A la mitad del camino, renacen esperanzas

Muy atrás aquellos rituales del traslado del titular del Ejecutivo Federal, a bordo de un carro descubierto, de Palacio Nacional a la sede del Poder Legislativo, yendo por el sendero de vallas humanas y cascadas de papeles de colores, porras y mantas de felicitación gremiales. Del obligado Informe Presidencial anual ante los diputados y senadores y el presidente del Poder Judicial, a los aplausos de los correligionarios e impugnaciones de los opositores.

La recepción en el recinto del Poder Ejecutivo, el saludo de los diplomáticos, de los gobernadores, de las fuerzas vivas, que se compartían con el agua de jamaica o de horchata organizada por la compañera María Esther Zuno, en los días del Presidente Luis Echeverría Alvarez, para continuar con José López Portillo, y ya de menos contacto popular con Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, hasta el arribo del panismo a Los Pinos, con Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, que hicieron del Auditorio Nacional su espacio informativo anual.

El retorno en 2012, del Partido Revolucionario Institucional, después de 12 años de ausencia en el ejercicio del poder omnímodo, Enrique Peña Nieto establece que el Palacio Nacional sea el lugar para dar a conocer el estado que guarda la Nación, a los representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, lo mismo que a mandatarios estatales, miembros del Gabinete Federal, embajadores, rectores de universidades, empresarios, líderes políticos, intelectuales y representantes de la sociedad civil.

Presentación de sus logros a la mitad del camino sexenal, este miércoles 2 de septiembre, en el patio Central del emblemático edificio de la Plaza de la Constitución, en donde afirmaría que el último año de su gobierno ha sido difícil para México, al verse profundamente lastimado por los hechos ocurridos en Iguala (el secuestro y desaparición de 43 jóvenes estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero), o la fuga de un penal de alta seguridad (de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera), que “nos recuerdan situaciones de violencia, crimen o debilidad del Estado de Derecho”.

Reconocimiento del conflicto de interés, que incluso lo involucraron por una propiedad multimillonaria en Las Lomas, como denuncias de corrupción en los órdenes municipal, estatal y federal, además de algunos casos en el ámbito privado, “que han generado molestia e indignación en la sociedad mexicana”.

Aceptación también de que estas situaciones son muy distintas entre sí, pero todas lastiman el ánimo de los mexicanos y la confianza ciudadana en las instituciones, al que se suma ahora la preocupación de las familias por el futuro de la economía, cuando escuchan en los medios de comunicación que bajan los precios del petróleo y sube el dólar.

Lenguaje franco, al externar su convicción de que el país enfrenta una situación de desconfianza en lo interno y de incertidumbre en lo externo, por la economía internacional, que constituyen desafíos que tienen una respuesta contundente de su Administración, en la claridad del rumbo a seguir con absoluta determinación, yendo hacia adelante comprometidos con la ley, con la justicia, con el respeto a los derechos humanos y la integridad en el servicio público.

Certeza Presidencial de que en los siguientes tres años se seguirá transformando a México con las nuevas instituciones de transparencia y combate a la corrupción, apoyado en la aplicación de 10 nuevas medidas que tendrán como prioridades el fortalecimiento del Estado de Derecho, el impulso al crecimiento económico y el combate a la desigualdad.

Optimismo del Presidente Peña Nieto, de que se refrendará al mundo que somos un país responsable en el que se puede confiar, creer y crecer. Vamos a seguir siendo atractivo para las inversiones y así poder generar más empleo.

Coyuntura a la mitad del camino, en la que pesan de más las herencias de los últimos seis sexenios –cuatro del Partido Revolucionario Institucional y dos de Acción Nacional-, de incumplimientos de promesas de campañas y de gobierno, que hoy hacen complejo el futuro de México, al iniciarse la era neoliberal de desmantelamiento del patrimonio de la Nación, en la que ha predominado la corrupción y la impunidad, que han adquirido actualmente niveles que podrían poner en riesgo la estabilidad social, ante una sociedad civil cada vez más demandante y actuante.

Paso de los días de la euforia de José López Portillo y Pacheco con su slogan proselitista de “La Solución Somos Todos” y ya en el poder, de prepararnos para administrar la abundancia, ante el boom de la riqueza petrolera; de la “Renovación Moral de la Sociedad”, con Miguel de la Madrid Hurtado, que inicia discrecionalmente la entrega de los bienes nacionales al capital extranjero, que se consolida con la contundencia de Carlos Salinas de Gortari, que durante seis años lleva a cabo las reformas constitucionales que abren de par en par las puertas del país, a la inversión sin freno del capital transnacional en áreas estratégicas.

Resurgimiento de la esperanza de una vida mejor, cuando el mandatario de entonces subraya a cada momento que ya estamos en la cercanía del despegue económico que a todos beneficiará, principalmente a la gran mayoría de pobres. Más aún cuando hace creer que la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), será la solución de todos nuestros males, para tornarse en nuestra peor pesadilla al favorecer el esquema de la macroeconomía, más no el bolsillo de las familias mexicanas.

Muchos platos rotos, con cargo al pueblo, por parte de siglas y colores distintos encaramados en las cúpulas de un poder público que a más de 200 años de la Independencia y más de 100 de la Revolución Mexicana, no han hecho realidad los objetivos de ambas causas, que parecieran haber derramado en vano la sangre de millones de mexicanos.

Escala de retrocesos como “el error de diciembre de 1994”, en la que Ernesto Zedillo tuvo que responsabilizarse de la grave devaluación del peso y de sanear los bancos con un costo escandalosamente elevado, para después entregarlos a precios de ganga a corporativos españoles y estadounidenses principalmente, sin que éstos pagaran un solo peso de impuestos al comprarlos

La llegada de “La Alternancia en el Poder” del PAN, con Vicente Fox Quesada, con la bandera de campaña para ganar la Presidencia de la República, de “destapar la cloaca” del Fondo del Rescate Bancario, sin que finalmente ocurriera, mientras su gobierno seguiría al pie de la letra y mejorándolas en muchos rubros, las viejas costumbres de la cínica corrupción e impunidad que igual caracterizaron a la Administración de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

Ambos concretarían la intención salinista de la intervención dominante del capital extranjero, principalmente español y norteamericano, en las dos empresas mexicanas estratégicas, Petróleos Mexicanos (PEMEX), y Comisión Federal de Electricidad (CFE), que simbolizan la independencia y soberanía nacional, que hoy continúa.

Esa, es la realidad que enfrenta el pueblo mexicano y su gobierno, en medio de una vorágine cada vez más preocupante de pobreza extrema que sigue creciendo, pese a los esfuerzos que el Gobierno de la República desarrolla para contrarrestarla.

Respuesta a ese clamor social del Presidente Enrique Peña Nieto, en cuanto a que su responsabilidad como Jefe de la Nación, desde 2012, cuando México votó por un proyecto de cambio con rumbo, de fondo en las instituciones, avanzando sin dividir, reformar sin excluir y transformar sin destruir.

Eso, diría, es lo que hemos hecho como país, en estos 3 años, al enfrentar rezagos ancestrales, vencer resistencias, superar inercias y transformar instituciones. Si hace 3 años era importante que el país no diera un salto al vacío, hoy es esencial que México no claudique en su proceso transformador.

Exposición de logros en su tercer informe, al afirmar que “nos comprometimos a hacer reformas estructurales y hoy ya se están implementando; a modernizar las políticas públicas y así lo hemos hecho; a desarrollar infraestructura a lo largo del país, y la estamos construyendo. Estamos cumpliendo con el proyecto de cambio con rumbo al que me comprometí”.

Plena seguridad Presidencial, de que no obstante enfrentar viejos y nuevos problemas, para superarlos, lejos de retroceder, para continuar en la ruta trazada por su Administración, “hoy tenemos cimientos más sólidos para enfrentar la coyuntura internacional, y sobre todo, para edificar una nación más próspera e incluyente”.

Visión de Enrique Peña Nieto, de que lo que sigue ahora, es transformar positivamente la vida diaria de millones de mexicanos, cambiar las situaciones cotidianas de inseguridad, injusticia y corrupción, de falta de oportunidades, pobreza y desigualdad.

Un mandatario que sigue cosechando las malas siembras del pasado, y que por lo mismo reconoce que uno de los retos más grandes de gobernar nuestro país, es el de superar las diferencias sociales y acortar las brechas de desarrollo entre regiones, pues mientras algunas zonas y estados avanzan y prosperan, otros permanecen rezagados.

Tiempo de evaluación, en el que el Gobierno de la República y su presidente, hacen posible que pese a todo, el país se mantiene en paz, al disminuir de manera importante los índices de violencia y delictivos, dada la mejor coordinación institucional federal, estatal y municipal, sin dejar de reconocer la existencia de focos rojos, que a diferencia del pasado no trascienden más allá de lo que pretenden quienes insisten en desestabilizar al país.

Su bandera para combatir la pobreza se da al margen de una política asistencialista, incorporando a sus beneficiados, principalmente en el medio rural-indígena a sistemas productivos encaminados a ir más allá de la autosubsistencia.

Justo es

reconocer que la Cruzada Nacional Contra el Hambre, que busca asegurar la alimentación de las personas de menor ingreso, beneficia a 4.5 millones de personas de los estados más pobres como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, mediante la operación de más de siete mil 800 comedores comunitarios, donde se alimenta a niños, mujeres embarazadas o en lactancia y adultos mayores, demostrando ser una estrategia efectiva para combatir la pobreza extrema y el hambre, en la que por cierto, habrá de afinar más detalles para lograr mejores resultados.

Replanteamiento en cuanto a que se requiere de un cambio en el modelo de desarrollo, pues no es suficiente alcanzar buenas metas con una política social centrada en mitigar la pobreza, por lo que se requiere de una normatividad enfocada a elevar la productividad, crear más empleo y generar riqueza.

No debe olvidarse, que el México que hace 21 años describió el fallido candidato Presidencial Luis Donaldo Murrieta, sigue vigente, al existir una hambre y sed de justicia, que hoy corre el riesgo de ser manipulada con mayor facilidad, por quienes desde la demagogia y el populismo alientan la insatisfacción y fomentan el odio.

*Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013