A mi hija Victoria Ruiz Sánchez, estudiante de la licenciatura en Gestión Turística de la Universidad Autónoma de Chiapas

Fray Matías de Córdova, el mito tapachulteco

Los pueblos y ciudades adquieren mayor trascendencia para el resto del mundo por la existencia de sus hombres ilustres, que se convierten en foco de interés cultural de sus visitantes que buscan encontrar la ubicación física de sus orígenes.

En muchos lugares, en honor a ellos, los Congresos de los estados, con la participación de los alcaldes y sus ayuntamientos, los inmortalizan poniéndoles su nombre.   

Es el caso de Comitán, que lleva incluso el nombre de Belisario Domínguez Palencia, uno de sus hijos más preclaros en la historia de Chiapas, México y el mundo, por su osadía de haber condenado desde el Senado de la República, hace más de un siglo, la traición a la Patria cometida por el militar golpista y dictador Victoriano Huerta, asesino del presidente Francisco Indalecio Madero.

A casi 104 años de haber pagado con su vida su defensa de la democracia y libertad de expresión, que incluso le valió que fuese fusilado y cortada su lengua como castigo, su recuerdo se mantiene vivo no solamente en la Cámara Alta que ha instaurado la medalla anual que lleva su nombre que se otorga a un mexicano sobresaliente, sino su  ciudad natal, donde el hogar de la familia ha sido convertido en una Casa Museo, que constituye el atractivo histórico y cultural más importante, para el visitante nacional y extranjero.

Comentarios, que este miércoles 19 de abril me permití hacer a estudiantes de la licenciatura en Gestión Turística, en la Facultad de Ciencias de la Administración, Campus IV, de la Universidad Autónoma de Chiapas, durante la Conferencia que impartí bajo el título de “Turismo Cultural en Tapachula”.

Participación dentro del “Primer Congreso de Turismo Cultural Raíces y Sabores de Soconusco”, realizado de manera exitosa por los alumnos del séptimo semestre de la carrera, en el auditorio del Centro de Estudios Avanzados de la Máxima Casa de Estudios de la entidad.

Expliqué a los jóvenes universitarios de diversas carreras, que la referencia de Comitán, se compagina también con Chiapa de Corzo, en honor del “Benemérito de Chiapas”, Angel Albino Corzo; la colonial San Cristóbal de las Casas, que lleva también el del sacerdote español fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indígenas chiapanecos ante la explotación de conquistadores ibéricos; como de igual manera en la capital Tuxtla Gutiérrez, a la que se impuso el de Joaquín Miguel Gutiérrez Canales, impulsor de la independencia de Chiapas de Guatemala y de su incorporación a México en 1824.

Tarea, en la que estaría presente, entre otros, Fray Matías Antonio de Córdova y Ordóñez, que actualmente lleva Tapachula, la segunda ciudad más importante de Chiapas, en la vecindad con Centroamérica, donde según la inscripción en la lápida de su tumba del cementerio de Chiapa de Corzo, nació el 17 de marzo de 1766,  aunque hasta ahora no exista un acta de nacimiento que avale tal versión.

Se suma la circunstancia de que después de casi 13 años de investigación del columnista, para precisar la ubicación del inmueble que da origen a este capítulo importante de la historia chiapaneca, pero sobre todo tapachulteca,  no ha sido posible encontrar la vivienda que el prócer habitó junto con su familia, lo cual permitiría mantener vigente ese origen, que para el periodista sigue siendo dudoso.

Lo que se sabe del igualmente experto pedagogo y hombre de letras, es que su formación educativa ocurrió en la capital de Guatemala, dada la subordinación de Tapachula, Soconusco y todo Chiapas, de la Capitanía General del ahora vecino país, y posteriormente su regreso a suelo chiapaneco, pero en las Regiones Centrales, hasta su fallecimiento el 17 de octubre de 1828.

Sus restos mortales continúan sepultados desde entonces, sin pena ni gloria y por lo mismo desapercibidos, en una tumba del panteón cercano 20 minutos por carretera de la capital estatal, en la ribera del imponente Río Grijalva que da vida al mundialmente majestuoso Cañón del Sumidero.

Por aquello de que hubiese entre el público algún universitario que pudiera tener mayor información, me permití preguntar si tenían conocimiento del lugar en que los padres de Matías Antonio de Córdova y Ordóñez enterraron su ombligo, como en tierras chiapanecas se estila, pero la respuesta fue en el sentido negativo.

No hay pues, indicio alguno en Tapachula de que el ilustre sacerdote y literato haya visto la primera luz en la ahora ciudad más importante de la Frontera Sur de México, por lo que su lugar de nacimiento oficial, es un mito.

Y es ahí, como lo explicaría a los jóvenes estudiantes, donde radicaría la importancia de la permanencia de este vestigio, como parte de los puntos de interés cultural e histórico, para el turismo nacional y extranjero que cada vez más visita Tapachula.

De existir aún la vivienda, actualmente tendría una antigüedad de poco más de 250 años. Pero no es así, por lo que la presunción nos lleva hasta la vecina Guatemala, para hurgar este origen fundamental, que sin ningún sustento documental, llevó al Congreso del Estado a decretar en 1997 otorgar los apellidos de fray Matías Antonio, a la más cosmopolita ciudad de Chiapas, fundada en 1486 por los aztecas, como pueblo tributario.

Una gran historia ancestral de Tapachula y de la Región Soconusco, señalada por la rebeldía de siempre de sus habitantes, que a pesar de haberse decretado el 14 de septiembre de 1824, en base a un “consenso” la incorporación de Chiapas a México, esta Región se mantuvo en desacato, en condición independiente porque tampoco reconocía seguir perteneciendo a Guatemala, hasta que en 1842, que bajo amenaza del entonces presidente José Antonio López de Santa Ana, diera el ultimatum de que si no se incorporaba a la nación mexicana serían enviadas tropas para que se cumpliera “el mandamiento de la mayoría”.

Al inicio de la charla en las modernas instalaciones del CEA de la Unach, precisé a los próximos licenciados en Gestión Turística que seguramente en mis palabras, apoyadas con imágenes, les permitirían reforzar los conocimientos adquiridos con sus maestros a lo largo de la carrera.

Les diría que Tapachula sería actualmente de mayor interés cultural para los miles de extranjeros que durante ocho meses del año arriban a bordo de imponentes barcos que realizan travesías en rutas desde California a Florida y viceversa, si sus autoridades de las diversas épocas no hubiesen autorizado la destrucción de los majestuosos edificios de arquitectura europea de los siglos XIX y XX. De ellos no queda nada, bueno, más que las fotos que aún se conservan.

Punto geográfico estratégico, que atrajo la atención de colonizadores de Alemania, China, Japón, Francia, Italia y Líbano, por mencionar algunos, que reactivaron la economía de Soconusco, especialmente con plantaciones de café y el comercio. En los tiempos más recientes, la migración de todas partes de la república que ha enriquecido la cultura del rumbo.

Culturas extranjeras que aunque reducidas, se conservan de manera aislada, pero significativa, como la alemana cuyos descendientes participan en la industria turística cultural y ecológica, al convertir las casas de las antiguas fincas Argovia y Hamburgo, en hoteles rústicos muy valorados por los visitantes, sobre todo extranjeros, que transitan por la llamada “Ruta del Café”, donde los pasajes históricos se vuelven presente.

Y no obstante que la Región Soconusco no recibe el apoyo promocional oficial, como el que se otorga a los “Pueblos Mágicos” del Altiplano estatal (Chiapa de Corzo, San Cristóbal de las Casas y Comitán), así como Palenque, en el norte, la infraestructura turística ha ido creciendo gradualmente, acorde a la demanda.

Tapachula es una urbe de un millón de habitantes (40 por ciento de la población es centroamericana irregular), que junto con su entorno, en el que se aunan bellezas naturales, climas de caluroso a templado en la montaña e infraestructura hotelera de todos los niveles, pero sobre todo seguridad, constituye todo un paraíso en Chiapas y en México.

Sin duda, un gigante dormido que ha empezado a despertar, al tener todo lo necesario para convertirse en una potencia turística que, con la adecuada difusión de sus atractivos, pudiera ser uno de los más importantes destinos, junto con el resto de la Costa del estado, para los paseantes del interior y exterior del país.

Cuenta con un aeropuerto internacional, que ha tenido entre sus usuarios a Bill Gates, el hombre más rico del mundo, en la escala obligada al viajar a Estados Unidos, procedente de América del Sur. Un Puerto de Altura (Chiapas-Madero), que lo mismo permite el arribo de Cruceros Internacionales, que de los yates más caros que se refugian en la Marina construida ex profeso, en un espacio que aloja igualmente a la Zona Naval de la Armada de México.

Punto de encuentro de empresas de transporte de pasajeros que lo mismo comunican por la vía terrestre al centro de la geografía nacional, como de la entidad, además de toda Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá).

Hay de todo, desde playas, manglares, como los de la Laguna de Pozuelos, el espacio ecoturístico cafetalero de “La Changa”, restaurantes de comida china, libanesa y japonesa, pero lo que insistimos más a los estudiantes de la Gestión Turística de la Unach, es la necesidad de que sumen esfuerzos para demandar al Gobierno del estado la construcción de un Centro Cultural, que permita concentrar la historia de 531 años de antigüedad de Tapachula, y sea motivo de interés para propios y extraños.

El santuario cultural más importante fue en los últimos 22 años, el Teatro de la Ciudad, por falta de mantenimiento sería cerrado a mediados de 2015. Su remodelación, dispuesta por el gobernador

Manuel Velasco Coello, durante todo 2016, con una inversión de 45 millones de pesos, permitió nuevamente reactivarlo.  

El edificio del Palacio Municipal, inaugurado en 1931, fue el primer intento de ese propósito al convertirse en el “Museo de las Migraciones”, con el apoyo de los descendientes de extranjeros, que aportaron todo lo necesario para que se conociera la historia de sus antecesores. Una muestra por demás interesante, que finalmente fracasaría como consecuencia del saqueo de que fue objeto, dando fin a un extraordinario intento cultural.

Ahí, en la planta baja, se encontraba el único museo que ha existido en Tapachula, patrocinado por Petróleos Mexicanos y el Instituto nacional de Antropología e Historia, que exhibía piezas originales de la cultura maya de la zona, entre ellas una cabeza de jade, que desde hace más de dos años fue cerrado por la inseguridad del edificio, que ahora es rescatado gracias a la gestión del senador Zoé Robledo Aburto, ante la Secretaría de Hacienda federal, que ha canalizado millonarios recursos al  ayuntamiento y cuyas obras se esperan terminar este mismo año.

Mucho por rescatar de la cultura en Tapachula, donde se asienta el único grupo indígena, por lo que el Consejo estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (Coneculta), en Tapachula, a cargo de Norma Arellano Peñuelas, ha creado el Taller de Idioma Mam, con la participación de maestros de esta comunidad asentada en las faldas del volcán Tacaná.

La vieja estación del ferrocarril (1908), podría ser otro centro de interés turístico cultural, hoy abandonada y convertida en refugio de malvivientes. Demasiado por hacer a favor de la ciudad más importante de la Frontera Sur, pues tiene con qué.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.