El drama de los veteranos de guerra en EU

La poderosa industria de la guerra estadounidense, ha manipulado desde siempre a la clase gobernante, para el envío de millones de jóvenes norteamericanos a distintos frentes bélicos del mundo, donde se han convertido en carne de cañón, en aras de ser la primera potencia del mundo, que tiene hoy más de 900 mil veteranos de guerra discapacitados y sin indemnización, el mayor drama humano, que enfrenta el olvido, la pobreza y el suicidio.

Un costo muy alto para la nación que con sus tropas ha ejercido la labor de policía del mundo, “en defensa de las libertades, democracia y justicia”, y que en lo interno actualmente produce más suicidios de sobrevivientes de conflictos militares, que las muertes que han registrado en una jornada en Iraq y Afganistán, lo cual pone en entredicho las consecuencias reales de los hechos armados en la sociedad norteamericana.

Abandonados y sin hogar, más de 75 mil ex soldados, deambulan por todo el territorio de la Unión Americana. Todo un conglomerado de marginados sociales, la mayoría de ellos ex combatientes de la segunda guerra mundial, de la de Corea, la Guerra Fría, de Vietnam, las invasiones a Granada, Panamá, Líbano, Afganistán e Iraq, así como de las operaciones antidrogas en Colombia y otros países de Sudamérica.  

Se estima que por lo menos un 47 por ciento de este ejército de desadaptados y sin hogar, participó en el conflicto armado con Vietnam. Un escenario plagado de todo tipo de abusos, que incluye unas 19 mil mujeres militares que fueron víctimas de ataques sexuales por sus compañeros, que ahora en muchos casos sufren desórdenes mentales.

Estudios gubernamentales revelan que entre las discapacidades que sufren los ex elementos castrenses que expusieron su vida en diversas partes del planeta, están los trastornos de estrés y lesiones cerebrales traumáticas. El 45 por ciento padece enfermedades mentales y la mitad del total de los veteranos consume drogas.

Mientras un soldado norteamericano muere cada día y medio en Iraq o Afganistán, los ex combatientes se suicidan uno cada 80 minutos, sumando más de seis mil 500 anuales, cantidad superior a los muertos en Afganistán e Iraq, a partir de las invasiones de las tropas estadounidenses.

De los más de 75 mil ex militares que deambulan por las calles de la Unión Americana, porque carecen de un hogar, el 34 por ciento son afroamericanos y el 11 por ciento son de origen hispano y de ellos, más de la mitad viven a la intemperie en los estados de California, Texas, Nueva York y Florida.

Problema que tiende a crecer, al incrementarse el retorno de soldados de Iraq y Afganistán. Unos 11 mil 300 ex soldados menores de 30 años que han participado en ambos conflictos, se vieron en la necesidad de alojarse en albergues para personas sin techo, en 2009.

Registros del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano del gobierno norteamericano, precisan que los veteranos de guerra representan el 10 por ciento de los adultos de Estados Unidos y el 16 por ciento de las personas sin un alojamiento digno.

Seres humanos inmersos en situación de marginación oficial y de la misma sociedad que les aplaudió al partir y que a su regreso los mantiene en el olvido, aunado al antecedente de haber enfrentado el odio de los millones de habitantes de los países invadidos, al ser agraviados por el poderío militar de Estados Unidos, en los cinco continentes.

Historia del belicismo de Washington, que históricamente desde mediados del siglo XIX, los pueblos del mundo han visto impotentes la llegada de los ejércitos norteamericanos, como portadores de mensajes de muerte, destrucción, dominación y sometimiento.

Adoctrinamiento llevado a los extremos del fanatismo bélico en los jóvenes enrolados en las filas castrenses, motivándolos a luchar para hacer que Estados Unidos se mantenga como la primera potencia militar del mundo, que actualmente destina el equivalente al 40 por ciento del gasto armamentista del planeta.

Historial beligerante de Estados Unidos, que ha propiciado que en los últimos 235 años, ha llevado a cabo 16 guerras y protagonizado intervenciones e invasiones a lo largo y ancho del globo terráqueo, sin importar tanto a la industria armamentista como a sus gobiernos en turno, el haber enlutado millones de hogares, además de cientos de miles de heridos y discapacitados.  

Avanzadas militares, como ofrenda de sangre joven, de hombres y mujeres soldados, pertenecientes a minorías étnicas, de los sectores más pobres de la Unión Americana, en una combinación de fanatismos patrióticos o de ofrecimientos de ciudadanía americana, en caso de retornar vivos, aunque no siempre en condiciones de salud y físicas adecuadas, por lo que nunca más recibirían el reconocimiento ofrecido, para seguir en la miseria de la partida a lugares distantes.

Incumplimientos gubernamentales, que han llevado a los más jóvenes veteranos de guerra, a realizar manifestaciones de repudio al trato que han recibido después de regresar de los frentes de batalla en el extranjero, como ocurriría de manera preponderante el 25 de octubre de 2011, cuando el infante de Marina, Scott Olsen, de 24 años, combatiente en dos ocasiones en Iraq, de de 2006 a 2007, la primera, y la segunda de 2008 a 2009, se convertiría en el símbolo de la represión policial, en Oakland, al quedar en estado de coma, después de haber sido golpeado en la cabeza por una granada de gas lacrimógeno.

Después de haber vivido y sufrido los horrores de la guerra, en la que viven inmersos en un mundo de drogas de todo tipo, han generado no únicamente un movimiento de protesta por el abuso del poder militar en países vulnerables, sino también en contra de lo que consideran guerras absurdas que los políticos impulsan.

Asimismo, la expresión de su malestar por la forma en que son tratados al regresar a su país, de tal forma que en respuesta se han convertido en pacifistas que luchan por reintegrarse laboralmente a cabalidad en la sociedad, lo cual no ha sido posible, propiciando una tasa elevada de desempleo en este sector.

Cifras por demás desalentadoras entre este conglomerado social, que refieren que el 11.7 por ciento de los ex soldados que combatieron en Iraq y Afganistán, se encuentran sin trabajo, en comparación con el 8.6 por ciento de sus colegas civiles.

Problemática compleja, en la que destaca la situación de 500 mil veteranos de guerra adictos a las drogas que conllevan al suicidio. Un estudio de la organización internacional de derechos humanos (Human Rights Watch), revela que más de un millón de ex combatientes toman opiáceos de venta con receta para el dolor.

La investigación determinaría que el consumo de drogas y el alcohol, están fuertemente asociados con la indigencia predominante en este sector, así como las condiciones de salud mental, que afectan especialmente al 40 por ciento de los sobrevivientes de las guerras de Iraq y Afganistán. Ambos ingredientes están vinculados en uno de cada tres suicidios de los 22 que ocurren diariamente entre los veteranos.

Pero quienes más padecen la ingratitud del gobierno y en general de la sociedad estadounidense, son los veteranos de guerra de origen mexicano, que como premio a su heroísmo, una vez que han retornado con la esperanza de recibir la nacionalidad americana ofrecida, son deportados, cancelando toda posibilidad de la permanencia legal en la Unión Americana.

Es tal el menosprecio a su valentía en la defensa de los intereses estadounidenses, que en suelo norteamericano se desconoce su número e incluso, hasta el mismo Departamento de Asuntos de Veteranos, creada en México por los afectados, carece de la información de su existencia, por la falta de comunicación, aunque se sabe que las deportaciones han afectado a inmigrantes indocumentados de 39 países, que pelearon en busca de la nacionalidad norteamericana.

Han concluido que fueron utilizados como carne de cañón, al estar siempre en las primeras trincheras de combate, luego de haber sido reclutados sin ningún problema, no obstante su calidad de ilegal.

Relatos de los ex soldados mexicanos y de otros países, en los frentes de batalla en Iraq y Afganistán, que al regresar a los Estados Unidos, recibieron su “baja del Ejército con honores”, sin antes mediar una atención médica y sicológica por los traumas sufridos en un mundo de atrocidades en Medio Oriente y Asia, lo que a muchos llevaría y aún permanecen en crisis de depresión, alcoholismo, drogadicción e indigencia.

Estimaciones de que en enero de 2017 había en las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas estadounidenses, poco más de 10 mil 600 militares de origen hispano, además de casi 12 mil reservistas, todos sin cumplir con el requisito de la ciudadanía, esperanzados en la promesa oficial que se les otorgará después de salir a los distintos frentes de guerra en el extranjero.

Una vez expulsados de los Estados Unidos, se encuentran en su país de origen en condiciones socioeconómicas complejas, con el agravante de problemas como las adicciones que adquirieron durante su estancia en Iraq o Afganistán, donde de manera abierta se les entregaban en sus destacamentos, para que no le tuvieran miedo a las balas y a sus enemigos árabes.

Su deportación ha sido consecuencia de haber incurrido en delitos menores, que las autoridades de inmigración han aprovechado para echarlos de la Unión Americana, no obstante su condición de héroes de guerra, provocando la desintegración de sus familias que en gran número de casos se encuentran legales en el vecino país del norte.

Hay demasiado rencor hacia el presidente Donald Trump, que ha endurecido su política para expulsar a miles de veteranos indocumentados y así evitar mayores cargas financieras para su gobierno.

La tragedia de los veteranos de guerra no es nueva, es la misma de siempre, pero con diferentes matices, que hasta ahora no ha prosperado

en su demanda, dada la condición de situaciones de anormalidad en la forma de vivir de la mayoría de quienes integran este sector de la población, que al no ser reconocida por el grueso de la sociedad estadounidense, contradice su esquema patriotero, reforzado hasta la saciedad por el actual gobierno republicano.

Hoy, el viraje radical de los grande guerreros a pacifistas, que en el corto plazo encontrarán mejores aliados en los jóvenes, que después de las masacres de seres humanos a manos de desquiciados asesinos, empieza a manifestarse para tratar poner de poner un alto a la conducta belicista en la Unión Americana.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.