Corrupción e impunidad en nombre del Stan

El pastor de la Iglesia del Nazareno y falso abogado, el soyaloense Pablo Abner Salazar Mendiguchía, nunca se imaginó que en su vida la tragedia de miles lo convertiría en un hombre exageradamente rico en cuestión de 11 meses, en la recta final de su periodo como gobernador de Chiapas (2000-2006).

Sí, el mismo que 30 años antes llegó a mi oficina, donde por primera vez establecí en el país el concepto de Coordinación General de Comunicación Social, del Gobierno de Chiapas, que hoy utiliza la Presidencia de la República. Arribaría una noche de aquellas de mi gestión de un año, de la mano de su hermano Roldán Salazar Mendiguchía, entonces secretario General de la Universidad Autónoma de Chiapas.

Nada que ver con el personaje dictatorial, perverso, corrupto, rencoroso, vengativo, intolerante, represor, de absoluto abuso del poder e impunidad, en que se convertiría al arribar a la gubernatura del estado más pobre y atrasado de México, bajo la protección de Vicente Fox Quesada.

Días de zalamería, en que de entrada me llenaría de elogios al decir que era un honor para él, que un Premio Nacional de Periodismo lo recibiera (el primero ganado en 1983), lo cual me agradecía infinitamente. Preámbulo, luego de que se retirara a los 10 minutos Roldán, para comentarme que como pastor de su Iglesia del Nazareno había asistido a una reunión de su Congregación en Houston, Texas, en la que se había gastado todo su dinero, por lo que rogaba mi ayuda para que le comprara un equipo Sony de video, porque no tenía para darle de comer a su familia.

Le pagué al día siguiente lo que me pidió, equivalente en pesos, mil dólares, para que pudiera salir adelante de su problema de subsistencia personal y familiar, allá por los rumbos de la colonia 24 de Junio, en Tuxtla Gutiérrez, donde vivía e condiciones muy modestas.

Vendrían sus días de gloria en los primeros meses de 1994, a partir de que el mandatario interino, Javier López Moreno, lo hiciera secretario general de Gobierno, cargo que ejerció tres meses para de ahí saltar a la candidatura por el Partido Revolucionario Institucional a la Senaduría, sin tener ningún antecedente de representación popular.

Antes de concluir su gestión en el Senado de la República, se convertiría en aspirante a la Gubernatura, para lo cual renunció a su breve estadía como militante priista para abanderar en el año 2000, los postulados de una coalición de varios institutos políticos, encabezada por los Partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional.

Bajo el manto de su nuevo protector, Vicente Fox Quesada, Pablo Abner Salazar Mendiguchía, cometiendo el grave delito de usurpación al ostentarse como abogado sin haber terminado la carrera, ya que la cédula pertenecía a una mujer titulada por la Universidad Autónoma de Puebla y que por esos días ejercía en Cuernavaca, Morelos, empezaría una era de violencia y terror inédita en tierras chiapanecas.

Se convertiría en amo y señor de vidas y patrimonios, que lo mismo “cobraba facturas” al perseguir y encarcelar a sus enemigos, que previo al cargo lo habían exhibido como una persona deshonesta e inmoral, a los que lo mismo acosaba mediante el espionaje telefónico, cateaba sus casas o agobiaba fiscalmente con auditorías amañadas, con el propósito de ponerlos tras las rejas.

Enriquecimiento con la obra pública, que en parte se repartía en cantinas de todo el estado, ofertadas con un mínimo de 15 por ciento de comisión, por uno de los hermanos del todopoderoso mandatario, y otras se destinaba directamente a las constructoras de su propiedad, operadas con prestanombres, cuyas ganancias más que extraordinarias, según revelaban sus más cercanos colaboradores, se depositaban en cuentas de bancos en el paraíso fiscal de Panamá, adonde con frecuencia llegaban sus emisarios a bordo del avión oficial.

Pero la tragedia provocada por el huracán Stan el 5 de octubre de 2005, principalmente en Tapachula, dentro de la Región Soconusco, en la Costa chiapaneca limítrofe con Centroamérica, vendría ser para el pastor Salazar Mendiguchía, la “bendición mayor” para sus ya de por sí engordados bolsillos, al disponer personalmente y sin recato de los dineros enviados por la Federación –más de 20 mil millones de pesos- para las tareas de Reconstrucción.

Pablo Abner y la familia feliz Fox-Sahagún, se repartirían el inmenso pastel financiero autorizado por el Poder Legislativo Federal, para atender las más urgentes necesidades de los miles de damnificados-sobrevivientes, que en principio demandaban en los albergues alimentación, servicios médicos, pero sobre todo nuevas viviendas y servicios básicos de drenaje, agua potable y electricidad.

Astutamente el entonces gobernador, con la complicidad del presidente de la República, aumentó a 41 los municipios presuntamente damnificados, con el propósito de obtener la mayor cantidad de recursos económicos y así tener más oportunidad de hacer negocios.

Demasiado dinero y poco tiempo para invertirlo y lograr las ganancias exageradas programadas a favor de la causa Salazar-Fox, cuyo sexenio concluiría en menos de un año, a partir del inicio del flujo milimillonario.

Compra de terrenos ejidales sin mediar certificación alguna de la propiedad, para la edificación de miles de viviendas, que todo parecían menos eso, dada la dimensión reducida e insultante de sus espacios de dos habitaciones, para dar cabida a familias de más de cinco integrantes.

Fraccionamientos con casas construidas sobre predios inundables, con materiales de ínfima calidad, sin impermeabilizante, y sin pintar, que en la siguiente temporada de lluvia, el agua se filtraba por sus techos y paredes, inundándolas, lo mismo que su entorno.

Voracidad total al ordenar personalmente el gobernador Salazar Mendiguchía, el pago de facturas a sus propias constructoras y las de los hermanos Bribiesa Sahagún, hijos de la primera dama Marta Sahagún, que amparaban obras inexistentes o sin concluir, fuesen de escuelas, centros de salud, caminos de terracería, carreteras de asfalto, puentes e incluso centenas de viviendas que hasta ahora se desconoce su ubicación, pero que en su momento fueron liquidadas totalmente por la Administración estatal.

Investigación posterior al concluir el sexenio 2000-2006, desde la Auditoría Superior de la Federación del Congreso de la Unión, que reveló en principio gastos sin comprobar de más de mil 100 millones de pesos, por parte del gobierno de Pablo Abner, que es frenada de inmediato por el segundo presidente de la República del Partido Acción Nacional, en la llamada Alternancia del Poder, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien en contubernio con el sucesor Juan Sabines Guerrero, que seguiría los pasos de la traición, luego de ser diputado local y alcalde de Tuxtla Gutiérrez, abanderando la causa del PRI, al que renuncia para ser postulado por los mismos partidos políticos que sirvieron a Salazar Mendiguchía para asumir el gobierno estatal.

En la persona de Sabines Guerrero, Pablo Abner haría sentir su poder detrás del trono, hasta que en un momento de lucidez, Juan decide meter a la cárcel a su antecesor, para demostrar quién mandaba en Chiapas, encarcelando también al exfiscal Mariano Herrán Salvatti, quien no solamente fue en su Administración titular de la Fiscalía, sino secretario de Economía.

Y mientras sustentaban sus diferencias con dimes y diretes a cargo de connotados periodistas televisivos ventajosamente al servicio de Pablo Abner Salazar Mendiguchía, entre ellos Carmen Aristegui, Adela Micha y “Brozo” el “payaso-periodista”, los tres personajes escenificaban la ingobernabilidad en suelo chiapaneco, en tanto los damnificados por el huracán Stan, lo mismo marchaban en Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, que realizaban plantones ante la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República, para exigir justicia y cárcel a los responsables de su tragedia posterior al huracán Stan.

Nunca se hizo caso en la esfera federal, a las protestas e inconformidades de los sobrevivientes que reclamaban el otorgamiento de las escrituras de las microcasas mal construidas que habitaban en fraccionamientos edificados en terrenos ejidales y por lo mismo, irregulares.

Terminado el sexenio de Sabines Guerrero, que endeudaría a Chiapas con más de 20 mil millones de pesos, de créditos otorgados por la banca oficial, con el visto bueno de Calderón Hinojosa y la aprobación de dos legislaturas locales, cuyos integrantes recibieron gratificaciones millonarias a cambio de otorgar la autorización de préstamos que hasta ahora no se sabe con precisión para qué fueron utilizados.

Arribo de Manuel Velasco Coello al gobierno de la entidad, en diciembre de 2012, para percatarse de inmediato de las graves irregularidades cometidas en principio por Salazar Mendiguchía y secundadas por Sabines Guerrero, de no dar certidumbre jurídica a las víctimas del huracán Stan, sobre las viviendas que habitaban.

Situación que es atendida de inmediato por su Administración, mediante la participación de la Promotora de Vivienda Chiapas, a cargo de Bernardo Thomas Gutú, que después de tres años de trabajo ha dado respuesta al justo reclamo, al escriturar a favor de los interesados cinco mil casas, contemplando que al concluir el mandato sexenal, otras ocho mil habrán quedado regularizadas.

Un proceso de regularización que hasta ahora ha tenido un costo de 30 millones de pesos, al tener que pagarse certificados de libertad de gravamen, cédula de avalúo, inscripción en el Registro Público de la Propiedad, honorarios de notarios, lo cual hace posible su traslado de dominio como propiedad ejidal a privada.

Para dar idea de la magnitud y complejidad del problema, baste decir que solamente en Tapachula se han regularizado de 2013 hasta lo que va de 2015, dos mil 80 viviendas, con lo cual los ánimos de los damnificados

inconformes desde hace 10 años, empezaron a tranquilizarse al encontrar respuesta en el actual gobierno.

Una prueba contundente de la improvisación que dio margen al desorden y río revuelto, por parte de Pablo Abner Salazar Mendiguchía, que mantuvo intocable Juan Sabines Guerrero, generando un clima de zozobra absoluta entre los inquilinos de las casas de los denominados “Fraccionamientos Vida Mejor”, que más bien constituyen una burla para los beneficiarios.

Total falta de honestidad de ambos personajes de la política y gubernatura chiapaneca, que tal parece no serán llamados por la justicia, ya que Salazar Mendiguchía sigue contando con la bendición de Vicente Fox Quesada, que sin duda pesa como expresidente en el ánimo del titular del Gobierno de la República, Enrique Peña Nieto, de tal forma que seguirá manteniéndose intocable, a pesar de las contundentes pruebas de enriquecimiento ilícito en su contra, que hoy hacen trizas los compromisos hechos en campaña, de combatir a fondo la corrupción y la impunidad en México.

A la mitad del sexenio federal, otro mal síntoma del incumplimiento, cuando en lugar de ser investigado por su rapiña cínica y escandalosa con los más de 20 mil millones de pesos del dinero del endeudamiento y demás negocios con la obra pública, Sabines Guerrero ha sido premiado con el Consulado de México en Orlando, Florida.

Los chiapanecos no merecen tanta burla de quienes ejercen el poder, más no la voluntad política para hacer justicia, en los días en que las promesas se las siguen llevando los vientos del olvido.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013

Premio al Mérito Periodístico 2015, del Senado de la República