Hambre y miseria centroamericanas invaden la Frontera Sur

La llamada globalización de la economía mundial, que subordina y empobrece más a los llamados países emergentes del planeta, aunado a los graves efectos del cambio climático, manifestados en forma de prolongada sequía, afectan con gran severidad a las naciones centroamericanas, lo cual se refleja en el segundo mes de 2016, con mayor crudeza en la Frontera Sur de México.

Miseria, hambre y enfermedades como Zika, Chikungunya y Dengue, constituyen hoy en esta ancestralmente abandonada Región del país, una peligrosa avalancha migratoria sin control, que pone en alto riesgo la estabilidad social y de salud, especialmente en Soconusco, habitada por más de un millón de habitantes.

Basta con salir a las calles de Tapachula, la ciudad más importante de la colindancia chiapaneca-mexicana con el istmo latinoamericano, para constatar la presencia cada vez mayor, sobre todo de hombres jóvenes y adultos, que en cada esquina han optado por la mendicidad para solicitar una moneda para adquirir alimentos y poder subsistir una vez que se han internado en territorio nacional, huyendo de sus países donde no hay trabajo y si demasiada carestía, delincuencia y violencia.

Aquí, el problema agregado es que no se sabe quiénes de los que transitan por la Zona, son prófugos de la justicia y vienen a crear un ambiente de inseguridad para los municipios fronterizos.

Hasta ahora, del casi millón de pobladores de la “Perla de Soconusco”, extraoficialmente se estima que un 30 por ciento es de origen centroamericano, avecindado de manera irregular en las áreas periféricas, donde carecen de los servicios básicos como agua potable y drenaje.

Una gran oleada humana que se teme desde las esferas federal, estatal y municipal, que venga a engrosar ese sector demográfico y con ello complicar la ya de por sí compleja problemática de atención gubernamental a los grupos marginados, aunado al hecho de que en este conglomerado migratorio, incluye a jóvenes mujeres que se prostituyen o son explotadas sexualmente por lenones locales o de su misma nacionalidad, que las han enganchado desde sus lugares de origen.

Presunción de que la mayoría de los integrantes de este mayor flujo migratorio transita rumbo a Estados Unidos, situación que se pone cada vez más en duda, dada su condición de extrema pobreza que los mantiene a la deriva, siempre en espera de la solidaridad de los chiapanecos.

Honduras es el país que está generando con mayor dramatismo la expulsión de su población más empobrecida, toda vez que se ha convertido en una nación donde hay hambre y no hay trabajo, por ser uno de los cuatro países más pobres de América Latina, junto con Haití, Bolivia y Nicaragua, en el que un 71 por ciento de sus 8.4 millones de habitantes viven en pobreza y el desempleo es de un 40 por ciento.

Actualmente, más de dos millones de personas en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, enfrentan con desesperación una escasez de alimentos, resultado de la prolongada sequía de los últimos tres años, provocada por el por el cambio climático mundial, asociado con el fenómeno conocido como “El Niño”, que se refleja en un agravamiento de la desnutrición infantil y de adultos.

Area geográfica identificada por su producción de café, que de igual forma ha sido siniestrada por el recrudecimiento de la plaga de la roya, que ha repercutido en pérdidas de empleos e ingresos para centenas de miles de familias campesinas, cuyas repercusiones se han proyectado a las plantaciones en territorio chiapaneco, por la indiferencia que ha mantenido la Secretaría de Agricultrura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

En Honduras se mantiene vigente una “emergencia alimentaria”, frente a una realidad por demás critica, al dejar la escasez de lluvias sin alimentos a un millón de seres humanos, en 13 de los 18 Departamentos (estados) del país, mientras que en El Salvador, el hambre es denominador común en el medio rural.

Guatemala, la vecina de México en esta Frontera Sur, mantiene una afectación extrema por el déficit de lluvias, al grado de reportar zonas de áreas de cultivo de maíz y frijol, que se han perdido hasta en un 100 por ciento, causando estragos en 40 municipios del país, en los que se concentran casi un millón de pobladores.

Advertencia desde finales de 2015 por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de que “El Niño”, provocará en Centroamérica un descenso de hasta 60 por ciento en la producción de maíz y 80 por ciento en la de frijol, lo cual tornará más difícil la condición ya de por sí desventajosa y angustiante de los productores campesinos.

Según el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN), actualmente se encuentra en su fase madura y es parte fundamental del cambio climático, está relacionado con el calentamiento de las aguas del Pacífico Oriental Tropical, que afecta no solamente a América Central, sino también a México, Colombia y Ecuador.

Los estudiosos del tema, consideran que en 2015, el fenómeno fue “especialmente fuerte, más profundos que en 2014, influyendo en el clima regional, al generar condiciones poco comunes”, provocando hambrunas por la falta de agua para los cultivos que automáticamente se han perdido, al igual que el alimento para el ganado.

Precisión de la FAO en cuanto a las pérdidas en la Región centroamericana, al referirse a Guatemala, donde las siembras de maíz se frijol se han arruinado totalmente en diversas zonas, dejando sin alimento a los más pobres, en tanto que en Nicaragua, la mitad del área de cultivo de granos básicos, ha resultado dañada por la sequía.

La diferencia se observa en Costa Rica y Panamá, donde no obstante que la situación climática es similar, su condición socioeconómica es radicalmente diferente y ahí no se corre el riesgo de la desnutrición .

A principios de 2015, el Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica, advertiría que ocurriría una escasez de lluvias para la zona Pacífico y el Valle Central, lo cual se cumpliría cabalmente, al grado de que en agosto el déficit en ésta última región, fue de un 90 por ciento.

Cartago, la ciudad tica ubicada al este de San José, la capital nacional, fue receptora únicamente de 12 litros por metro cuadrado, en lugar de los 150 que se registran normalmente. Algo similar pasaría en Alajuela, al noroeste, que de un promedio de 230 litros, únicamente recibió 85. En septiembre, las descargas pluviales mejoraron, aunque sin llegar a la normalidad acostumbrada, evidenciando la escasez como nueva constante climática, afectando a su ganadería nacional.

En Panamá, “El Niño” ha obligado al gobierno a declarar una alerta que establece la prohibición de regar jardines y parques públicos, mientras pasa la crisis de insuficiencia del vital liquido.

Perspectiva para 2016 nada halagüeña, si se considera que este fenómeno, de acuerdo con las predicciones de los expertos del CIIFEN, lo peor podría estar por llegar, luego de alcanzar la sequía su máxima intensidad de noviembre de 2015 a enero de 2016, con el pronóstico de que podría extenderse en los siguientes meses. Lo peor, se dice, podría estar por llegar.

Un panorama inmediato en la Región Centroamericana, que hará más difíciles las ya de por sí malas condiciones sociales y la falta de oportunidades que golpean más severamente a los jóvenes, quienes en un elevado porcentaje carecen de incentivos para permanecer en sus países,

Es ahí, donde se incrementa el riesgo para la seguridad de México en su Frontera Sur de Chiapas, pues el aumento de la violencia es otro de los ingredientes predominantes, especialmente en el denominado “Triángulo Norte de Centroamérica”, conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador, que se convierte en factor decisivo que impulsa la emigración de los jóvenes.

Su expulsión hacia otras latitudes geográficas distantes, junto con el envejecimiento de la población, como resultado de la transición demográfica, tiene todavía más efectos negativos para la economía de cada país, al convertirse en cargas sociales.

Incremento importante ante la severa crisis que golpea a esta Región empobrecida del mundo, de mujeres jóvenes que emigran solas, para convertirse en sustento fundamental para sus hogares que incluyen no solamente sus padres, sino hijos, al ser madres solteras.

Toda una tragedia, en la que por cierto se siguen incorporando hombres y mujeres jóvenes chiapanecos de las zonas rurales y montaña de las Regiones Costa y Soconusco, que acentúan los problemas de desintegración familiar, toda vez que los adultos mayores asumen la responsabilidad de sacar adelante a los hijos de quienes emigran.

No hay duda, de que la migración de centroamericanos a México, de paso hacia Estados Unidos, está vinculada al hambre y la pobreza que impulsa a las personas a buscar un mejor provenir fuera de sus lugares de origen, sin importar, como sigue siendo posible constatar, que en la travesía les vaya la vida.

Los gobiernos de la Región, no han sido capaces hasta ahora, de crear nuevas estructuras que motiven la inversión extranjera y local, que permitan el arraigo de sus habitantes en edad productiva, sumado a una situación de altos índices de desigualdad socioeconómica, en donde el alza en los precios de los alimentos agrava la situación familiar.

Por ello, la Frontera Sur de México, se convierte en atractivo inicial para cumplir sus objetivos de una vida más favorable, que consideran podría ser mejor al pasar la frontera de tres mil kilómetros que divide a México con Estados Unidos.

Afanes que se entienden en Soconusco, cuyos habitantes mantienen la mano tendida y solidaria, a quienes solicitan a cada paso y ya de manera permanente, su ayuda para continuar el viaje que no siempre podrá tener buen fin por los riesgos inherentes de una

travesía llena de imprevistos.

Migrantes que son bienvenidos, pero a los que la autoridad de los niveles federal, estatal y municipal, deberán poner más atención, que ante el incremento de su flujo que se suma en un total de 52 nacionalidades, puede poner en riesgo la estabilidad social y la seguridad nacional en esta olvidada faja fronteriza.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013

Premio al Mérito Periodístico 2015, del Senado de la República.