La Casa Blanca, el manicomio de Donald Trump

Un año y casi ocho meses han bastado a los estadounidenses y al mundo en general, para saber que lo que parecía solamente una estrategia de campaña de alharacas por la Presidencia, una vez asumido el poder, Donald Trump se ha encargado de confirmar que es un ser humano caracterizado por sus excesos en todos sentidos, que lo convierten permanentemente como furibundo, mentiroso e ignorante.

Lo más grave en su definición, como líder de la potencia número uno del planeta, es el de ser considerado también, un desequilibrado mental que no está capacitado para dirigir cabalmente a la Unión Americana y si en cambio mantenerla en una situación de enfrentamientos de diversa índole con sus aliados europeos, Canadá y México, y en general con el resto del mundo, abanderando la causa del proteccionismo nacionalista.

Y como todo lo que se siembra se cosecha, el mandatario del Partido Republicano, se encuentra cada vez más en condición descendente en su aceptación, no nada más de sus correligionarios, sino de sus propios colabores más cercanos, que se han constituido en un poderoso bloque de resistencia interna, para evitar que el magnate inmobiliario vaya más allá de los límites que obliga la prudencia en la relación de Estados Unidos dentro del concierto de las naciones.

La prueba de esa situación que complica aún más la virulenta conducta de Trump, la aportaría el pasado miércoles 5 de septiembre, The New York Times, al publicar un artículo de opinión escrito por un importante funcionario del gobierno republicano, cuyo nombre se omite, en el que revela que existe un grupo de resistencia interna contra el Presidente.

La incertidumbre que provoca la creciente y peligrosa inestabilidad emocional del Jefe de Estado, se manifestaría en el título del texto difundido por el influyente periódico de la ciudad de la Gran Manzana: “Yo soy parte de la resistencia interna de la Administración Trump”.     

Información confidencial que sale a la luz pública, que refiere el posicionamiento de alerta constante de los colaboradores más cercanos, por los impulsos impredecibles de su jefe, que les lleva a hacer más racional su agenda de trabajo.

Tan compleja es la situación, en que varios miembros del gabinete se han planteado la posibilidad de pedir la incapacitación del jefe de la Casa Blanca.

Expresiones que resultan demoledoras para el gobernante: “Ha resultado tan errante este año y medio de presidencia que hubo quien en su momento se planteó la posibilidad de invocar la enmienda 25 de la Constitución, que abre la puerta a la destitución del Presidente por salud mental, aunque se desechó para evitar una crisis constitucional. Así que han decidido seguir en la Administración hasta que ésta de un modo u otro acabe. La mayor preocupación no es lo que Trump ha hecho a su presidencia, sino lo que como nación le hemos permitido”.

Un documento sin desperdicio, cuando de igual manera manifiesta que “la raíz del problema es la amoralidad del presidente. Cualquiera que haya trabajado con él, sabe que no está anclado a ningún principio discernible que guíen su toma de decisiones. Aunque haya sido elegido como republicano, muestra poca afinidad con los principios de libertad de mercados, de pensamiento y de personas que los conservadores se atribuyen, como su calificación a la prensa de ser enemigos del pueblo”.

Lectura obligada, dada su importancia y trascendencia por provenir del primer círculo de Donald Trump, sobre el que no hay misericordia alguna al indicar que el mundo y los estadounidenses deben estar tranquilos, “porque deben saber que hay adultos en la habitación del Presidente, a quien define como superficial, inefectivo, conflictivo e impulsivo”.

Detalles confidenciales al conocimiento general, que cita las reuniones sobre algún tema a tratar, en los que suele desviarse del mismo e involucrarse innecesariamente en conflictos repetitivos, donde predominan sus impulsos que le llevan a veces a tomar decisiones temerarias, que luego deben ser rectificadas o enmendadas, además de que no hay literalmente un asunto en el que no pueda cambiar de opinión de un minuto a otro.   

Publicación excepcional del artículo anónimo, con la precisión de que la identidad del autor está plenamente reconocida por los editores del rotativo neoyorquino, en el que se expresa: “Trabajo para el Presidente pero como otros colegas como yo he prometido boicotear partes de su agenda y sus peores inclinaciones. Somos varios los que tratamos de reconducir sus impulsos más equivocados”.

En el texto, su creador subraya que no forma parte de la llamada “resistencia” de la izquierda estadounidense, que persigue el éxito de este Gobierno y que muchas de las medidas en marcha han resultado beneficiosas para Estados Unidos, como la rebaja fiscal y aumento del gasto militar, pero considera que el mandatario actúa de un modo dañino para la salud de la República. Así, varios miembros del equipo del republicano tratan de reconducir discretamente los “impulsos más equivocados” de Trump hasta que el neoyorquino esté fuera del Gobierno.

Las reacciones de Donald Trump a los señalamientos publicados por el Times, han surgido de inmediato para calificar al artículo como “una vergüenza”, mientras Sarah Sanders, la vocera oficial, ha tachado de “cobarde” al autor, a quien conminaría a presentar su renuncia para dar credibilidad a lo difundido.

Días de más tormentas para el ex conductor del programa de televisión “El aprendiz”, en Nueva York, en los que sobre él cae otra avalancha de señalamientos en contra, ahora a cargo del periodista de The Washington Post, Bob Woodward, que el próximo martes 11 de septiembre, sacará a la venta su nuevo libro de 448 páginas, “Fear: Trump in the White House (Miedo: Trump en la Casa Blanca), en el que describe a la residencia Oficial de Washington, como un manicomio, desde que el magnate es el inquilino principal.

Este comunicador estadounidense, ganador de dos Premios Pulitzer de Periodismo, además de autor de otros textos de investigación, publicaría junto con su colega del Post, Carl Berstein, el libro “Water Gate”, que provocó la caída en 1974 del Presidente Richard Nixon, igualmente de extracción republicana, Richard Nixon.

Ahora, divulgará con amplitud de detalles, lo acontecido en La Casa Blanca, desde el arribo de Trump, en los que relata anécdotas en las que el mandatario plantearía, el matar a su homólogo sirio Bachard el Asad o sus expresiones agresivas e irrespetuosas, al tratar al fiscal General Jeff Sessions, como retrasado mental.

Historias que se ubican en el contexto de la confidencialidad extrema, como aquellas en las que se establece que sus colaboradores esconden al Presidente documentación, por cuestiones estrictas de seguridad nacional.   

Adelanto por The Washington Post, de partes del esperado libro, que mantiene en tensión al mismo Donald Trump, pues de acuerdo con la versión de Woodward, está sustentado en entrevistas con altos funcionarios de la Administración republicana, que acumularían varios cientos de horas, para conformar un perfil actual del todopoderoso mandatario.

Trato especial al rubro de la seguridad mundial, a la que define como una constante preocupación en la cúpula de la Casa Blanca, ejemplificada en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional en enero último, donde el magnate habilitado de Presidente, cuestionó la presencia militar de Estados Unidos en la península coreana, que incluía una operación de los servicios de Inteligencia, que permite hoy a la Unión Americana detectar un lanzamiento de misiles en siete segundos.

De acuerdo con la versión obtenida por el periodista del Post, en esa ocasión el gobernante externaría sus dudas por lo que consideró un derroche de dinero, que tendría inmediata del secretario de la Defensa, Jim Mattos, quien le argumentó que todo obedecía a la imperiosa necesidad de prevenir la tercera guerra mundial. Concluido el cónclave, comentaría a sus más allegados, que Trump actuó como un alumno de quinto o sexto grado.

Toda una serie de elementos informativos por demás contundentes, entre los que destaca Gary Cohn, ex asesor económico de Trump, que impidió tiempo atrás, que su jefe consumara su decisión de que la Unión Americana, abandonara el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, al retirar sin su autorización, de su escritorio de la Oficina Oval, el texto que redactara al respecto el secretario de Personal, Rob Porter.      

Dado el impacto provocado por la publicación de la obra de Woodward, varios de los más cercanos funcionarios de Donald Trump, han hecho pública su negativa a las declaraciones que se les atribuyen como el jefe del Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, quien ha afirmado que el Presidente “pierde frecuentemente los estribos, está desquiciado y es un idiota. No tiene sentido tratar de convencerlo de nada. El se ha saldo del camino. Estamos en un manicomio. Es el peor trabajo que he tenido y ni siquiera sé por qué ninguno de nosotros está aquí”.

Y para rematar, lo que no se esperaba, al surgir la voz autorizada y muy respetada del ex Presidente Barack Obama, quien desde la Universidad de Illinois, haría oír su voz contudente, al convocar este viernes 7 de septiembre a sus correligionarios del Partido demócrata, a votar en masa el próximo noviembre en las elecciones legislativas, pues “nuestra democracia depende de ello”.

Discurso del primer mandatario afroamericano de Estados Unidos, al recibir el galardón que reconoce la Etica de su Gobierno, en el que planteó que los comicios a realizar dentro de dos meses, serán un referéndum sobre Trump, por lo que la campaña demócrata apunta en esa dirección.

Tribuna universitaria, en la que afirmaría que Trump es un síntoma, no la causa del populismo. Esto no empezó con él, quien solo está capitalizando el resentimiento que los políticos llevan años alentando”.

Fin de semana, con la acumulación de capítulos de una historia, la de Donald Trump, condenada a no llegar a un buen fin.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad .C.