Sequía: sin alimentos 2 millones en Centroamérica

El éxodo de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos hacia México, en ruta hacia los Estados Unidos, tiene además del sustento de la violencia, inseguridad, corrupción, impunidad, crimen organizado, pandillerismo, asesinatos, represión oficial, desempleo y empobrecimiento, el agregado de los efectos del cambio climático, que desde mediados de 2018, ha provocado una grave crisis alimentaria que afecta actualmente a dos millones de personas.

Referencia a los habitantes del medio rural de las tres naciones que integran la Zona más conflictiva de Centroamérica, conocida como el “Triángulo del Norte”, en el que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dos millones de seres humanos están afectados, de los cuales 500 mil corresponden a Guatemala e igual cantidad a Honduras, mientras la parte restante se divide entre El Salvador y Nicaragua.

Sin embargo, el área de afectación es mucho más amplia, pues se trata de una franja que abarca desde los límites con México, hasta tierras panameñas, a la que se conoce como “El Corredor Seco Centroamericano”, en la que viven 10 millones de personas, y que se extiende por el litoral del Océano Pacífico, en el que los efectos adversos por la alteración del clima mundial, han arrasado con sus cosechas de alimentos.

Son los más pobres, la mayoría pequeños productores que habitan en comunidades muy apartadas de los grandes centros urbanos, en las que lo común son la escasez o inexistencia de servicios básicos, dedicados a la agricultura de subsistencia, como también ocurre en muchas partes de México, que comen y viven de cultivos mínimos de frijol y maíz.

Tierras de temporal, que ante la prolongación de la falta de lluvias en 2018, se perdería el 70 por ciento de las cosechas que normalmente se obtienen en el mes de agosto, y que el exceso de las mismas, dañaría el 50 por ciento de las siembras programadas para ser recolectadas el pasado mes de marzo.

Definición de esta grave crisis de escasez alimentaria, por parte de los expertos de las Naciones Unidas, la cual advierten que ya se ha convertido en una hambruna que debería alarmar a los gobiernos de la Región, por la migración de familias completas a las ciudades más importantes en busca de ayuda, y en medio de su desesperación sumarse a las “caravanas del hambre” que han surgido de manera inédita por su cantidad, desde la hondureña ciudad de San Pedro Sula.

Su drama se ha minimizado al sumarse a los contingentes que diario parten a los municipios de la Frontera Sur de México, ubicando a Tapachula, como el principal punto de enlace para continuar, aunque en las últimas 12 semanas hayan optado por quedarse en sus inmediaciones y no avanzar hacia la Unión Americana.

No obstante la gravedad de su circunstancia terriblemente adversa, por su condición de “invisibles”, no han resultado trascendente para las redes sociales, como ocurre con los migrantes de Venezuela, y menos para sus gobiernos que incluso apoyan su salida del país, para dejar de ser un problema social menos, seguros de que en México tendrán empleo seguro, de acuerdo con la promesa del Presidente Andrés Manuel López Obrador.                    

De ahí, la declaración de emergencia y convocatoria del organismo internacional a los países del mundo, para recaudar en principio 72 millones de dólares, que permitan proporcionar alimentos con carácter de urgente, a 700 mil niños, mujeres y hombres, que permitiría coadyuvar para que la situación no se complique más.

Una situación social y económica agravada en la vecindad centroamericana, que vislumbra como inminente que un elevado porcentaje de los que pretenden ingresar a Estados Unidos, han empezado a convencerse de México es tierra fértil para quedarse en cualquiera de las entidades que conforman el territorio nacional de dos millones de kilómetros cuadrados.

Están plenamente seguros, de que el mandatario mexicano cumplirá con su palabra de darles empleo, además de que pese a sus complicaciones derivadas por la violencia, el panorama nacional para ellos, es mucho mejor que el que se viven en sus países de origen.   

Se sabe, por la ONU, que el 82 por ciento de las familias afectadas dentro del “Corredor Seco Centroamericano”, han vendido en los últimos meses los animales y las herramientas de trabajo que tenían para poder comprar alimentos, lo que les ha dejado prácticamente sin reservas económicas y han viajado con recursos mínimos, esperanzados en que aquí encontrarán todo lo necesario para llevar a cabo su proyecto de mejoría.

El cambio climático se ha convertido en una razón de mucho peso que obliga a migrar en principio dentro de su propio país y preferente a la Unión Americana, a los campesinos de la franja territorial afectada, en la que viven los dos millones de pequeños productores de granos básicos, con niveles de rendimiento muy bajos y por lo mismo intrascendentes en el panorama alimentario de la Región.

Centroamérica se ha convertido para México, en una Zona de muy alto riesgo en los últimos años y especialmente en los siete últimos meses, ante el desbordamiento de una corriente migratoria que dada la magnitud de sus problemas de subsistencia e inestabilidad, se incrementa con el paso de los días, poniendo en riesgo la salud y la seguridad de los 130 millones de mexicanos, al ingresar sin ningún tipo de control, tanto personas portando enfermedades aquí erradicadas o involucrando a delincuentes de alto riesgo, buscados internacionalmente, como son las bandas pandilleriles “maras”.

Una coyuntura en la que destacan por su agresividad los cubanos y hondureños, sin descontar a los africanos, que se mantienen a la expectativa, aunque su intención principal es establecerse en México, pues sus mujeres han empezado a dar a luz a nuevos hijos en territorio nacional, con lo cual adquieren derechos, de acuerdo con los convenios internacionales firmados por el Estado Mexicano.

América Central se convulsiona de nuevo como en las décadas anteriores, con resultados cada vez más desfavorables para el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que muy pronto se ha dado cuenta del error de su discurso inicialmente solidario, que en el corto plazo le ha llevado a situaciones de egresos presupuestales sin precedentes, para el apoyo de extranjeros migrantes.

La hambruna que se vive en la Región Central de América, es por supuesto, una parte mínima de la grave problemática global, ya que de acuerdo con el último informe publicado en septiembre de 2018, por la FAO, sobre “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, se afirma que por lo menos 821 millones de seres humanos en el mundo, padecen insuficiencia alimentaria.

Apenas el pasado dos de abril, el organismo de las Naciones Unidas y la Unión Europea, dieron a conocer en Bruselas, Bélgica, que 113 millones de personas en 53 países, experimentan en 2019 niveles elevados de inseguridad por alimentos, constituyendo la crisis alimentaria más graves del planeta. Además, otros 143 millones de personas en otros 42 países están solamente a un paso de tener que enfrentarse al hambre aguda

Reporte por demás preocupante para la sobrevivencia humana, al precisar que casi dos tercios de los afectados padecen hambre aguda y se concentran en ocho países caracterizados por graves conflictos bélicos internos, como son El Congo, Afganistán, Etiopía, Nigeria, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Yemen, que son precisamente de donde provienen los migrantes que se mantienen en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula o en un campamento dentro de los terrenos de la Feria Internacional.

Otros, deambulan sin ningún control por la ciudad y otros municipios de la Región Soconusco o se han estacionado viviendo en modestos hoteles y rentando casas, en tanto obtienen los salvoconductos que requieren para seguir su travesía hacia la Frontera Norte y cruzar a Estados Unidos.

La distancia geográfica, no es actualmente ningún obstáculo para el desplazamiento de quienes huyen de la barbarie, en cualquier punto de la tierra, que como nunca antes, en tan semejante dimensión había correspondido atender a México.

Dramas de migrantes latinoamericanos que se vivieron durante décadas en el siglo XX, fuesen prácticamente de la mayoría de los países del llamado subcontinente, pero que no tendrían comparación con lo que ahora ocurre.

En la cercanía inmediata, una historia de tragedias y sangre derramada, por conflictos bélicos internos insurreccionales de los países del Istmo Latinoamericano, desde Guatemala hasta Panamá, pasando por Honduras, El Salvador, Nicaragua, con las excepciones por contenidos menos dramáticos en Costa Rica y Belice, que en la cuarta parte del final de la centuria pasada, han sufrido los embates del narcotráfico internacional.

Toda una Región continental, en donde los centroamericanos han puesto los muertos, mientras que los estadounidenses, rusos y cubanos,   las balas, como en su momento ocurriría en la década de los 70, en Nicaragua, donde con el apoyo adicional del general Omar Torrijos, jefe de Gobierno de Panamá y el presidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo Odio, hicieron posible el suministro de armas y municiones a la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional, al dejarlas pasar por sus territorios, para derrocar el 19 de julio de 1979, al dictador-presidente nicaragüense, general Anastasio Somoza Debayle.

El respaldo y los buenos oficios diplomáticos del Presidente José López Portillo, contribuyeron a acelerar la caída del último eslabón de la dinastía familiar, que por cuatro décadas se mantuvo por medio de las armas en el poder. Carlos Andrés Pérez, mandatario de Venezuela, por aquellos años, fue también parte importante en el apoyo a los rebeldes del FSLN.      

Arribo al país en calidad de asilados,

de líderes políticos opositores, que así salvarían sus vidas o de los miles de indígenas guatemaltecos de los departamentos limítrofes con México, que invadieron territorio de la planicie central de Chiapas, para huir de la persecución y muerte implantada por los soldados kaibiles del ejército guatemalteco, acusándolos de complicidad con la guerrilla enemiga del gobierno.

Sería sin duda la primera ocasión en la historia del país, en que llegarían de manera masiva tantos integrantes de grupos étnicos, al grado de convertirse en un reto de grandes proporciones para atenderlos solidariamente, lo cual obligaría a la creación de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), institución que aún existe y proporciona actualmente apoyo y protección a los migrantes indocumentados.

Tiempos y problemas diferentes y más complejos por su magnitud e impacto, en el que el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, debe ya poner mayor atención, porque lo que hoy ocurre, no es nada comparado con lo que viene, una vez que el cambio climático ha llegado para quedarse, como respuesta al ser humano por la destrucción del planeta.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México. Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad