INM, los migrantes como botín y placer

La historia de las violaciones de los derechos humanos de migrantes extranjeros por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), no es nueva en la Frontera Sur de México, como tampoco en los caminos que los conducen a la Frontera Norte, en su propósito de ingresar a territorio estadounidense.

No solamente es la agresión física, psicológica y sexual, principalmente a las mujeres jóvenes, al ser interceptadas y mantenidas en cautiverio, sino la extorsión a todos los indocumentados de 47 países del mundo, que ingresan a suelo mexicano por la línea imaginaria con Guatemala, pasando por los múltiples cruces del río Suchiate, de la zona serrana, del altiplano y la selva de Chiapas por el río Usumacinta en la vecindad con El Petén chapín.

Creciente flujo de la migración en los tiempos actuales, por el agravamiento de las economías centroamericanas, que se observa con crudeza en las esquinas de las principales avenidas de Tapachula, la capital de la Región Soconusco, donde jóvenes con mochila al hombro y con credenciales a la mano, que los identifican como oriundos de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, ruegan a los automovilistas su apoyo monetario para continuar su camino.

Retenes de la “migra” federal, en las carreteras que conducen a la ciudad más importante de la Frontera Sur, donde el objetivo es detectar principalmente a mujeres, que una vez descubierta por el tono de voz su presencia ilegal, son detenidas y sometidas a malos tratos y amenazas e incluso condicionadas a los “favores sexuales”.

Situaciones cotidianas, que desde siempre no han trascendido, por el temor de las afectadas a ser deportadas de inmediato a sus lugares de procedencia, de donde han emigrado ante a la mayor pobreza extrema prevaleciente, comparada con la mexicana.

Actividad arbitraria y delictiva de los representantes del Instituto Nacional de Migración de Chiapas, que sin embargo han sido denunciadas en los medios locales de comunicación, pero que han sido ignoradas por las oficinas centrales.

Se recuerda que en el pasado reciente se tuvieron “asegurados” a un grupo importante de cubanos, a los que se liberó por instrucciones superiores del INM en Polanco, Distrito Federal, dándoles 72 horas para que voluntariamente abandonaran el país.

Más tarde se sabría que todos estos caribeños se dirigieron a Matamoros, Tamaulipas, para de ahí ser introducidos ilegalmente a Texas, por la mafia de cubanos anticastristas que radican en la Florida, y ser ubicados en Miami.

Por esos mismos días, un autobús que transportaba hombres y mujeres de nacionalidad cubana, detenidos en Cancún, fue interceptado en las inmediaciones del municipio de Palenque, en el norte de la entidad, por un grupo armado cuando, inexplicablemente, se dirigía a la Estación Migratoria de Tapachula.

Lo interesante del asunto, es que oficialmente nunca más se supo nada de los “secuestrados-desaparecidos”, que posteriormente se tendría conocimiento que habían arribado sanos y salvos a la península caribeña norteamericana, como parte del negocio de los enemigos de Fidel Castro y aliados incondicionales del gobierno norteamericano.

Pero no todos los migrantes isleños han corrido con la misma suerte, pues esta depende de su capacidad económica para ser considerados atractivos por los “polleros” cubano-estadunidenses, y que ante tan circunstancia adversa, se ven expuestos a ser víctima de los abusos de los elementos pertenecientes al INM dependiente de la Secretaría de Gobernación.

Tal es el caso que ahora, en el final del mes de julio, se ha convertido en todo un escándalo en contra del Instituto Nacional de Migración, protagonizado por un grupo de cubanas, arraigadas en la Estación Migratoria “Las Agujas”, localizada en la delegación Iztapalapa, al sur de la ciudad de México, que denunciaron haber sido agredidas física y sexualmente por agentes federales.

Y a diferencia de lo que normalmente ha ocurrido en Chiapas, se dio de inmediato la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, para investigar la acusación y brindar atención a las quejosas, que afirman que el presunto ilícito ocurrió este miércoles 29 de julio.

Según la versión dada a conocer a la CNDH, el incidente se suscitó luego de que las mujeres de la zona del Caribe, tuvieron conocimiento que un grupo de compatriotas hombres, fueron llevados al aeropuerto de la capital del país, para ser deportados a La Habana, lo cual motivó su inconformidad ante el temor de que les fuese a ocurrir lo mismo, dada su condición jurídica de ilegal.

Ante la sublevación de las cubanas, personal del INM intervino para someterlas y llevarlas al área jurídica, para ser interrogadas por las autoridades ahí presentes. El relato de las ofendidas precisa que en ese lapso de tiempo, serían objeto de la presunta agresión en su contra.

El arribo al lugar, procedente de Oaxaca, del sacerdote católico Alejandro Solalinde, reconocido defensor de los migrantes extranjeros en la zona del Istmo de Tehuantepec, de nuestro país, permitiría dar más voz a las féminas, al informar a conocer a los medios de comunicación que las cubanas fueron víctimas de agresión física previa, una vez que agentes de la “migra” mexicana, “las arrastraron desnudas cuando se encontraban en el área de regaderas dela estación migratoria”.

Reporte proporcionada al religioso de manera escrita por las quejosas desde su área de reclusión, toda vez que le fue impedido por el delegado federal del INM en el Distrito Federal, Víctor Manuel Vargas, el ingreso al centro carcelario temporal “Las Agujas”. Precisó que un agente al que se conoce como “Guillermo”, se encarga de golpear a las indefensas mujeres extranjeras ahí recluidas.

Finalmente, al advertir a las autoridades federales que no se retiraría del lugar, hasta que se le permitiera reunirse con el grupo de cubanas inconformes, Solalinde recibió el permiso para pasar al interior del inmueble de la Secretaría de Gobernación, donde conversaría con los miembros de la comunidad ilseña detenida, integrada por más de 40 personas, que incluían niños. Le enterarían que los migrantes deportados a Cuba, supuestamente tenían a su favor amparos para evitar su traslado, al tiempo que revelaron que su reclusión en “Las Agujas” sumaba más de 80 días, en los que han padecido mala alimentación e incomunicación que les ha impedido contactar a sus familiares, para solicitarles ayuda, por lo que han llegado al extremo de manifestar su malestar, mediante una huelga de hambre que tampoco fue atendida por las autoridades superiores del Instituto Nacional de Migración.

Un panorama nada agradable para este grupo de extranjeros, que al ser atendidos por personal de la Quinta Visitaduría General de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fueron apoyados para que se pudieran comunicar con sus familiares y abogados particulares que atienden sus casos.

El equipo de la CNDH incluyó una especialista en medicina que realizaría la investigación correspondiente, para comprobar la denuncia de agresión sexual por parte de agentes del INM, denunciada por las mujeres cubanas.

Compromiso de la institución, de “acompañar a las quejosas y la realización de diligencias para garantizar el respeto a los derechos humanos de la población en contexto de migración, y en su momento informará el resultado de la determinación correspondiente”.

Llama la atención, el hecho de la no información de intervención de autoridades judiciales, tanto federales como del Distrito Federal, para iniciar la averiguación por los presuntos delitos de violación sexual y agresión física al grupo de migrantes extranjeras, en manos de la Secretaría de Gobernación.

Una lamentable circunstancia, que vuelve a poner de manera negativa el nombre de México en el mundo, por el abuso que a diario cometen, como en este caso, autoridades federales, en contra de seres humanos que han abandonado su patria en busca de mejores oportunidades de vida.

Nuevos capítulos de las interminables historias que aquí en la Frontera Sur del país, son parte de lo cotidiano en el atropello de los derechos humanos de mujeres extranjeras que sin importar exponer sus vidas, arriban en su afán de llegar a la casi amurallada línea internacional que divide a México de Estados Unidos.

La gran mayoría arriba sin recursos económicos suficientes para seguir avanzando, por lo que buscan empleo en los lugares que les puedan generar dinero rápido, dada su condición de madres solteras en un elevado porcentaje.

Es así como ante los bajos salarios, pero sobre todo por la falta de oportunidades al no existir vacantes en los negocios comerciales, deciden emplearse como meseras en los “botaneros” o los centros nocturnos de la localidad, donde lo mismo laboran como bailarinas o acompañantes –“ficheras”-, de los parroquianos que acuden a divertirse en estos lugares.

Suele ocurrir con mucha frecuencia, que las jóvenes, especialmente las hondureñas, de atractivos rostros y figuras, incurran en la prostitución para lograr su propósito de capitalización, que les permita continuar hacia la Unión Americana.

Su presencia es controlada por los agentes del Instituto Nacional de Migración, que lo mismo las extorsionan bajo la amenaza de la deportación o piden a cambio también el pago mediante favores sexuales. Los dueños de los “teibols”, junto con los de “Botaneros”, tienen que realizar mensualmente la “vaquita”, para enviársela como “un atento presente y saludo”, a las instancias de alto rango de la “migra” y así evitar ser molestados bajo la acusación de lenocinio. Una actividad, en la que participan también policías de Corporaciones federales, estatales y municipales.

Un “círculo vicioso” que es bien sabido desde siempre no solamente en Tapachula, pues el negocio se extiende, lo mismo que el de indocumentados hombres, hacia todos los municipios

de Soconusco Costa, que incluyen Suchiate, Frontera Hidalgo, Metapa, Tuxtla Chico, Unión Juárez, Mazatán, Tuzantán, Huixtla, Villa Comaltitlám, Acapetahua, Escuintla, Acacoyagua, Mapastepec, Pijijiapan, Tonalá, hasta llegar a Arriaga, donde “La Bestia” –el ferrocarril-, aguarda todos los días a los migrantes de todo el mundo, para que a bordo de su “lomo” se transporten rumbo al centro y norte de la república.

Ciudad Hidalgo, cabecera municipal de Suchiate, es el punto de contacto inicial formal de los migrantes, por ser el lugar donde por pagos a partir de cinco mil pesos para la obtención de un acta de nacimiento, en automático se convierten en mexicanos.

Irregularidades que se suscitan, no obstante la realización de una compleja tarea de protección de la Administración chiapaneca a la migración indocumentada y a la trata de personas en la Frontera Sur de México, que hasta ahora ha dado resultados bastante satisfactorios, aunque mucho falta por hacer en la materia.

Coyuntura, en la que lo ocurrido en la Estación Migratoria “Las Agujas” del Instituto Nacional de Migración en el Distrito Federal, no debe quedar circunscrita solamente en la investigación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al incidente de las jóvenes mujeres de nacionalidad cubana sino ampliarla a todo el país.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013.