Heroína, la pesadilla estadounidense

Estados Unidos enfrenta hoy, la peor crisis de su historia por el consumo de drogas, especialmente los opiáceos. Las cifras de fallecidos a partir de 2014, en que se registraron 47 mil, son alarmantes ante su incremento irrefrenable. En 2015, aumentó a 52 mil 400, y en 2016 se elevó a 59 mil 700.

La heroína se ha convertido en la peor pesadilla de la Unión Americana. Una situación sin precedente, a la que se define como una epidemia que abrasa las ventas de la potencia número uno del planeta, que hasta ahora, con el presidente Donald Trump al mando, se muestra incapaz de frenar la importación ilegal, comercialización y crecimiento de la demanda de estupefacientes en gran escala.

Tan preocupante es, que el mandatario creó recientemente una comisión especial para atender el problema, al que ha definido como un factor equivalente a una “carnicería americana”, junto al crimen organizado y el pandillerismo. 

Comparativo de las estadísticas oficiales de defunciones de hace dos años, en el que se rebasa el número de combatientes norteamericanos muertos, en los 19 años de duración de la guerra de Vietnam. Por lo menos 35 mil perdieron la vida al consumir heroína sola o cortada con opiáceos sintéticos, provenientes de China y que se sabe muchos de ellos llegan por correo.

Las cifras de la epidemia son desmesuradas. En 2015 dos millones de americanos tuvieron problemas con opiáceos de receta y 591.000 con heroína. Esta droga supuso ese año un costo social de 51 mil millones de dólares, casi lo mismo que el nuevo aumento para gasto militar anunciado por la Casa Blanca.

La Unión Americana constituye el equivalente al cinco por ciento de la población mundial pero consume el 80% del mercado global de opiáceos farmacológicos. Aplicación de medidas de emergencia extraordinarias, al ordenarse a policías y bomberos, lleven consigo el medicamento denominado naloxona, el antídoto de emergencia utilizado para la atención de personas víctimas de sobredosis, que son atendidas en la vía pública.

Desde 2012, el opiáceo de mayor consumo es el fentanilo, clasificado como 50 veces más potente que la heroína, causante del deceso de celebridades del espectáculo como Prince, en 2016, superado actualmente por el denominado carfentanilo, todavía 100 veces más potente que el primer compuesto, que de manera gradual aumenta peligrosamente sus ventas y el número de víctimas mortales.

Grave el panorama actual, en el que las sobredosis de drogas, representa ahora la causa de muerte más común entre los americanos menores de 50 años. Lo peor de todo, es que el problema siguió empeorando en 2017 y se tornará más complejo en 2018.

Mucha de la responsabilidad en el agravamiento de lo que se define como una epidemia de muertes por cócteles de opiáceos, está en la expedición indiscriminada de recetas médicas de potentes analgésicos locales, que vendría a convertirse en una especie de “barra libre” de heroína, alentada por los laboratorios farmacéuticos, que influyeron en el gremio de los médicos para recetarla sin la menor ética, destacándose los del estado de Florida, clasificada como la capital de la expedición y consumo de las conocidas como molinos de píldoras (pill mil).

Es precisamente Florida, una de las entidades de la Unión Americana, más afectadas por esta problemática, pues en 2016 murieron más de cuatro mil personas por sobredosis relacionadas con combinación de heroína y fentanilo.

Surgimiento de Organismos No Gubernamentales privados, como Miami Needle Exchange, que entrega de manera gratuita a los adictos, jeringas nuevas, dentro de un programa de asistencia que incluye la realización de pruebas de detección del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, al ser este importante centro turístico, la segunda ciudad con mayores infecciones, después de Baton Rouge, en Louisiana.

Una situación que afecta de manera prioritaria a la población blanca estadounidense, por lo que en mayo de 2017, el gobierno de Florida decretó un estado de emergencia sanitaria, dando paso a la asignación de 54 millones de dólares en los siguientes dos años, en tareas de prevención, tratamiento y rehabilitación.

Los estudios realizados sobre esta tragedia que invade a los Estados Unidos, precisan que hasta la década pasada, el consumo de drogas era un asunto que involucraba a latinos y negros pobres de las grandes urbes, que no merecían mayor atención oficial, pero que ante el boom de la heroína y nuevos derivados sintéticos, el problema se ha trasladado a los suburbios de raza blanca que se ha desarrollado demasiado rápido, por lo que la autoridad lo califica de epidemia que debe atacarse frontalmente.

No se trata de una cuestión meramente de salud, sino de un negocio que según la administración Trump, que en 2017 tuvo un valor de más de 500 mil millones de dólares únicamente en Estados Unidos.

De ahí, la Declaratoria Urgente de Emergencia Sanitaria Nacional, ante la ola desenfrenada de adicción a los opiáceos, en la última semana de octubre último, que de paso utiliza el magnate inmobiliario que se desempeña como presidente, para utilizar esta crisis a favor de su proyecto de construcción del muro en su frontera sur con México, argumentando que frenará la entrada de drogas a territorio norteamericano, que tiene en los cárteles mexicanos a sus principales proveedores.

Investigaciones de diversa índole, ubican al año de 2012, como el punto de partida de la actual crisis de consumo de drogas como la heroína, afectando no solamente zonas urbanas, sino rurales, además de diferentes clases sociales.

Después de establecer como crucial, esta decisión en contra de las adicciones, el mandatario ordenaría a todos los gobiernos del país y a sus agencias de salud pública, a disponer de todos los recursos a su alcance, “para acabar con esta lacra”.

Ahora se tiene conocimiento de que en 2016, en el territorio estadounidense se prescribieron de manera indebida medicamentos opiáceos y el uso de derivados sintéticos, de 216 millones de recetas. Más de un millón de ciudadanos consumió heroína y 11 millones abusaron de las combinaciones de derivados del opio.

El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, ha ido más allá de las simples palabras en torno al problema que enfrenta y anunció el pasado 23 de enero, que ha demandado por una indemnización multimillonaria, a siete laboratorios farmacéuticos fabricantes y tres compañías distribuidoras de analgésicos recetados, por ser los responsables directos de la mortal epidemia de sobredosis que afecta a la Gran Manzana.

El litigio pretende que estas empresas rindan cuentas, además de que paguen los costos actuales y futuros en los que la Ciudad incurrirá para combatir la mortal epidemia, toda vez que las grandes farmacéuticas ayudaron a alimentar este grave problema, al vender engañosamente estas peligrosas drogas y atraer a millones de estadounidenses a cambio de ganancias. Es hora de responsabilizarlas para salvar más vidas.

Denuncia de la Alcaldía neoyorquina que la excesiva demanda observada desde 2006, es consecuencia de las tergiversaciones de los fabricantes sobre la seguridad y eficacia del uso de opioides para tratar el dolor crónico a largo plazo y el exceso de estas drogas por parte de los distribuidores que permiten la desviación hacia el mercado ilegal, alimentando con ello la crisis de adicciones.

Las empresas productoras demandados, son: Purdue Pharma L.P.; Teva Pharmaceuticals USA, Inc.; Cephalon, Inc.; Johnson y Johnson; Janseen Pharmaceuticals Inc.; Endo Pharmaceuticals Inc.; Allergan PLC y Watson Laboratories, mientras que los distribuidores, corresponden a McKesson Corporation; Cardinal Health Inc. Y Amerisource Bergen Corporation.

En su informe de finales de 2017, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), afirma que los cárteles mexicanos se mantienen como los principales administradores de droga en la Unión Americana, advirtiendo que ese control no cambiará en el corto plazo, aún con la aprehensión de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera, ubicado como el mayor narcotraficante del mundo, hoy preso en una cárcel de alta seguridad en territorio estadounidense.

Certeza de que ninguna organización del crimen organizado en la Unión Americana, dispone de una infraestructura a nivel nacional, que pueda competir con las organizaciones criminales mexicanas.  

Reporte que señala que el 93 por ciento de la heroína que la DEA incautó en territorio norteamericano en 2015, provenía de México, donde el cultivo de opio se ha disparado en los últimos años, hasta sumar una superficie de 32 mil hectáreas en 2016, lo que supone un potencial de producción de 81 toneladas métricas de heroína, tres veces más que en 2013.

Alude a los traficantes colombianos, que asegura siguen siendo los grandes productores de cocaína, cuyo dominio aumentará en los próximos años, debido al incremento de plantaciones, en los que las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia  (FARC), tienen mucho de involucramiento.

Lo cierto, es que la potencia número uno del planeta, enfrenta una epidemia de opiáceos, en las que la corrupción en todos los niveles de gobierno y empresa privada, ha sido y sigue siendo un factor clave en el agravamiento de esta problemática que, ahora sí, parece empezar a preocupar a La Casa Blanca.

No se puede seguir responsabilizando, como siempre se ha hecho, a factores externos de su grave crisis, pues en lo interno, Estados Unidos sigue con simples discursos amurallados que a nadie convencen, porque el mal está en ellos y los destroza cada vez más.

Es increíble que se siga afirmando de manera fantasiosa que la culpa es de los mexicanos, colombianos, chinos y de otras tantas nacionalidades, como en la Unión Americana los contubernios que hacen viable este mega negocio, siguen la misma escala de valores, para deslindarse tranquilamente del origen

de sus males.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.