Stan; víctimas de Pablo, ni olvidan ni perdonan

La corrupción, la impunidad y agregaría el cinismo, se han convertido en Chiapas y México, en los males mayores de los tiempos recientes, en un país donde el Poder Ejecutivo en contubernio con el legislativo, han creado leyes para amparar a quienes desde las cúpulas del poder, cometen todo tipo de abusos.

En los días en que se nos reitera permanentemente que a partir de diciembre, habrá un combate frontal y a fondo contra la corrupción y la impunidad, baste hacer un recordatorio de un ejemplo que en Chiapas no ha merecido castigo aún, pese a las pruebas contundentes archivadas por la voluntad política de quienes de 2000 a 2012, ofrecieron el cambio que nunca se dio y que aún en el sexenio que termina fue compromiso de campaña registrado ante notario público y tampoco tuvo el resultado ofrecido.

Una historia de abuso total de poder, aprovechando la tragedia de miles de chiapanecos, que el martes 4 de octubre de 2005, sufrieron la acción desbordada de la naturaleza, en forma de huracán (Stan), que acabó con patrimonios y por lo menos con la vida de más de tres mil seres humanos, arrastrados por las violentas corrientes de los ríos.

El fenómenos meteorológico ocurriría en el período del entonces gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, que para minimizar el drama, daría oficialmente como fallecidos a unos 75, cuando la realidad lo desmentiría.

Tiempo de maquillajes, del show mediático, que el entonces presidente Vicente Fox Quesada, trataría de aprovecha al máximo, en el final de su desastroso sexenio en el que supuestamente destaparía “la cloaca de la corrupción priísta”, representada por el Fondo para el Rescate Bancario, sin que las cuentas bañadas de tintes encendidos de desviaciones de miles de millones de pesos hacia prominentes políticos y poderosos empresarios, no fuesen tocados ni con el pétalo de una rosa.

A petición presidencial, Televisa envió el miércoles 5 de octubre, para acompañar a Fox Quesada, a dos de sus conductores de noticias relevantes, Carlos Loret de Mola y Adela Micha, para que transmitieran en vivo, desde Tapachula, a orillas del río Coatán, la crónica y las imágenes de la visita de Fox Quesada, enmarcada por el Plan DNIII, de los trabajos de recolección de desechos, de elementos del Ejército Mexicano, en horas de la noche.

Tanto Loret como Micha, magnificarían en sus reportes el despliegue de ayuda del gobierno federal a favor de los sobrevivientes del huracán Stan, que tendría en Tapachula su escenario trágico más importante, al destruir las incontrolables corrientes del río Coatán, las casas construidas dentro de su cauce, y arrastrar consigo a quienes en ellas habitaban.

Los municipios de la Región Soconusco serían las principales víctimas, ya que nunc a fueron advertidos de la peligrosidad del huracán, que a su paso destruiría también la infraestructura pública, generando de inmediato un caos ante la falta de servicios de agua potable, drenaje, electricidad, además de la incomunicación por la caída de puentes en la autopista que comunica la Costa, deslaves que bloquearían vías terrestres y dejarían inoperantes múltiples centros de salud y servicios médicos en general.

El Hospital General de la delegación estatal del Instituto Mexicano del Seguro Social, sufriría el embate de las aguas del Coatán, al encontrarse sus instalaciones cerca del cauce oriente, las cuales serían inundadas, paralizándolo, por lo que sus pacientes serían trasladados con carácter de urgencia a la Cruz Roja, Issste, Hospital General de la SSA, así como colocados en unidades móviles especializadas.

Sucumbiría el principal puente, sobre el río Coatán, que comunicaba al centro del país, ante el embate de grandes rocas arrastradas por la creciente sin precedente en la historia de la ciudad, lo mismo que al chocar en su estructura trailers cargados con mercancías.

Martes negro de sobrevivencia para los miles que todo lo perdieron, mientras en Los Pinos se afinaban los detalles para la realización de todo el show preparado para el lucimiento del guanajuatense, que horas antes de su arribo a la ciudad más importante de la Frontera Sur, dispuso el desplazamiento de aviones Hércules del Estado Mayor Presidencial, llevando a bordo equipos que conformaban un hospital, personal médico y enfermeras de tercer nivel, que sería instalado en la cancha del Centro de Convivencias, “para la atención de los damnificados” que ahí se concentraban y de todos aquellos que lo requirieran.

El mandatario se trasladaría directamente del aeropuerto al lugar donde la gente sobreviviente de muy escasos recursos, admiraba y se regocijaba de la disposición de apoyarlos en su desgracia.

Al llegar, todos los ahí presentes brindarían aplausos a Vicente Fox Quesada, quien acompañado de Pablo Salazar Mendiguchía, anunciaría que el hospital, junto con el personal médico militar, se quedaría en Tapachula, hasta que se requieran sus servicios.

Todo era alegría en el interior de la cancha deportiva, hasta que Vicente y Pablo salieron y la realidad fue otra, porque al gobernador de mentadas de madre no lo bajaron, al ser responsabilizado de la tragedia por un numeroso grupo de manifestantes, que con gritos y pancartas le reclamarían el no haber dispuesto las medidas mínimas de protección civil, para evitar el elevado número de víctimas.

Retornaría ese mismo día el presidente de la república, a la capital del país. Ocurriría lo absurdo una hora después de su partida, al ornar el Estado Mayor Presidencial, el desmantelamiento de de los equipos médicos del hospital y en cosa de dos horas, junto con médicos y enfermeras del Hospital Central Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, estaban a bordo de los transportes castrenses.    

La tragedia se convertiría inmediatamente en un negocio lucrativo desde las esferas del poder federal y estatal, al “inflarse” el número de municipios afectados a 41, con la intención de obtener del Poder Legislativo un mayor volumen de recursos presupuestales, lo cual  lograrían Vicente Fox Quesada y Pablo Salazar Mendiguchía, haciendo de la catástrofe un botín, al ser adjudicados 20 mil millones de pesos para la “Reconstrucción de Chiapas”.

Pero a pesar de las posteriores denuncias públicas e incluso ante la Procuraduría General de la República, por las graves manejos en el manejo de los recursos coordinador por los gobiernos federal y estatal, desde los tiempos del último año sexenal de Fox, para luego ser solapados por el sucesor también panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, y finalmente el priista Enrique Peña Nieto,  la justicia sería letra muerta.

Por ello, los chiapanecos sobrevivientes que aún demandan justicia, lo mismo que la población en general, se mantienen vivas muchas interrogantes, a pesar de la indiferencia oficial para el castigo de los responsables. Preguntan:       

¿Cómo entender que después de 13 años de la tragedia provocada por el huracán “Stan” en la Región Soconusco, miles de insultantes micro “viviendas” para damnificados sigan sin escriturarse por parte del Gobierno, y que dados materiales para su construcción y pequeñez, sean hoy en la Frontera Sur, refugio de las cada vez más pandillas de delincuentes provenientes de Centroamérica?

¿Por qué no se ha transparentado y hecho público el ejercicio de 20 mil millones en los gobiernos de Pablo Salazar Mendiguchía y Vicente Fox Quesada, que fueron autorizados por el Poder Legislativo de entonces, para la reconstrucción de los daños provocados por el devastador fenómeno de la naturaleza, que tuvo su mayor repercusión en Tapachula, al desbordarse el río Coatán, el 4 de octubre de 2005?

¿Dónde están los resultados de la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados y del Congreso de Chiapas, en los que se evidencia la desviación de muchos miles de millones de pesos, en pago de facturas de obras que nunca se realizaron?

¿Cuántas las constructoras de Pablo Salazar Mendiguchía y su familia, fueron creadas en cuestión de días para participar en la obra pública, que en su mayor parte fue controlada también por los hijos de la “pareja presidencial” Marta Sahagún Jiménez, los hermanos Bribiesca Sahagún, que se hartaron de los dineros destinados a los chiapanecos en desgracia?

¿Cómo se aplicaron los recursos, una vez que mañosamente la autoridad estatal amplió a 41 el número de “municipios afectados”, y así lograr su absoluta dispersión, para acelerar en menos de un año (2006), su utilización, aunque ello no implicara el cumplimiento en entrega, y así evitar que la sociedad civil cuestionara sus desviaciones?

¿Cuántas escuelas y aulas no se construyeron y si en cambio se pagaron con costos escandalosos, existiendo la obra únicamente en el papel facturado y en las listas de “lo realizado” por los gobiernos estatal y federal, lo mismo que puentes, caminos de terracería, de asfalto, centros de salud, sistemas de drenaje, de agua potable, de alumbrado y viviendas?

Demasiado dinero en juego, que en manos del ex gobernador se han  reflejado en una forma por demás dispendiosa de vida, llena de lujos e inversiones en bienes inmobiliarios dentro y fuera del país.

¿Cómo entender que Pablo Abner Salazar Mendiguchía, mantenga desde su salida del gobierno, un nivel de egresos digno de un magnate? ¿Cómo aquél modesto abogado que ejercía con una cédula profesional perteneciente a una mujer, y que en 1986 llegaría a mi oficina de la Coordinación de Comunicación Social del gobierno del general Absalón Castellanos Domínguez, a venderme, con mediación de su hermano Roldán, una video cámara Sony, en mil dólares, porque no tenía para darle de comer a su familia, ya que se había gastado su “paga” en un evento de su Congregación de El Nazareno”, en Houston, Texas, de la cual era pastor, haya resuelto su futuro económico en cosa de seis años?

Pablo Abner ya sabe lo que es estar en la cárcel, pues no se olvida que su creación política que le protegió las espaldas desde

El Mirador, Juan Sabines Guerrero (2006-2012), lo puso tras las rejas, luego de ser detenido el 7 de junio de 2011, en el aeropuerto de Cancún, cuando pretendía viajar a Argentina, donde sus amigos más cercanos aseguran posee una finca vitivinícola.

No obstante las acusaciones desviación de 104 millones de pesos, considerados dentro de los delitos de peculado, ejercicio indebido de funciones, asociación delictuosa, abuso de funciones públicas, todo ello integrado en la averiguación penal 96/2011, integrada por 21 tomos contenidos en nueve mil 117 fojas, la amenaza y el chantaje de Salazar Mendiguchía a Sabines Guerrero, de divulgar videos privados comprometedores, le permitirían finalmente salir libre por orden de un juez federal, que recibiría la consigna del presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, en noviembre de 2012.

Las huellas de la corrupción e impunidad de Pablo Abner Salazar Mendiguchía, siguen impresas en la mente de los chiapanecos, que ni lo olvidan y menos aún lo perdonan, como se lo demostraron al rechazarlo en las urnas el pasado 1 de julio, cuando intentó regresar a la actividad política como candidato independiente al Senado de la República.

En un país como México y en un estado llamado Chiapas, queda muy claro que la corrupción y la impunidad tienen nombres. Ahora, como cada seis años, habrá que aguardar, que quienes como candidatos han ofrecido, cumplan.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.