Frontera Sur caliente

En los días en que la naturaleza nos muestra su gran poder, ante el cual el hombre no ha podido ni podrá, y que ahora se manifiesta en su contra de manera radical, mediante un cambio climático que se vaticinaba distante, pero que ha empezado a causar estragos preocupantes, haciendo del entorno de la Frontera Sur de México, uno de los mejores ejemplos de los efectos de la autodestrucción humana, que ya se refleja en todo el planeta.

Tapachula amanece todos los días como la ciudad de mayor temperatura en el territorio nacional, hasta llegar en los días recientes a rebasar agobiantemente los 40 grados centígrados, después del mediodía.

Constituye esta urbe de casi un millón de habitantes -35 por ciento de asentamientos extranjeros irregulares-, uno de los mejores ejemplos del ecocidio que en la República Mexicana se ha cometido en los últimos casi 70 años, cuando fueron arrasadas 45 mil hectáreas de selva tropical, para sembrar algodón, en los días de gran auge de lo que se conocería como el “oro blanco”.

Muy caro pagaría la Región Soconusco el precio del “progreso y desarrollo” que supuestamente traerían consigo las inversiones de empresarios provenientes de la zona de La Laguna, que durante tres décadas explotaron y empobrecieron las tierras, además de contaminar con plaguicidas tanto suelos como aire, ríos, manglares, mantos acuíferos y mar.

Mensaje de muerte que aún subsiste, al rociar indiscriminadamente por aire y tierra, plaguicidas que hoy se sabe han tenido efectos cancerígenos en muchas partes del mundo donde se han aplicado, como aquí ocurrió con el DDT y otros prohibidos finalmente por la Organización Mundial de la Salud.

La presencia de los “Barbaros del Norte”, no generaría la riqueza que tanto comprometieron las autoridades de la época para la Frontera Sur, como se había pronosticado. No hubo reinversión de la ganancias, todo se fue y aquí quedarían salarios miserables que igualmente emigrarían.

Hoy, Soconusco representa en el país una de las regiones agrícolas con mayor índice de mortalidad por cáncer uterino, mama, de huesos, en la sangre, por citar algunas de las modalidades que aquí se registran oficialmente y son ocultadas por las instituciones del Sector Salud.

Días aquellos en que sin ningún respeto a la vida de los trabajadores agrícolas provenientes de Oaxaca y los Altos de Chiapas, los dueños de las plantaciones ordenaban a los pilotos de las avionetas fumigadoras de plaguicidas, realizar vuelos rasantes y rociar los químicos sin importar que estuviesen en los surcos los miles de indígenas, que generalmente resultaban intoxicados y que en el breve tiempo enfermaban y morían en sus lugares de origen.

Abandono de la siembra de algodón a mediados de la década de los 80’s, al ser sustituido en el mercado internacional por fibras sintéticas. Vendría la importante recuperación gradual de los espacios contaminados, al tener auge el mango ataulfo, un injerto creado aquí y que tendría gran éxito comercial en los Estados Unidos y en el resto de la República.

Creciente demanda y buenos precios harían posible el pronto incremento de las tierras cultivadas, hasta llegar a una extensión de 30 mil hectáreas, a las que se sumarían muchas más con la siembra de plátano, soya, sorgo, frijol y rambután, entre otras.

Vendría nuevamente el uso y abuso de substancias químicas prohibidas mundialmente, como el Malation, para combatir a la mosca del Mediterráneo. Plaguicida cancerígeno sin control, por parte de las autoridades federales, que se sigue introduciendo al país de manara ilegal por la frontera con Guatemala.

Pero al expanderse la producción a otros estados –Colima, Nayarit y Sinaloa-, los productores soconusquenses entrarían en conflicto, más aún por ubicarse en una zona afectada por la mosca de la fruta, que obliga a someter al mango de exportación a la Unión Americana, a un proceso de eliminación de posibles huevecillos que finalmente lo han encarecido, con contraste con sus competidores del occidente del territorio nacional, que tienen más cerca al vecino del norte.

Hace una década daría comienzo la tala de más de 100 mil árboles frondosos de ataulfo, dando marcha atrás a una reforestación que había empezado a propiciar el equilibrio ecológico, después de la agresiva y destructiva presencia del algodón.

En contraste, la continuación de los abusos de taladores de bosques en la cercana Sierra Madre de Chiapas, que hoy provocan que los tradicionales abundantes manantiales que alimentaban a su paso el río Grijalva, se encuentren severamente afectados y por lo mismo no aporten el caudal suficiente que todavía hace posible la generación de energía en las centrales hidroeléctricas de La Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas, que consume el país.

Días también, los actuales, en que las Reservas Ecológicas Protegidas, no son tal ante la voracidad de gente inescrupulosa que actúa en contubernio con funcionarios de los tres niveles de gobierno y de las corporaciones policíacas para saquear árboles de maderas preciosas y por lo mismo el hábitat de fauna en peligro de extinción, como se puede constatar a diario en territorios de la Costa-Sierra-Soconusco, en El Triunfo, La Encrucijada y Volcán de Tacaná.

Uno de los fenómenos de la naturaleza, convertido en huracán (Stan), vendría en octubre de 2005 a evidenciar el ecocidio que entonces se cometía en la zona alta de Tapachula, en una forma por demás devastadora, al desgajar cerros erosionados y arrastrar troncos y lodos que a su paso causaron la tragedia más grande que se tenga conocimiento en las últimas siete décadas, causando a su paso muerte y destrucción, utilizando el caudal desbordado del río Coatán.

Un efecto devastador con saldo extraoficial conservador de más de tres mil muertos y centenares de desaparecidos, al volver a su cauce original las aguas sin control del afluente más importante de Soconusco. El gobierno de Pablo Abner Salazar Mendiguchía, diría que las víctimas mortales no serían ni 70.

Las laderas de la montaña, ya sin los imponentes árboles que la protegían, se desgajarían ante la fuerza descomunal de las lluvias, convirtiéndose en una gigantesca mezcla de troncos, raíces, piedras y lodo, en caída libre, en la ruta que desemboca en el océano Pacífico.

Han transcurrido desde entonces más de 11 años y la situación no solamente no ha mejorado, sino agravado, al persistir el saqueo de pinos y otras variedades en las inmediaciones de la Reserva Ecológica Protegida del Volcán de Tacaná.

Cambio climático que afecta a Soconusco, todavía una de las regiones más ricas por su diversidad natural, no solamente de México sino del mundo, que enfrenta la peor sequía de su historia.

Mortandad creciente de su ganadería por hambre y sed, ante el retraso de la temporada de lluvias, que mantiene secos los pastizales y los ríos, en forma más severa la zona más importante de la Costa, desde Arriaga, Tonalá y Mapastepec, donde las pérdidas económicas cada día son más cuantiosas.

“El Tigre” Estebán Gutiérrez, uno de los ganaderos más reconocidos en la entidad, con ranchos en Arriaga y Tonalá, diría al columnista que en toda su vida no había enfrentado una situación tan desesperante como la que junto con los miembros de las asociaciones del ramo viven, en una sequía demasiado prolongada.

Situación de emergencia generalizada en la entidad, en la que la Secretaría del Campo, a cargo de José Antonio Aguilar Bodegas, plantea ya la perforación de pozos para la extracción de agua y paliar la escasez que ha derivado en que los ríos de más de la mitad de la faja costera tengan secos sus cauces.

Es el cambio climático mundial que afecta gravemente a Chiapas y a todo el territorio nacional, que lleva al gobierno de la Ciudad de México a aplicar este martes 3 de mayo, junto con 18 municipios mexiquenses conurbados, el doble hoy no circula, debido al incremento de la contaminación atmosférica, agravado por la importación y consumo del parque vehicular, de gasolinas producidas en China, de menor calidad que las que se compran a Estados Unidos.

Frontera Sur caliente, donde las fuerzas de la naturaleza se manifiestan con gran severidad en forma de mar de fondo, con olas de hasta cinco metros de altura, destruyen aún más la parte poniente de la antigua comunidad de San Benito, conocida por lugareños como “Puerto Madero”, al que por capricho del entonces gobernador Pablo Abner Salazar y del presidente Vicente Fox Quesada, se renombraría como Puerto Chiapas.

Temperaturas inusuales que agobian, en una ciudad de Tapachula donde permanentemente se registran, pero no como ahora, en que la broma surge por encima de las vicisitudes, al subrayarse que hasta antes del huracán Stan, la urbe fronteriza tenía dos estaciones, la del tren y la del calor, pero que al caerse los puentes por el desbordamiento de los ríos por el exceso de lluvias en octubre de 2005, solamente quedó la segunda.

Complicación mayor en 2011-2012, cuando para favorecer la construcción del nuevo centro comercial de Soriana, el gobernador Juan Sabines Guerrero dispondría la adquisición de 32 hectáreas al surponiente de Tapachula, para que ahí se instalara la Feria Mesoamericana, que sustituiría a la tradicional de la otrora Perla del Soconusco, que para entonces sumaba medio siglo de existencia y convertida en una de las más prestigiadas de la República Mexicana.

El exgobernador y actual cónsul de México, en Orlando, Florida, ordenaría la destrucción de 25 hectáreas de selva tropical virgen, que incluiría árboles de maderas preciosas, entre los que destacaban decenas de imponentes ceibas centenarias, además de una extraordinaria reserva de fauna en extinción.

Sería en los dos sexenios de Pablo Abner Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero, cuando se consumarían en Tapachula los ecocidios más importantes, en aras de beneficio de empresas de capital extranjero

y nacional, como ocurriría con las ocho hectáreas para construir las instalaciones de Home Depot, en tierras pantanosas y pobladas abundantemente de árboles, donde se aniquilarían reptiles como cocodrilos y víboras, entre otras.

Con la bandera de “dar paso a la modernidad”, ambos gobernantes fraguarían el arrasamiento de otras 14 hectáreas sembradas de ceibas y de árboles de otras maderas cotizadas, donde se levantarían las instalaciones de un centro comercial encabezado por el Super Center Walmart, la tienda más grande de esta corporación mundial.

En el espacio ocupado por Sam’s, todo ello en la misma nueva zona del gran comercio de Tapachula, sobresale la permanencia de una gigantesca ceiba en la parte sur del estacionamiento, como muestra de la sobrevivencia de lo que ahí existió.

Una devastación ecológica autorizada por los gobiernos federal y estatal de aquellos años, sin importar la alteración de un ambiente, cuyos efectos negativos se sienten actualmente, al haber sido reforestados los espacios, convirtiéndose en actos de absoluta impunidad por un sector empresarial ajeno a la región, a la que ha beneficiado con pocos empleos en rotación constante y bajos salarios.

Por la mañana del lunes 2 de mayo se dijo en los noticieros que llovería. Todo quedaría en una esperanza y pronóstico del tiempo que no se cumplió, en la Frontera Sur caliente de México.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013.

Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.