¿Y el blindaje sanitario de la Frontera Sur?

De veras que los funcionarios de los tres niveles de Gobierno, no se cansan de pronunciar discursos fuera de la realidad, al tratar problemas que no viven ni enfrentan, como lo hace la población del país.

El mejor ejemplo actual, es el de la migración extranjera que desde tiempos remotos se ha mantenido en la Frontera Sur, donde a pesar de los señalamientos oficiales, no ha existido ningún tipo de control, en su tránsito creciente y desordenado, rumbo a Estados Unidos.

¿Cuántas veces hemos escuchado afirmar con toda la vehemencia histriónica que les ha caracterizado, tanto a los secretarios de Salud federal, estatal y municipal, de que se establecerá un estricto blindaje sanitario en la colindancia con Centroamérica, para frenar la posibilidad de contagios de enfermedades graves, en principio a los habitantes de l faja fronteriza y luego los del resto de la república?

Las más recientes, las declaraciones el pasado 13 de febrero, del titular de la SSA chiapaneca, José Manuel Cruz Castellanos, en el sentido de que “el blindaje sanitario en la Frontera Sur, implica la revisión de todas las personas que ingresen y salgan del país, evitando así los riesgos de que traigan o lleven enfermedades, cuidando en todo momento el respeto pleno a los derechos humanos”.

Aseguraría entonces: “Antes de proceder a la entrega de las Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias se cubrieron una serie de requisitos, entre ellos una revisión de la salud de cada uno de ellos y aunque se detectaron algunas enfermedades, ninguna que sea de riesgo para el país”.

Y la pregunta obligada ante el hermetismo posterior guardado por el funcionario, que no ha vuelto a pararse desde entonces en la cada vez más peligrosa, desde la perspectiva epidemiológica, Región fronteriza en la vecindad con Guatemala:

¿Qué tipo de estudios y dónde se hicieron, para propiciar tal aseveración, que desde este espacio ponemos en duda, por los altos costos que significa evaluar de manera general a un ser humano, potencialmente portador de enfermedades que pueden ser peligrosas para la población chiapaneca y mexicana?

¿Cómo atreverse a tal certeza totalmente ajena a la realidad, considerando que son pocos los migrantes registrados en las garitas de Ciudad Hidalgo y Talismán, comparados con la gran mayoría de las más de 100 mil personas, que han pasado en los últimos siete meses y siguen incursionando en territorio nacional por el río Suchiate, cuando se tiene conocimiento de que no han sido  sometidos a los obligados exámenes de laboratorio, sino simplemente  a interrogatorios verbales y revisiones superficiales, por parte de personal insuficiente y no apto?

Triste perspectiva en función del supuesto blindaje, cuando en las instituciones del Sector Salud existen pocos especialistas en epidemiología, patólogos, por citar algunos de los que se requieren, además de que únicamente existe en Soconusco solo un experto en Infectología, el cual se ubica en el Hospital de tercer nivel de Ciudad Salud de Tapachula.

Panorama desolador para casi 130 millones de mexicanos, que a la distancia no miden las consecuencias que pudieran ser desastrosas para su salud, pues no es descabellada la idea de que en su travesía desde Sudamérica y América Central, traigan consigo enfermedades como chikungunya, zika, dengue en sus cuatro modalidades que incluye el hemorrágico, además del mortal ébola, que puede permanecer en el organismo de un enfermo, especialmente africano, hasta nueve meses.      

Hasta ahora, las Secretarías de Salud estatal y federal, parecieran desconocer por sus temerarias declaraciones, la longitud de 956 kilómetros de extensión en la vecindad con Guatemala; a Chiapas le corresponden 654 kilómetros, mientras que a Tabasco 108 kilómetros y Campeche 194 kilómetros.

A José Manuel Cruz Castellanos se le olvidaría explicar a los medios de comunicación y a la población susceptible de afectación en su salud, los mecanismos a utilizar, tanto humanos como de infraestructura e insumos, para crear blindar epidemiológicamente la frontera chiapaneca, desde la Costa, la Sierra, el Altiplano y la Selva Lacandona.

Pero como siempre hay excepciones, antes de continuar, me referiré a una grande, porque me consta, como a la comunidad científica a la que pertenece, la del médico reconocido internacionalmente y pionero más relevante de los trasplantes de riñón en México, Javier Castellanos Coutiño.

Durante su breve estancia como titular de la SSA chiapaneca, sería  el único en la historia médica de la entidad, que intentaría por primera vez la una infraestructura que permitiera una barrera de control sanitario e investigación en Tapachula, la ciudad más importante de la Frontera Sur, con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), filial de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Mi admirado amigo y paisano tapachulteco, el doctor Javier Castellanos Coutiño, la eminencia mundial, que en su afán de servir a Chiapas, aceptaría en mala hora ser, a partir del 1 de diciembre de 2006, secretario de Salud del gobierno de Juan Sabines Guerrero.

Cuando todo estaba listo para iniciar tan colosal iniciativa personal, respaldado por su prestigio internacional, el propósito fracasaría por los celos de un mandatario, que milagrosamente se mantuvo en el poder de 2006 a 2012, no obstante sus adicciones enfermizas.

El mismo Javier Castellanos Coutiño, explicaría ese capítulo negro de su historia, que le llevaría a renunciar y a ser víctima finalmente de una campaña calumniosa del desquiciado gobernante: “Acepté la invitación de un señor que no conocía, con el ánimo de servir.

A 13 años de su retorno efímero recuerda: “Fui a Chiapas muy lejos de una ambición política o de una necesidad de trabajo. Cerré parcialmente mi consultorio y minimicé un buen ingreso, sin más ánimo que servir a mi estado Chiapas, estado que llevo en la sangre, que siento en forma apasionada, que disfruto y sufro por una desafortunada historia de pobreza, caciquismo, abusos, iniquidades y para el que lamentablemente yo no veré ya mejores tiempos”.

Explicaría a la distancia, los razonamientos que tuvo que esgrimir para convencer a los funcionarios de la OPS en Washington y de la OMS en Suiza, para que desde Chiapas se trabajara conjuntamente para atender los problemas de salud que afectaban en ese momento y aún al sur del río Suchiate y al resto del continente.

Toda una tarea compleja en la que saldrían a flote las enfermedades que aquejan todavía a los chiapanecos, como el tracoma, la oncocercosis, paludismo, mortalidad materna e infantil, cáncer, dengue, tuberculosis, virus del VIH-Sida, agravados por el problema migratorio de la Frontera Sur.

Lograría por primera vez en la historia de la OPS en América (2008), que la Organización Mundial de la Salud autorizara una segunda oficina en México, en Tapachula, siendo la excepción toda vez que solamente existe una representación por país, lo cual desagradaría a Juan Sabines Guerrero, quien pretendió ubicarla en Tuxtla Gutiérrez, siendo rechazada su intención por el organismo mundial, dado que el problema estaba en la vecindad internacional por el paso de migrantes de casi 50 nacionalidades, y no en centro del estado.

Cuando todo estaba planeado por el eminente científico tapachulteco, para dar comienzo a los trabajos para la instalación del primer intento de blindaje sanitario y de investigación de la problemática de salud de los migrantes, la OMS y OPS, decidieron, ante la cerrazón del gobernador Sabines Guerrero, cancelar su presencia.

Inmediata renuncia del doctor Castellanos Coutiño, quien recuerda que nunca la administración sabinista informaría del uso de los 50 millones de euros, gestionados por él ante la Unión Europea, para abatir el rezago quirúrgico que como secretario de Salud encabezó en materia de trasplantes de riñón, en el Hospital de Tercer Nivel de Ciudad Salud, en Tapachula, que le fuera solicitado por el entonces titular de la SSA federal, José Córdova Villalobos, autorizándole a cambio, 690 millones de pesos para la compra de medicamentos.

La mediocridad y egocentrismo extremo del gobernante, no toleraría que el hombre de ciencia tuviera tanta respuesta tanto de la OMS, dando margen a una campaña mediática de desprestigio en su contra, en la que se le acusaba, sin ningún fundamento, de estar involucrado en un supuesto negocio de tráfico de órganos humanos para su beneficio, además de realizar manejos fraudulentos con los medicamentos enviados por la SSA.

Muy molesto por las bajezas emprendidas hacia su persona por el ahora cónsul de México en Orlando, Florida, el eminente médico presentaría su renuncia irrevocable, perdiendo Chiapas, la oportunidad de crear un sistema de salud acorde a los tiempos y a su grave problemática.          

Javier Castellanos Coutiño resumiría ese tiempo de su vida personal y como médico de fama internacional: “Dicen que en la vida lo que pasa es lo mejor, sin embargo yo lamento no haber contribuido más como era mi deseo en la historia de la salud de mi estado, era una gran ilusión personal y un esfuerzo que quise obsequiar al estado de mis ancestros. Lo lamento pero no era el escenario ni sus personajes, por múltiples razones los más recomendables para caminar en la historia”.

Se perdería pues, la oportunidad de crear, sino un blindaje, por lo menos la estructura de una estrategia que permitiera dar mayor seguridad a la población nacional, 11 años después, frente a la migración desbordada de centenas de miles de seres humanos de 52 países, que sigue entrando a México sin ningún control sanitario.

No se necesita ir más allá de los contactos fronterizos de Ciudad Hidalgo y Talismán, pero sobre todo por la saturación de la Estación Migratoria Siglo XXI en Tapachula, del Instituto Nacional de Migración, para saber con toda la crudeza

evidente, que los miles de migrantes están fuera de control en cuanto a las enfermedades que traen consigo.

Mucha la diferencia con Europa, donde los distintos gobiernos han establecido espacios cerrados, en los que se somete a cuarentena a los inmigrantes, para tener pleno control de potenciales enfermedades de los extranjeros que provienen de Siria y otros países árabes, que huyen de la guerra y los bombardeos orquestados por las naciones del Tratado del Atlántico Norte, lideradas por Estados Unidos.

Aquí, basta con que el indocumentado le diga a la autoridad migratoria que no está dispuesto a someterse a exámenes médicos, para que se abstengan de hacerlos, por temor a ser acusados ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y organismos internacionales como el de Refugiados de la ONU, sean africanos, cubanos, hondureños, haitiano, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y de otras nacionalidades.

Y mientras continúa el “proyecto” en las mentes plenas de ignorancia de las autoridades de la SSA, federal y estatal, de constituir un blindaje sanitario para frenar los riesgos de las epidemias de nuevas enfermedades y de las ya erradicadas, los chiapanecos se resignan a ser víctimas indefensas, como muchos millones en la república mexicana, ante la apatía que se ha vuelto costumbre.

Premio Nacional de Periodismo 1983. Club de Periodistas de México.    

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.