiento del poderío de la Unión Americana, como la primera potencia del mundo.

Basta con observar los gestos y actitudes de Donald Trump, para constar que muchas cosas en él no están bien, sobre todo mentalmente, pero que en medio de la paranoia en que mantiene a sus seguidores, se perdonan o pasan por alto.

Respuesta a quienes a diario desde los medios de comunicación impresos, televisivos y cibernéticos que dan cabida a las redes sociales, señalan sus cada vez más frecuentes errores, al someterse a un año de su mandato, a exámenes para determinar su estado de salud física y mental, en el Hospital Militar Nacional de Walter Reed, en Washington que certificaría que tiene un “excelente estado de salud”, recomendándole bajar de peso, por estar en rango de obesidad con colesterol alto, para lo cual se

aconseja dieta baja de grasas y ejercicio.

En abierta respuesta a las críticas realizadas en su contra por especialistas en psiquiatría y psicología estadounidenses, el médico militar de la Casa Blanca, Ronny Jackson, aseveraría que “el Presidente de Estados Unidos Donald Trump, tiene una salud excelente y un estado mental muy agudo, muy bien conservado. Está en forma para ejercer su deber durante el resto de su mandato e incluso durante el resto de otro mandato si fuera reelegido de nuevo de nuevo en 2020”.

Habrá, según el reporte médico oficial, más bravuconerías y conductas racistas de quien no quiere aliados, sino vasallos en el mundo, por lo que México seguirá siendo su prioridad número uno, en estos propósitos de mayor sometimiento.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.