En memoria de Rubén Delgado López, uno de los grandes de la Ingeniería chiapaneca.

La antidemocracia mexicana

De vuelta, como cada seis años, en los tiempos electorales para elegir Presidente, en un país donde la democracia es simplemente simulación.

Emisión del voto como comparsa dirigida, sin más opciones que las que imponen las cúpulas de un poder, que envían a los ungidos que más convienen a sus intereses.

Democracia dirigida desde Los Pinos y no del PRI, en búsqueda de continuidad, que parece no bien elegida desde un principio, al reventar todos los caminos viables de la participación, del consenso de una militancia harta de todo, pero que ante la imposición no protesta, pero tampoco se suma en señal de inconformidad que amenaza con tener un costo muy alto para los deseos de permanencia.

El dedo que marca el camino, el rumbo en el que lo menos importa es la opinión, el consenso de quienes no están de acuerdo, porque todo está dispuesto por el que manda, en apego a la tradición de designar sucesor.

Las voces de la masa tricolor elevan volumen, pero pronto se callan frente a una indiferencia de liderazgo nacional que carece de la menor sensibilidad y hace caso omiso de todo lo que signifique rebeldía interna. No pasarán y no pasan, porque la ley del más fuerte se impone.

Rebelión y fuga al partido de moda, cambiando de camiseta, abandonando el barco ante la negativa de continuar en plan ascendente en careras políticas suplantadas por neopolíticos que no han hecho la talacha y están ya encaramados en candidaturas inmerecidas.

Antiguos militantes menores, de trinchera’, de la vieja guardia leal y disciplinada, siempre ansiosos de participar y ser tomados en cuenta, que  son arrinconados para ser suplantados en las posiciones de mando, por oportunistas inexpertos que creen saberlo todo, sin tener idea del quehacer proselitista, convencidos de que echando a perder se aprende.

Una clase dirigente nacional y sus filiales de todo el país, que se olvida que no es hora de experimentar, sino de aprovechar la vasta experiencia de quienes son herederos de una tradición que mantuvo el poder por 70 años, en cuya recta final de la esa primera etapa soltaría las riendas para dar margen al Partido Acción Nacional, de demostrar que tenía los tamaños para hacerlo.

No sería así, pues la oportunidad marcada por 12 años de panismo, no evidenció ningún cambio importante en la economía de la mayoría de una población, no solamente más empobrecida, sino víctima de una violencia de extremos que acumularía en su contra 100 mil muertos y decenas de miles de desaparecidos, como resultado de sacar en 2006, a los soldados de la Defensa Nacional y Marina, de sus cuarteles, para combatir a los cárteles de las drogas.

Hoy, cinco años de haber regresado al poder, los priístas, encabezados por su número Uno, el Presidente de la República, no han podido enmendar la plana y la guerra anti narco adquiere matices cada vez más angustiosos para la población, al ubicarse en medio del fuego de los buenos y de los malos.

La corrupción sería el tema favorito de las precampañas, que han dado paso a las campañas que culminarán días antes del domingo 1 de julio, en las que sin excepción, los tres contendientes José Antonio Meade Kuribreña (PRI-PVEM-PANAL), Andrés Manuel López Obrador (MORENA), y Ricardo Anaya Cortés (PAN-PRD y Movimiento Ciudadano), lo retoman para iniciar ataques más radicales, que debiliten el propósito personal de arribar a Los Pinos de 2018 a 2024.

Artillería dispuesta desde el bunker de la Procuraduría General de  la República, para sacar los trapos sucios del queretano y sus negocios multimillonarios con bienes inmobiliarios, en los que existe presunción de vínculos con el lavado de dinero dentro y fuera del país, que enojan al panista, pero de los que difícilmente se puede sacudir, perjudicando su imagen de combatiente de la corrupción en el gobierno federal y gobernadores del Revolucionario Institucional.

Con capacidad de maniobra y manipulación, Ricardo supo y pudo apoderarse de la postulación como aspirante al Poder Ejecutivo Federal, realizando una elección en la que él solo participó, en su condición de presidente del blanquiazul, como candidato. Unicamente su nombre y rostro aparecieron en la boleta.

Manejo mediático, en cuanto a que de los más de 281 mil militantes llamados a las urnas, acudieron 203 mil 705, según aseguraría el propio nominado por ese 72.4 por ciento del global, que acudió a la votación interna el 11 de febrero pasado, asegurando que ni Vicente Fox Quesada, como tampoco Felipe de Jesús Calderón, lograron un consenso semejante.

Astucia de Anaya Cortés, que lo mantiene aún en lo alto de la cumbre del poder partidista, a la que llegó para quedarse, desplazando a adversarios como la ex primera dama, Margarita Zavala, que optaría por la renuncia al blanquiazul, y avanzar a una candidatura independiente, que ya tiene en sus manos.

Desplazamiento del seno panista, del ex presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, en solidaridad con su esposa, arrastrando consigo a buen número de militantes, que no están de acuerdo en la forma en que Ricardo se hizo de la candidatura por la Presidencia, en la que tampoco está de acuerdo el ex mandatario Vicente Fox Quesada, el responsable de “echar de Los Pinos al PRI”, en el año 2000, con la ayuda de Washington.

División que cala y bastante en Acción Nacional, no únicamente de su base de fieles seguidores, sino de importantes militantes que han trascendido en cargos públicos, incluidos los de gobernador o del mismo liderazgo nacional.

Aún así, de acuerdo con los sondeos de opinión a nivel nacional, Ricardo Anaya Cortés se mantiene en la segunda posición de simpatías, detrás de Andrés Manuel López Obrador y por encima de José Antonio Meade Kuribreña.

Andrés Manuel lleva agua a su molino de la “honestidad valiente”, hoy cuestionada por la incorporación al partido de su propiedad, MORENA, de personajes de la política desprestigiados por su conducta deshonesta, al grado que ello le ha convertido en blanco donde hasta los apodos en su contra sobran como el de “ropavejero”.

Un López Obrador que está por tercera vez en la contienda por la Presidencia de la República, ahora con mayor acentuación de su conducta dictatorial de auto imposición, sin consulta a nadie más que a su ego que lo mantiene en las nubes de la soberbia.

El tabasqueño está ya fuera de sí y se siente un “iluminado” que habla con Dios y que según su discurso, le ha autorizado para decir públicamente a los mexicanos, que como “peje”, de ganar la elección de julio, decretara que no haya más corrupción, temblores, huracanes y tampoco pobreza en México.

Fiel a su condición de arregla todo, el tabasqueño se atreve a decirle a los blanquiazules, que cancelen la candidatura Ricardo Anaya Cortés, “porque está manchado por la corrupción”, y en su lugar pongan  al “maestro Diego Fernández de Cevallos, para que tengan posibilidad de salir adelante”.

Y en el mismo tenor, diría que aún es tiempo para que en el PRI cambien a su abanderado José Antonio Meade Kuribreña, para dar paso al ex secretario de Educación Pública y actual coordinador de su campaña, Aurelio Nuño Mayer, y estar en mejores condiciones de competir.

A un poco más cuatro meses de celebrarse los comicios, López Obrador, se siente Presidente y habla y ordena como tal, fomentando con esa actitud la conducta populachera que tanto le ha servido para mantenerse en el primer lugar de las encuestas de los tres postulados.

Pero al igual que Anaya Cortés, su candidatura es producto de más enjundioso egocentrismo e intolerancia, en el que nadie mejor que él era y sigue siendo, el idóneo para llevar la estafeta del neo instituto político, cuyo registro apenas fue otorgado en 2016, supuestamente para cambiar sus ambiciones personales, aunque sus patrocinadores oficiales, jamás se imaginaron que con su juguete nuevo, con presupuesto multimillonario proporcionado por el Instituto Nacional de Elecciones (INE), se convertiría en la plataforma que le hacía falta al macuspanense.

Compromisos sin sustento, en cuanto a que en su gobierno “no va a haber censura. No se le va a quitar el programa a ningún comunicador. Nunca  más lo que sucedió con José Gutiérrez Vivó o con Carmen Aristegui”, como si las empresas radiofónicas privadas, fuesen desde ahora de su propiedad y pueda disponer de ellas arbitrariamente.

Hombre pleno de contradicciones, como la de aceptar la participación en su coalición, del Partido Encuentro Social (PES), al que repudió y calificó de ultraderecha por su tendencia religiosa evangélica y ahora al ser electo como su candidato, propondría la creación de una “Constitución Moral y un Código de Moral, con la finalidad de hacer realidad una República Amorosa”.

Ideas que no se circunscriben en la realidad que vive el país, que por lo mismo quedan ahí para la lectura de la historia de las campañas políticas y sus promesas imposibles, al no apegarse al marco legal que rige al país, con leyes ante las cuales debería de haber compromisos por hacerlas cumplir y así entrar a un terreno práctico de beneficio social.

Ideas y confusiones que chocan entre sí, al insistir en combatir desde la Presidencia de la República, a “la mafia en el poder”, cuando López Obrador forma parte de ella, por sus estrechos vínculos con el hombre más rico de México y uno de los más acaudalados del mundo, Carlos Slim Helú, muy cercano al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, al que como jefe de Gobierno de la ciudad de México, otorgó en comodato los edificios más importantes del Centro Histórico.

No obstante los vínculos estrechos con lo que dice estar en desacuerdo y que contradicen su “honestidad valiente”, que cae por sí sola con los “moches” multimillonarios en los que participaron colaboradores muy cercanos, el manejo mediático de la imagen de Andrés

Manuel sigue creciendo, mientras el candidato del PRI Meade Kuribreña, continúa fiel a su estrategia errónea de criticar lo que dice “el peje”.

José Antonio Meade Kuribreña, está en tiempo de cambiar de esquema y dejar para los debates este tipo de confrontaciones y dedicarse a ganar la simpatía del priísmo nacional, que no lo siente como su candidato, por lo que está obligado a buscar los puentes que le acerquen a este gran conglomerado, que está esperando ser tomado en cuenta para participar plenamente.

Los jóvenes también aguardan las propuestas del abanderado tricolor, sobre todo las relativas al empleo y participación en las actividades productivas, que tanto urgen para sacar al país del bache de economía desfasada de la mayoría de los mexicanos, que contrasta radicalmente con la macro que tanto defienden empresarios y gobierno, y que únicamente favorece a una micro minoría que polariza la riqueza.  

Difícil tarea, la de convencer, para cualquiera de los tres aspirantes Presidenciales, sabiendo que no son resultado de un ejercicio democrático, sino de todo lo contrario.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.