SOS a AMLO: Ecocidio en Reserva de El Triunfo

En cuestión de 10 días, un poderoso incendio provocado por mentes y manos criminales, concretarían la destrucción de 135 hectáreas (un millón 300 mil metros cuadrados), pertenecientes a la Reserva de la Biósfera de El Triunfo, conformada por una diversidad de flora única, que alojaba a fauna amenazada y en grave peligro de extinción, que la naturaleza creó durante cientos de años para el bienestar de los seres humanos, en la Región central de la Sierra Madre de Chiapas.

Un siniestro provocado e iniciado el lunes 25 de abril, que se extendió sin control, en mucho, debido al exceso de confianza, que finalmente se convirtió en irresponsabilidad, de los mandos de Protección Civil y de Medio Ambiente del gobierno estatal, que a la distancia y con personal mínimo, se creyeron autosuficientes para sofocarlo, y que ahora constituye uno de los mayores ecocidios cometidos en México, por tratarse de parte los espacios considerados también como pulmones de la humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) .

Sería hasta el martes 26, cuando apenas darían comienzo las actividades de combate y una semana después (lunes 1 de abril), cuando el fuego se había dispersado sin control en ese santuario ecológico, lanzarían su demanda de ayuda al comandante de la XIV Zona Naval, vicealmirante Rafael Adolfo Suárez González, con sede en Puerto Chiapas, quien de inmediato ordenaría el desplazamiento a la comunidad de Jaltenango de la Paz en el municipio de Angel Albino Corzo, del helicóptero de fabricación rusa MI-17, con equipo y tripulación especializada en combate de incendios forestales, que establecería su base de operaciones en el campo deportivo de la Universidad de Caficultura.

La conflagración ha tenido su origen en una zona de terrenos de difícil acceso, considerada como Zona Núcleo, a la cual los brigadistas habían tardado en llegar caminando, cinco horas, situación que sería superada con el arribo de la unidad aérea de la Armada de México, que los lleva por la mañana y los retorna por la tarde, y en ese espacio de tiempo intermedio, realiza viajes llevando agua para sofocar las llamas.

De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal, en las acciones de extinción del fuego, participan 254 personas, en turnos de ocho horas, apoyados por otros tres helicópteros de menor capacidad, uno de la Policía Federal y dos de la administración de la entidad, que enfrentan vientos constantes de 20 kilómetros por hora, además de temperaturas superiores a los 35 grados centígrados.

Considerando la cantidad de combatientes, le correspondería a cada uno apagar las llamas en un espacio equivalente a cinco mil 78 metros cuadrados (media hectárea), lo cual humanamente es imposible, dadas las condiciones complejas de la geografía del lugar.

Aún así, las autoridades aseguran que la conflagración ha sido dominada en un 50 por ciento, por lo que corresponderían todavía a cada uno de los bomberos habilitados, operar en dos mil 500 metros cuadrados, que por supuesto no alcanzarían a cubrir y menos si se toma en cuenta que durante 16 horas se deja de combatir la conflagración, que arrasa todo a su paso, avivada por los vientos dominantes.

Una situación por demás angustiosa para quienes participan de manera directa enfrentando las llamas, mientras sus superiores aguardan sin prisa y la menor preocupación, los resultados de su heroica intervención, para maquillar las cifras, que por cierto no son al cien por ciento ciertas como las plantea la Conafor.

Por ello, organizaciones civiles ecologistas del país y del extranjero, han enviados llamadas de auxilio al Presidente Andrés Manuel López Obrador, para que ordene el envío urgente de ayuda humana experta y de mayor número de helicópteros especializados, para que coadyuven con el de la Armada de México. en el lanzamiento aéreo de agua y se logre en menor tiempo la extinción del siniestro.

Sin embargo, como ocurre con las solicitudes de auxilio enviadas al Jefe del Ejecutivo Federal, por parte de los habitantes de la Frontera Sur, colindante con Centroamérica, para atender el grave problema de violencia e inseguridad prevaleciente, luego del arribo de decenas de miles de extranjeros indocumentados, éste sigue indiferente y tampoco ha movido un dedo que determine la intervención conjunta de las Fuerzas Militares, integradas como parte del Programa DN-III, para atender situaciones de siniestros y desastres en el país.

Exigencia al Gobierno de la República de la declaración de una guerra, sí, pero para combatir un siniestro que amenaza la destrucción de hermosas aves como el quetzal, símbolo de la patria guatemalteca, que ha sido visto por los campesinos de los ejidos de la zona del conflicto, salir huyendo en parvada para refugiarse en lugares más seguros.

De nada ha servido la petición de ayuda al Primer Mandatario, como tampoco la misma demanda a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Procuraduría federal de Protección al Ambiente, la Comisión Nacional Forestal (Conafor), y la Comisión de Areas Naturales Protegidas (Conanp), porque el silencio ha sido su única respuesta, mientras la valiosa flora de la reserva de El Triunfo, es convertida en cenizas.

Ahí están en pie de lucha para ser atendidas, diversas organizaciones de la sociedad civil, como Grupo Sierra Madre, Ideas AC, el Fondo para la Conservación del Triunfo y Na Bolom, que impacientes y en medio de la desesperación aguardan la respuesta favorable, que todavía el Presidente López Obrador no otorga, contradiciendo su discurso en torno a “su preocupación por la deforestación de Chiapas y de toda la república mexicana”.

Una solicitud que pone en evidencia la incapacidad del gobierno estatal, consecuencia de la apatía prevaleciente en los últimos tres sexenios, al no crear una fuerza especial anti incendios forestales, no obstante ser Chiapas uno de las entidades del país de mayor alto riesgo, como lo demuestran los registros correspondientes, en la que aparece dentro de los primeros lugares.

Tan es así, que al concluir el sexenio de Manuel Velasco Coello el 8 de diciembre pasado, el número de brigadistas de la Secretaría del Medio Ambiente era apenas de 56, que en la semana que termina fueron reforzados con otros 110, previamente capacitados, por instrucciones del gobernador Rutilio Escandón Cadenas.   

No obstante la disposición del mandatario, la realidad adversa que se enfrenta, deja muy en claro que dada la dimensión de la problemática estatal de siniestros constantes, en Chiapas no se cuenta con suficiente personal especializado para combatir con eficiencia los incendios, como tampoco con los equipos adecuados y mínimos requeridos, para contrarrestarlos oportunamente en las zonas forestales, que en lo que va de los primeros tres meses del año, se han suscitado en los municipios de Villaflores, Ixtapa, Arriaga, Acacoyagua y Acapetahua.

Más en contra de esta situación, lo representa el hecho de que en el pasado reciente, se llegaría a carecer de dinero para comprar la gasolina de las unidades de emergencia ubicadas en las sedes de brigadistas de la Secretaría de Medio Ambiente y de Protección Civil, en Tapachula, Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Comitán, Ocosingo, Jitotol, Motozintla, Villa Comaltitlán, Villaflores, La Concordia y Tonalá, entre otras.

Según el Centro Estatal de Control de Incendios Forestales, junto con el siniestro activo de El Triunfo, se mantiene otro en el ejido Roberto Barrios, del municipio de Cintalapa, que afecta 10 hectáreas, que sigue sin control.

Un combate al fuego a la mexicana, el realizado por los brigadistas que en su mayoría trabajan sin la protección de equipos especializados que protejan sus vidas, en el que participan campesinos voluntarios de las comunidades de influencia.

Aunque no se reconoce oficialmente, el incendio es señalado como devastador y sin precedentes en su historia, por los grupos ecologistas, y que por lo mismo puede causar daños irreparables a las especies como el quetzal, el pavón, tucán, jaguar, el ocelote y el tapir, por sólo citar algunas de las más importantes.

De no ordenarse la intervención del Gobierno de la República, el incendio podría extenderse más allá de las 135 hectáreas actuales, que los ignorantes de su importancia en el medio ambiente, podrían no estar de acuerdo en la alarma, si se toma en cuenta que esta Reserva de la Biósfera de El Triunfo tiene una superficie de 119 mil 177 hectáreas, las cuales fueron decretadas como tal, el 13 de marzo de 1990.

Un territorio único en México y en el mundo, que se extiende por la Sierra Madre de Chiapas, abarcando los municipios de Villacorzo, la Concordia, Angel Albino Corzo, Montecristo de Guerrero y Siltepec, en su ladera norte y central, mientras que en la parte centro-sur, por Acacoyagua, Escuintla, Mapastepec y Pijijiapan.

La principal identidad de El Triunfo, se encuentra en su bosque de niebla, considerado por los expertos nacionales y del extranjero, como un ecosistema demasiado raro y sumamente difícil de encontrar en otras latitudes, así como por tener la mayor biodiversidad por unidad de área y una mayor capacidad de obtención de agua por la condensación de la neblina.

Los estudios ahí llevados a cabo por los especialistas han llegado a la conclusión de que este fenómeno de la naturaleza permite que los árboles recarguen los mantos acuíferos, además de que al alimentar los afluentes que enriquecen al río Grijalva, hace posible el funcionamiento óptimo de las presas hidroeléctricas de La Angostura, Chicoasén y Mal Paso, que contribuyen de manera importante, al abastecimiento de la electricidad que se consume en México, al ser de las más grandes, junto con Peñitas, en la cercanía con Tabasco.                 

Preocupación en el mundo científico

mundial, porque este Bosque de Niebla, conocido como Mesófilo, ha sido blanco de la irracionalidad del hombre, que lo ha hecho perder más del 90 por ciento de su superficie original, por lo que es señalado como el ecosistema más amenazado en todo el planeta, al aglutinar en su seno especies que están condenados a desaparecer para siempre, entre ellas de árboles, mamíferos, aves, reptiles, plantas y flores.

Lamentablemente, hoy, propiciado por el mismo decreto Presidencial de 1990, la Reserva de la Biósfera de El Triunfo, se ha reducido a una Zona Núcleo de 25 mil 763 hectáreas, que es donde ocurre el incendio, compuesta por cinco polígonos y está considerada como propiedad de la Nación, en la que sólo se permiten actividades de protección, investigación científica, de educación y recreación, sin ningún asentamiento humano.

La segunda, clasificada como “Zona de Amortiguamiento”, con 93 mil 414 hectáreas de extensión, es propiedad de 28 ejidos y 338 propiedades privadas, dedicadas a la agricultura, ganadería y aprovechamiento de las maderas preciosas, que finalmente se ha convertido en tala sin reposición, constituyendo una actividad por demás productiva, pero ilícita, que cuenta con la complicidad de las autoridades federales, estatales y las Corporaciones policíacas.

Por lo mismo no es descabellada la hipótesis de que el siniestro en la Zona Núcleo de la Reserva de la Biósfera de El Triunfo, es provocado y por lo mismo representa un ecocidio que deberá ser investigado a fondo, con el consecuente castigo para sus autores intelectuales y materiales.

Pero antes, que el SOS que todo Chiapas hace al Presidente de la República, se atienda. Ojalá así sea, por el bien de todos.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.