“Peje” y lagarto bocón

Andrés Manuel López Obrador ha cometido uno de los errores más elementales de la política: Los trapos sucios se lavan en casa.

Acostumbrado a despotricar impunemente contra todo y todos, con su bandera de “honestidad valiente”, esta vez se fue de boca en Estados Unidos al acusar a las Fuerzas Armadas de haber intervenido en los crímenes de Ayotzinapa, que tendría de inmediato reclamos sin precedente del Ejército Mexicano, de Presidencia de la República y partidos políticos, que le ha llevado a recular en sus señalamientos, en medio de la típica dualidad que le caracteriza.

No pudo en ningún momento ocultar su enojo, por haber sido cuestionado públicamente en Nueva York, el lunes 13 de marzo, por Antonio Tizapa, uno de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, secuestrados y desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014 y madrugada del 27, por la policía de su protegido José Luis Abarca Velázquez, alcalde perredista de Iguala, el ahora líder del partido “Movimiento de Regeneración Nacional”, refutaría al día siguiente en conferencia de prensa :

“Es injusto. El reclamo es al Estado, no a nosotros, el reclamo es al régimen, el reclamo tiene que ser a Peña Nieto, a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen, no a nosotros. Es una gravísima confusión lamentable”.

No sería en una, sino en dos ocasiones, en las que Tizapa echaría en cara a “El Peje”, sobre su conducta cuando privaron de su libertad y mataron a su hijo y a otros 42 estudiantes de extracción campesina, ante lo cual el tabasqueño consideraría al día siguiente en Washington, incorrecto que a él le reclamaran.

Acostumbrado a imponer sus condiciones y a no aceptar sus errores, cual dictador tropical, al ser interceptado por el dolido progenitor cuando se encontraba a bordo de la camioneta que lo transportaba en la urbe conocida como la Gran Manzana, de manera intolerante le gritaría que se callara, mientras le manoteaba para que dejara de molestarlo, tachándolo de provocador, exigiéndole que le reclamara “al Ejército, a Peña y no a mí”.

Le recordaría que cuando ocurrió el atentado contra los 43 jóvenes de Ayotzinapa, “usted formaba parte del PRD”, lo mismo que el gobernador Angel Aguirre y Abarca Velázquez, que el 12 de mayo de 2012, recibiría todo el respaldo del ex candidato presidencial perdedor del “sol azteca”, para su postulación como presidente municipal.

Aquél día, dos connotados perredistas guerrerenses, el diputado local Oscar Díaz Bello y el síndico saliente del ayuntamiento de Iguala, Justino Carbajal Salgado, entregaron en propia mano a López Obrador un expediente en el que denunciaban los vínculos estrechos del aspirante a la Alcaldía y su esposa María de Los Ángeles Pineda, con la delincuencia organizada, que incluía el manejo del dinero malhabido por las actividades del tráfico de estupefacientes.

La indiferencia de Andrés fue la respuesta y su candidato llegaría a la presidencia municipal, mientras uno de los que tuvieron el valor civil de informarle de los vínculos delictivos de Abarca, Justino, sería asesinado poco tiempo después por el cártel de “Guerreros Unidos”, liderado por los hermanos de la que sería “Primera Dama”.

El tabasqueño ha negado hasta la saciedad sus nexos con Abarca Velázquez: “No tengo nada que ver con el señor Abarca y con el señor Aguirre. Tengo autoridad moral, política. Si no fuese yo consecuente ya me hubiesen destruido”.

Pero sus afirmaciones han sido desmentidas por las fotos donde aparece abrazado en plena campaña, con el ahora ex edil sujeto a proceso junto con su esposa, como principales responsables de los homicidios  contra los normalistas, además de delincuencia organizada entre otros delitos, que inexplicablemente sigue sin concluir.

Por ello, el trato nada respetuoso que el dirigente de Morena dio a Antonio Tizapa, a quien ordenó que se callara, sin que por supuesto le obedeciera el padre ofendido, fue reprobado incluso por legisladores del Partido de la Revolución Democrática, pues “El Peje” no solamente debió escucharlo, sino también atender sus demandas y cuestionamientos.

Sería hasta una semana después, el martes 21 de marzo, cuando abandonando su tradicional hermetismo, la Secretaría de la Defensa Nacional, sin mencionar las declaraciones de López Obrador, las calificaría de injurias y ofensas para las Fuerzas Armadas.

Correspondería al director general de Derechos Humanos de la Sedena, José Carlos Beltrán Benítez, rechazarlas por carecer de fundamento, el señalamiento a militares de violar impunemente derechos humanos de la población.

Tono por demás enérgico del funcionario castrense, al retar a lo que llamó “actores sociales” que tengan pruebas en contra de los soldados que hayan vulnerado las garantías fundamentales, que las presenten para que sean investigadas, ya que de lo contrario se incurre en una falta a la verdad. Si hay alguien que tenga pruebas que las presente. Se le hace una invitación para que presente ante la autoridad correspondiente y proceda a derecho contra quienes resulten responsables”.

Y con aquello de que al buen entendedor, pocas palabras, subrayaría que ‘‘se han mencionado estas supuestas responsabilidades sin la más mínima evidencia, por hechos investigados no sólo por autoridades judiciales nacionales, sino por grupos de expertos que han presentado conclusiones que desvinculan al personal militar de los hechos delictivos que fueron materia de su análisis”.

Al pan pan y al vino vino, diría el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, al exigir a Andrés López Obrador “que se salga de su zona de confort y que asuma con responsabilidad sus declaraciones y si tiene pruebas que vaya al Ministerio Público y las señale”.

Y mientras exigió respeto a las Fuerzas Armadas, al aspirante por tercera vez a la Presidencia de México, acusó al macuspanense de hacer afirmaciones simplistas y sin fundamento, que lastiman, por lo que  conminó a “quien aspire a encabezarlas, primero debe conocerlas y si tiene alguna aseveración, debe sustentarla con pruebas”.

Aunque quien se pasó de dramático, fue el vocero de Presidencia de la República, Eduardo Sánchez Hernández, al hablar ante los medios de comunicación en la Residencia Oficial de Los Pinos, para expresar que “a mí, como mexicano, me indigna muchísimo que se haga una acusación como esta sobre todo porque es falsa y al ser falsa es rotundamente injusta, nuestros respeto, nuestro cariño y nuestro reconocimiento a los miembros del Ejército Mexicano y de la Marina-Armada de México”.

Quien sustituyera a David López Gutiérrez, al ahora jefe de la bancada priísta sinaloense en la Cámara de Diputados, en la Coordinación General de Comunicación Social, manifestó que es la segunda vez, en breve lapso, que el presidente del partido Morena, hace una acusación si bases en contra de las Fuerzas Armadas.

Recordarán ustedes, comentaría, que  hace unas semanas, a propósito de un enfrentamiento que tuvo la Marina-Armada de México con miembros del crimen organizado, hizo una acusación similar. Y ahora la hace respecto del Ejército Mexicano, por lo que afirmaría que son falsos los dichos en contra de los integrantes del Ejército y Marina, quienes son gente del pueblo, de origen modesto, que todos los días cumplen con una labor encomiable, hay que se sacrifican para cuidar a los mexicanos en tareas de seguridad y protección civil.

Esta vez, las andanadas de quien ya desde ahora se siente triunfador absoluto de las elecciones Presidenciales de 2018, tuvieron la respuesta no esperada por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, que aunque prudentes, fueron los suficientemente enérgicas para provocar que el mismo día de su difusión, “El Peje” reculara y manifestara su “respeto a las Fuerzas Armadas que tienen en sus soldados a un pueblo uniformado, son hijos de campesinos, de obreros, que están con nosotros”.

Haría gala de su oportunismo mediático, al justificar su conducta irrespetuosa hacia Antonio Tizapa, padre de uno de los 43 estudiantes mártires de Ayotzinapa, Guerrero, al considerar que lo ocurrido en Nueva York, es consecuencia de que “están muy nerviosos los de la mafia del poder, que siguen provocando porque la candidata de Morena en el estado de México, Delfina Gómez, va arriba en una encuesta”.

López Obrador, volvería a la carga contra las Fuerzas Armadas, esta vez para decir que en lo personal no las utilizaría para enfrentar los problemas sociales. “No vamos a reprimir al pueblo con el Ejército, no es para eso. Vamos a enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia atendiendo las causas, esa es la forma más humana, más eficaz, no como lo han venido haciendo”.

Muy al estilo de la discursiva de campaña de Donald Trump, Andrés Manuel indicaría que esta estrategia de intervención militar en la solución de los problemas legales civiles, no ha dado resultado en México, lo cual se ejemplifica en los últimos 10 años con un saldo de 210 mil asesinatos, un millón de víctimas de la violencia. Nosotros, adelanta que en caso de ganar las elecciones del próximo año, “no vamos a apagar el fuego con el fuego, a enfrentar la violencia con la violencia. La paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”.

“El Peje” sabe del negocio de la manipulación en redes sociales y de medios de comunicación en general. Está convencido de que es su última oportunidad para asumir el liderazgo del poder nacional, ya que de no lograrlo se tendrá que ir a “La Chingada”, su rancho que sus padres “le heredaron” en el municipio de Palenque, en el que según sus propias palabras, se refugiará el resto de su vida, sin importar dejar a la deriva a la llamada izquierda de México.

El egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, sabe que no habrá más después de esta aventura en la que es impulsado por su

propio partido y el financiamiento de poderosos empresarios y políticos, que le han hecho creer que puede suceder a Enrique Peña Nieto en Los Pinos.

A sus 63 años, no está viejo, pero sí dañado por un infarto al corazón, que le podría pesar por la intensa actividad de una campaña política  en la que ha empezado a ser cuestionado en su muy personal estilo, caracterizado por la intolerancia y el “yoyismo” que impide el mínimo cuestionamiento, pues él es dueño absoluto de la verdad, y  por lo mismo, quien lo dude, que se calle.

Hasta ahora ha sido un personaje polémico y una trayectoria laboral que ilustre su condición de hombre exitoso por ser parte de una cultura del esfuerzo. Más todavía, cuando hay quienes como el gobernador panista de Veracruz, el ex priísta Miguel Angel Yunes Linares, tachan de “vividor” de los demás.

Muy atrás ya sus días de consentido de Enrique González Pedrero, en sus días de gobernador, en que hiciera líder del PRI tabasqueño a Andrés Manuel, que ya se ha olvidado que de la provocación y de invasor de campos petroleros en Tabasco y Chiapas, ha hecho el negocio de su vida.

Pasajes de una historia en la que aparte de ser “Peje”, se ha convertido en todo un lagarto, por lo bocón que siempre le atrae dividendos que lo mantienen en un nivel de comodidad de hombre próspero y rico, que nunca se imaginó tener en sus días de estudiante, cuando compartía un cuarto de servicio por el sur de la Ciudad de México.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.