Sed de justicia social

Don Luis Colosio Fernández, padre de Luis Donaldo Colosio Murrieta, murió el 6 de febrero de 2010, con la convicción de que la orden de asesinar a su hijo, siendo candidato a la Presidencia de la República  por el Partido Revolucionario Institucional, salió de la Residencia Oficial de Los Pinos, el 23 de marzo de 1994.

Un año más, para sumar 24 del magnicidio, en un México cuyo sistema político- económico-social se niega a cambiar, haciendo caso omiso de la advertencia hecha por el malogrado político sonorense de Bahía de Kino, en su discurso conmemorativo de la fundación del PRI, 17 días antes de ser víctima del burdo atentado que le costó la vida, en Tijuana, en cuanto a que “México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces”.

Ante el monumento a la Revolución Mexicana, afirmaría que “México no quiere aventuras políticas. México no quiere saltos al vacío. México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia”.

Transcurrir de cuatro sexenios, dos del PRI y dos del Partido Acción Nacional, que hasta ahora no han dado respuesta a las inquietudes de aquél abanderado tricolor, que sería eliminado, al convertirse, después del memorable mensaje a la nación, en una amenaza potencial para el poder Presidencial omnipotente y la cúpula asociada de entorno.

Fin de sexenio federal en 2018, y estatal en Chiapas, donde en los meses recientes se ha pervertido la vida democrática, para llegar a etapas inéditas de desboque de pasiones y ambiciones personales, en perjuicio del interés de una sociedad desinformada y por mismo inmersa en una guerra sucia, dominada por  las traiciones.

En el México del fin de la segunda década del siglo XXI, la visión de Luis Donaldo Colosio, no solamente no ha mejorado para bien, sino empeorado en su pobreza, que en segmentos importantes se ha vuelto extrema, que hubo necesidad de instrumentar en 2013, la “Cruzada Nacional contra el Hambre”, teniendo como punta de lanza a los casi dos millones indígenas chiapanecos que a pesar del intento, continúan en su condición de desamparados ancestrales.

Es Chiapas una de las tres entidades más pobres del país, junto con Oaxaca y Guerrero, pero contradictoriamente uno de los más ricos por sus recursos naturales, al poseer en su territorio los dos ríos más importantes en el territorio nacional (Grijalva y Usumacinta), el primero de ellos, con un caudal que ha permitido la construcción de cuatro de las hidroeléctricas (Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas), que abastecen de electricidad a varios estados de la república, con capacidad adicional de exportación a Guatemala.

Aún así, la Comisión Federal de Electricidad, aplica a los chiapanecos las tarifas más altas del país, en contraste con las de los consumidores del norte, que son favorecidos con pagos bajos por esta empresa, cada vez más en manos de la transnacional española Ibedrola, que ya produce la mitad de la electricidad que se comercializa a nivel nacional, convirtiendo a la CFE en una gerencia de suministro y cobranzas, ajena a los principios de interés social que obligaron al Presidente Adolfo López Mateos a su “mexicanización”.

Rico en petróleo y gas, que son explotados por la paraestatal Petróleos Mexicanos, aunado al hecho de que, como me lo revelara en un recorrido por la Selva lacandona y publicara en el periódico EXCELSIOR en 1980, el entonces gobernador Juan Sabines Gutiérrez, que en esa Región se ubicaba y existe todavía sin aprovechar, el yacimiento de hidrocarburos más grande en la historia de la industria petrolera mexicana.

Casi 74 mil kilómetros de una geografía estatal, extraordinariamente privilegiada, al contar con flora y fauna únicas en el país, pero que como antes, hoy siguen controladas por seres humanos depredadores, que en contubernio con funcionarios estatales y federales siguen arrasando sin misericordia alguna, con naturaleza.

Riqueza vasta y aún incuantificable, en el subsuelo, donde en más de un millón 125 mil hectáreas, existen minerales como el oro, plata, titanio, barita, hierro, cuarzo, plomo, zinc y cobre, distribuidas en 110 títulos de propiedad otorgadas en su mayoría a compañías extranjeras transnacionales como Linear Gold (Brigus Gold), Blak Fire, Friversides Resources Inc., Honour Up Trading y VSMPO-AVISM, Black Fire Exploration LTD, Inc., y Brigus Gold Corp, entre otras, que no producen ningún beneficio económico para la población y si en cambio destrucción del entorno ecológico y enfermedades como cáncer.

Se agregan otras concesiones de inversionistas del país, que lo mismo que los extranjeros, tienen todas las preferencias fiscales y de explotación indiscriminada, afectando incluso las reservas de la biósfera, reconocidas y protegidas por la Organización de las Naciones Unidas, como patrimonio de la humanidad.

Vuelta cíclica a los tiempos de campañas políticas, en los órdenes federal, estatal y municipal, que esta vez, el “puntero”, según encuestas mediáticas orquestadas, Andrés Manuel López Obrador, del Partido Morena, como tampoco José Antonio Meade Kuribreña, que sigue sin aceptar militar en un PRI que lo respalda legalmente en su aspiración Presidencial, además de Ricardo Anaya Cortés, de Acción Nacional, deberán considerar en sus visitas a tierras chiapanecas, tales problemáticas que definen la realidad de esta Región Limítrofe con Centroamérica.

Días, los actuales, en que ninguno de los aspirantes a suceder a Enrique Peña Nieto, se salva del enjuiciamiento popular por los excesos en las promesas falsas de gasolinas, gas y electricidad de bajo precio,  de cínicos actos de corrupción de funcionarios de gobierno y políticos, en contubernio con empresarios privados, que atañen a todas las siglas y colores partidistas.

Nadie queda limpio de culpa y con ello el riesgo de incurrir el electorado en la búsqueda de espejismos populistas, que solamente tenderían a complicar la ya de por sí difícil situación, que se mantiene en el país.

Los candidatos no hablan de la Revolución Mexicana, de los principios que dieron sustento a la gran nación que México ha llegado a ser hoy, por el esfuerzo y tesón de las generaciones posteriores a la lucha social entre hermanos rivalizados, que enlutó a la nación con más de un millón de muertos.

Perfiles que se definen como continuación de un sistema autoritario, en el que ningún Presidente de la República o gobernador puede ser llevado a los tribunales, enjuiciado e incluso encarcelado, como por ejemplo ocurre en la vecina y empobrecida Guatemala.

En el olvido el planteamiento de Luis Donaldo Colosio Murrieta, de proponer la reforma del poder para que exista una nueva relación entre ciudadano y el Estado, vía reforma del poder para democratizarlo.

En los meses de “precampaña”, que más bien fueron de campaña abierta, ni López Obrador, hizo referencia a que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas, al monopolio de iniciativas, a los abusos, a los excesos.

Tal vez, porque “el peje” concentra hoy en su persona todas esas características, al permanecer estrechamente vinculado con lo que llama “mafia del poder”, desde sus invasiones chantajistas a pozos petroleros en Tabasco y Chiapas, o como jefe de gobierno del Distrito Federal, en los comodatos de edificios antiguos otorgados al empresario más favorecido, Carlos Slim Helú.

No se ve en Andrés Manuel, como tanto pregona, la intención de sujetar al Presidencialismo a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático, para someterlos al orden jurídico. Sólo habla de cancelar las pensiones vitalicias y hasta ahí, mientras promete, como decreto adelantado, lo que sabe que no podrá cumplir.

Paso del tiempo, que no ha podido borrado las ideas del Luis Donaldo, que encajan perfectamente en la “nueva era” del PRI, con su “candidato invitado” José Antonio Meade Kuribreña,  en la carrera Presidencial de 2018, cuando aquél 6 de marzo de 1994 advirtió: “No queremos candidatos que, al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos los propios priístas”.

Arranque formal de campaña de Meade Kuribreña, en Mérida, Yucatán este domingo 1 de abril, sin utilizar en el presídium instalado en el Centro de Convenciones, identidad con el Partido Revolucionario Institucional, el logo del tricolor, sino figuras que no motivarían a los fieles seguidores de siempre.

Ahí emularía en sus ideas, a Luis Donaldo Colosio Murrieta, al anunciar que será el primer Presidente de la República sin fuero, por lo que pidió al electorado nacional que vote por él, para renovar juntos al país, con capacidad y con certidumbre.

Surgimiento de la propuesta de cambio, como hace 24 años, ante una su realidad que no ha cambiado y que se mantiene en la descripción que entonces hacía el político sonorense: “Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas”.

Visión que después de cuatro sexenios se mantiene en el México de las comunidades indígenas que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de campesinos que aún  no tienen las respuestas que merecen, con un campo empobrecido y endeudado; de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que merecen; de empresarios de la pequeña y mediana empresa, desalentados por el burocratismo, el mar de trámites y la discrecionalidad de las autoridades.

Ideas de Colosio Murrieta para la conciencia crítica,

que los tres candidatos deberían de asumir como propias, porque atañen a todos los mexicanos en su condición de hambre y sed de justicia, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley, quienes deberían de servirla, que incluye a mujeres y hombres afligidos por el abuso de autoridades o por  la arrogancia de las oficinas gubernamentales, en medio de la angustia por la falta de seguridad, de ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan.

Un replanteamiento de las demandas de maestros, de universitarios, de investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, así como la elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos.

Estamos los mexicanos inmersos en este abril de 2018, en una espiral de campañas proselitistas, en la que convendrá analizar propuestas concretas de beneficio general y obligar a los candidatos a sumar esfuerzos, no para dividir, sino para crear mejores perspectivas a más de la mitad de 120 millones de mexicanos, que se mantienen en condiciones de pobreza inaceptables.

Búsqueda obligada del equilibrio, para dar paso a redistribuir, por el bien de todos, esa macroeconomía descapitalizadora, que de fin a la sed de justicia social en México y especialmente en Chiapas.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.