El fascismo de Trump contra niños migrantes

Las imágenes de niños migrantes separados de sus padres por agentes de la Patrulla Fronteriza, para ser encarcelados en lugares inadecuados donde duermen sobre el piso, enjaulados como animales, mientras se cubren con papel aluminio para protegerse del frío, recuerdan aquellas escenas de los tiempos del fascismo de Adolfo Hitler, en contra de los judíos.

En eso se ha convertido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un fascista, al llevar a extremos su odio en contra de los hombres, mujeres y niños “de color café”, provenientes de México, Guatemala, Honduras y El Salvador.

Convertido en un gobernante desquiciado por el poder y el extravagante protagonismo que le ha caracterizado desde enero de 2017, en que asumió el mando de la nación más poderosa del planeta, llega a junio de 2018 a situaciones intolerables en materia de violación de los derechos humanos de seres humanos menores de edad, que a manera de chantaje y represión, han sido arrebatado de los brazos de sus padres, a manera de chantaje.

Una situación que ya recibe la condena de todo el mundo, al conocerse que en las últimas seis semanas, por lo menos dos mil pequeños son tratados junto con sus padres indocumentados, como criminales, al aplicar el gobierno estadounidense la política de “Tolerancia Cero”.

La posición del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, fue fijada este martes 19 de junio, por el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, al calificar la conducta del mandatario del vecino país del norte, como inhumana y cruel.

Precisión de que solamente siete de los 21 de los niños mexicanos permanecen detenidos y encarcelados, al ser repatriados, el resto son guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, entre los que se encuentran menores de tres y cuatro años, que aguardan una repatriación incierta.

Fiel a su estilo represor y en respuesta a las críticas que el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, ha hecho de las más recientes acciones despiadadas de la Casa Blanca en contra de los inmigrantes de México y América Central, la Unión Americana anunciaría su retiro de este organismo de la ONU.

Malestar evidente de Washington contra la institución internacional, luego de que ésta calificara la nueva política migratoria de Donald Trump, como de una “seria violación de los derechos de los niños, en tanto organizaciones sociales del país de las barras y las estrellas, tratan de frenarla en los tribunales, al tiempo que más voces en el mundo denuncian la inmoralidad de que la nación más rica del mundo tenga su fortaleza en la inmigración y actúe con ahora crueldad con quienes siguen forjando al país, como se demuestra en todo el territorio estadounidense.  

Mike Pompeo, secretario de Estado de Trump, argumentaría desde la capital norteamericana, que “no dudamos que su creación fue con buena fe, pero tenemos que ser honestos: El Consejo de Derechos Humanos es un pobre defensor de los derechos humanos”.

Precisión de la Cancillería azteca, de que el gobierno mexicano no promueve la migración ilegal, pero por convicción y obligación constitucional y legal, “no podemos permanecer indiferentes, respetando la soberanía de Estados Unidos, mediante una relación de respeto, constructiva y de beneficio mutuo”, por lo que exhortó a la Casa Blanca “a reconsiderar su política y a dar prioridad a la protección de niñas y niños, con independencia de su nacionalidad y situación migratoria”.

La crueldad de la Administración Trump no tiene límites, al tener oficialmente bajo custodia a 11 mil 351 menores inmigrantes, en aproximadamente 100 improvisados centros de reclusión, donde permanecen en condiciones deplorables. Hasta ahora no existe un censo de cuántos fueron separados de sus familiares. Entre abril y mayo de 2018, el número se incrementó en un 20 por ciento.

Los lugares asemejan a los campos de concentración nazi. Son el equivalente a cárceles en las que cada uno de los prisioneros lleva una pulsera de identificación. Se les permite estar dos horas al día en un patio exterior y son vigilados permanentemente por guardias. Cuando arriba un nuevo indocumentado menor de edad, es sometido a revisión médica y aislado y 72 horas.

A pesar de todas las advertencias y endurecimiento de la cacería de migrantes ilegales, el flujo hacia el vecino país del norte no disminuye, sino al contrario, al incrementarse el clima de violencia e inseguridad en Guatemala, Honduras y El Salvador, propiciado por la extrema pobreza, así como por el crimen organizado que tiene como cabezas visibles las bandas maras Salvatrucha 13 y Barrio 18, que lo mismo asaltan, extorsionan o asesinan con toda impunidad.

Política de “Tolerancia Cero” llevada a niveles sin precedente, que se traduce en la ocupación creciente de espacios de detención de indocumentados, que en el caso de los adultos obliga a las autoridades a desplazarlos a prisiones, aunque se considera la posibilidad de crear campamentos masivos en bases militares.

Reiteración de la doble moral del presidente Trump, quien culpa a los demócratas y a organismos civiles, de “forzarlo a aplicar la ley”, cuando la realidad demuestra que se trata de una decisión unilateral del mandatario, la cual defiende bajo la advertencia de que Estados Unidos no se convertirá en un campo de acogida de refugiados, como ocurre en Europa.

Y en el colmo de la falsedad para sustentar los atropellos, el procurador General Jeff Sessions, respondería a las críticas de líderes religiosos, entre ellos evangélicos conservadores,  al afirmar en Indiana, el pasado jueves 14 de junio, que sólo se está aplicando la ley y la Biblia, al citar “al apóstol Pablo y su comando claro y sabio en Romanos 13, de obedecer las leyes del gobierno, porque Dios las ha  ordenado para el propósito del orden”.

Su intolerancia le llevaría a declarar que la estrategia anti inmigrante que lleva a la separación forzada de niños de sus familias, al ingresar ilegalmente al país, es culpa de las familias migrantes al traer a sus hijos y cruzar la frontera. “Tener niños no te ofrece inmunidad del arresto y procesamiento. Son ellos los que violaron la ley, los que pusieron en peligro a sus propios hijos”.

Pero nada convence al mundo de las formas inhumanas que el gobierno de Donald Trump utiliza para castigar la osadía de quienes se internan en la Unión Americana para cumplir el sueño de una vida mejor.

La difusión en los medios de comunicación y en redes sociales, de historias desgarradoras en las que se cuentan los abusos de los agentes de la Patrulla Fronteriza, al quitar a una madre a su hijo cuando lo alimentaba o de aquellos pequeños de cuatro o cinco años, que aterrorizados se sumían en el llanto y gritos al ser separados por la fuerza de sus padres.

Frente común solidario de las ex primeras damas, Laura Bush, Hillary Clinton y Michelle Obama, al condenar la conducta reprobable del presidente Donald Trump, en contra de los niños mexicanos y centroamericanos detenidos y concentrados en lugares inadecuados, violando con ello los más elementales derechos humanos.

En cascada la reprobación de la Iglesia Católica, que se suma a la de políticos tanto demócratas como republicanos, lo mismo que defensores de los derechos humanos que denuncian la tragedia de los menores migrantes de origen latinoamericano.

Voz elevada del cardenal Daniel DiNardo, presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, al igual que el obispo Joe Vázquez, presidente del Comité sobre Migración, manifestaron su repudio, afirmando que las familias son el elemento fundacional de nuestra sociedad y deben permanecer juntas, porque separarlas es inmoral.

Movilización internacional en contra del gobierno de Donald Trump, como la manifestada por la Organización de las Naciones Unidas, que en Ginebra demandaría a Estados Unidos, frenar de inmediato su controvertida práctica de separar a los niños inmigrantes centroamericanos de sus padres detenidos después que cruzan la frontera ilegalmente desde México.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, expresaría que “Estamos profundamente preocupados por el hecho de que la política de tolerancia cero recientemente en vigor en la frontera sur de Estados Unidos hizo que las personas atrapadas cuando ingresan de manera irregular al país sean procesadas y que sus hijos -incluso los muy jóvenes- les sean retirados”.

Estados Unidos tiene que terminar inmediatamente con esta práctica, pues separar familias y detener menores de edad representa “una violación grave de los derechos del niño”, advertiría.

Naciones Unidas aportaría un dato muy importante, que explica la conducta arbitraria de Donald Trump: “Estados Unidos sigue siendo el único país en el mundo en no haber ratificado la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de los niños. los niños nunca deberían ser detenidos debido a razones vinculadas a su estatuto migratorio o al de sus padres”.

Malestar que cunde en todos los ámbitos de la economía estadounidense, como el manifestado por un sector importante del sector privado, representado por las aerolíneas American Airlines, United, Delta Airlines y Frontier, que han pedido este miércoles al Departamento de Seguridad Nacional, que se abstenga de inmediato de usar sus vuelos para transportar desde Texas y Arizona, a otras ciudades de Estados Unidos, a menores indocumentados separados de sus padres, negándose a formar parte de un proceso gubernamental que califican de inmoral.

Por lo pronto, los niveles de condena mundial, al que se ha sumado el Papa Francisco, hacia el orate que gobierna la nación más poderosa del planeta, se han convertido en un problema de dimensiones incalculables, y que este miércoles 20 de junio lo obligarían reconsiderar su política de “Cero Tolerancia”, al firmar una orden ejecutiva

para frenar la separación de niños de sus padres migrantes sin papeles.

Un convencimiento a medias, pues establece en ella que los dos mil 300 pequeños detenidos en las últimas dos semanas, no se reunirán con sus familias, en tanto no se resuelvan sus procesos migratorios.

Hasta ahora, sus locuras de corte hitleriano nacionalista, han explotado el discurso antiinmigración con el mayor de los éxitos, al actuar sin misericordia alguna, pero nunca se imaginó que su decisión en contra de los niños migrantes, tendría una respuesta demoledora para su egolatría y desenfreno, por parte de la sociedad estadounidense y mundial, que condena su brutal y absurda decisión.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.