Trump, desafía al mundo

Lo advertimos en este espacio en enero último, que con Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos, arribaba un terrorista a la Casa Blanca. Hoy, podemos agregar que este ser humano desquiciado de sus facultades mentales, ha puesto a la nación más poderosa en contra de los 195 países firmantes del Acuerdo de París, contra el cambio climático que ya afecta con severidad al planeta, incluyendo a la Unión Americana y a China, que constituyen las dos superpotencias que más dañan el medio ambiente internacional (15 y 30 por ciento, respectivamente).

Decisión que conmociona y por supuesto preocupa. Anuncio este jueves 1 de junio en Washington, del ex empresario inmobiliario, de desligarse de los esfuerzos de la humanidad, para enfrentar como un todo, los desafíos desencadenados por la contaminación del hombre en todos los confines de la Tierra.

Sepulta con una simple declaración a la prensa, la promesa de su antecesor Barack Obama, de reducir las emisiones de Estados Unidos, entre un 26 por ciento y 28 por ciento en 2025, tomando como base los niveles de 2005.

Puesta en práctica en la segunda Administración del demócrata, de medidas tendientes a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que en los primeros cuatro meses de su gestión, Trump ha cancelado, bajo el argumento de que el Acuerdo de París no ha sido ratificado por el Senado y por lo mismo no es objeto de penalizaciones, no obstante que su aplicación sea decisiva para evitar que al finalizar el siglo XXI, la temperatura mundial rebase en dos grados, con respecto al nivel preindustrial, que por lo pronto se ha incrementado 1,1 grados.

Golpe demoledor a las intenciones de la mayoría de los gobiernos del orbe, que han observado como en lo que va del año, el presidente estadounidense ha dispuesto el desmantelamiento de todo lo concerniente a participar en la lucha contra el cambio del clima en los cinco continentes. Y para que no quedara duda de su radicalización, la designación como responsable de la Agencia de Protección Ambiental, de Scott Pruitt, defensor a ultranza de las empresas más contaminantes –petroleras y eléctricas-, quien desde que fungía como fiscal general de Oklahoma, ha rechazado que el ser humano sea el responsable del cambio climático, por lo que no dudaría en demandar en 14 ocasiones a la institución que ahora dirige.

Actitud por demás irresponsable de Trump, pues en función de los poderosos intereses de las grandes compañías estadounidenses a los que menos preocupa es el daño que causan al medio ambiente dentro y fuera de la Unión Americana, que ocupa la segunda posición mundial como emisora de gases que favorecen el calentamiento global.

Rompimiento con el resto del mundo, en el combate a la infición que afecta las condiciones generales del clima, por razones eminentemente de orden económico, ya que el mandatario vecino del norte, ha argumentado antes de su decisión, que “el cambio climático nos hace gastar miles de millones de dólares en desarrollar tecnologías que no necesitamos”.

La intolerancia y demagogia de Trump para reafirmar su bandera de “primero América”, lo ha llevado a cometer un nuevo atropello, al reiterar su idea de que el cambio climático es una farsa y que de hacer efectivos los compromisos de París, para su país representaría ejercer recursos que llevarían a la eliminación de seis millones y medio de empleos en 2040.

Error colosal que de antemano le advirtieron antes la mayoría de las grandes compañías norteamericanas. Certeza de que este repliegue puede crear una desventaja competitiva al país, tomando en cuenta que China invirtió el año pasado con Barack Obama, en energías limpias, tres veces más que Estados Unidos (103 mil millones de dólares, contra 34.3 mil millones).

Cerrazón presidencial total, ante la advertencia de las 25 grandes Corporaciones del país, en el sentido de que “la retirada del Acuerdo de París, y nos expone a medidas de recortes”, toda vez que insisten en que la lucha contra el cambio climático es simultáneamente una necesidad y una inversión, ya que el no hacerlo implicará riesgo de pérdida de los actuales liderazgos bien posicionados, que finalmente beneficiarán a China y la Unión Europea.

Mayores argumentos, que no fueron tomados en cuenta por Donald Trump, en cuanto a que los costos derivados de la no intervención estadounidense contra el cambio climático, se reflejarán negativamente por el efecto de sequías más prolongadas, el aumento del nivel del mar y tormentas mucho más intensas, que por cierto, se han empezado a registrar en muchas partes del mundo, incluyendo a esta gran potencia.

En los días de la nueva embestida de los medios de comunicación norteamericanos (The Washington Post, The New York Times y CNN), por los enredos con los intereses rusos, del presidente y su equipo cercano, en campaña y en posesión de la Casa Blanca, surge esta contraofensiva con tintes chantajistas y de distracción, con la obvia intención de la espectacularidad en un intento vano de doblegar al resto del planeta.

Otra vez el recurso de la exaltación patriotera y económica y de xenofobia de corte hitleriano de Trump hacia lo no “americano”, en los momentos en que la estabilidad de su gobierno es amenazada en su estabilidad y responde como si todavía estuviera en campaña, sin el sentido más elevado de la responsabilidad que debería tener por tener el mando del país todavía más poderoso de la Tierra.

Discurso que se vuelve repetitivo, enfocado de manera especial a la búsqueda del importante conglomerado de raza blanca de menores recursos, que hasta ahora le sigue aplaudiendo su conducta extremista, cuando culpa de su empobrecimiento al sistema globalizador de la economía, ignorando a propósito que se trata de una doctrina inventada desde los grandes centros de poder económico-financiero de la Unión Americana.

A ellos se ha dirigido al asumir el rechazo al Acuerdo de 195 naciones que desarrollan una lucha abierta contra el cambio climático, al afirmarles: “Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París. No se puede poner a los trabajadores ante el riesgo de perder sus empleos. No podemos estar en permanente desventaja”.

Reiteración de una actitud que ha empezado a chocar contra los dueños del dinero, quienes empiezan a desconfiar en quien con su política de aislamiento e irracional proteccionismo, pone en grave peligro sus intereses, como lo han señalado en lo concerniente al propósito de echar abajo el Tratado de Libre Comercio pactado con Canadá y México, que además de las extraordinarias ganancias, reditúan internamente con la actividad en suelo mexicano, más de seis millones de empleos al norte del río Bravo.

Abierto reto al mundo de Donald Trump, que ha hecho caso omiso de las recomendaciones a favor del Acuerdo de París, de los más connotados científicos y centros norteamericanos de investigaciones sobre el daño al medio ambiente, al hacer uso de un discurso en cuanto a que este pacto es simplemente un mecanismo comercial injusto y peligroso para Estados Unidos, al inclinar la balanza hacia China y la India, debilitando su economía y redistribuyendo fuera la riqueza a favor de otros.

Lo interesante de todo este embrollo propiciado por el inquilino de la Casa Blanca, es que su misma Agencia de Protección del ambiente, reconoce que Estados Unidos es la segunda nación que más contamina al mundo (15 por ciento), después de China (30 por ciento), seguidas de la Unión Europea, siete por ciento; India, siete por ciento; Rusia, cinco por ciento; Japón, cuatro por ciento, y el resto de los países incluido México, el 30 por ciento.

La mayor parte de las emisiones con efecto invernadero, de Estados Unidos, tiene su origen en los combustibles fósiles (derivados del petróleo y carbón), además de la fabricación de cemento y la quema de gas.

Las respuestas de los gobernantes del planeta y de la Organización de las Naciones Unidas, han sido de condena absoluta a Donald Trump, a quien los líderes de Francia, Alemania e Italia, han comunicado oficialmente su pesar por la decisión de Estados Unidos de abandonar el Acuerdo universal contra el cambio climático, el cual, adelantan, no se podrá renegociar, porque es un instrumento vital para la sobrevivencia del planeta en todos sentidos.

El francés Emmanuel Macrón ha expresado a su colega norteamericano, que ha cometido un error para los intereses de su país y para el futuro del planeta. “Estados Unidos le ha dado la espalda al mundo, mientras hacía un llamado, para “hagamos la Tierra grande otra vez”.

La ONU tampoco se abstuvo y en declaración de este mismo jueves 1 de junio, ha expresado que “la decisión de los Estados Unidos de retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático es una gran decepción para los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover la seguridad global”.

Mensaje que maneja el lenguaje diplomático al plantear a Donald Trump, que “es vital que EE UU mantenga el liderazgo en materia medioambiental”, ha añadido. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ha descartado además la renegociación del pacto”. 

Un repudio generalizado a quien no quiere asumir los costos del daño a la ecología mundial, pretextando su nacionalismo proteccionista y racista, que ha empezado a surtir el efecto contrario a sus objetivos de emancipación de un sector que realmente no es determinante en la economía estadounidense.

Los enredos causados por sus contradicciones y posiciones que rayan en el absurdo, al ir en contra de una mayoría que no necesariamente incluye a los países subdesarrollados, sino al resto de las potencias aliadas, seguramente subirán el tono de sus protestas y exigencias porque la Casa Blanca retome con seriedad y responsabilidad los compromisos adquiridos por la Administración de Barack

Obama.

Fuera del contexto de la Unión Americana, los caprichos y actitudes irreflexivas de Trump, adquieren una dimensión que va más allá del discurso de la condena discursiva y que por lo mismo amenaza el poderío de los intereses de las grandes Corporaciones transnacionales que dominan y manipulan hasta ahora a su antojo, la economía globalizadora.

Poco tiempo de un ejercicio de poder del jefe de la Casa Blanca, no sujeto a las reglas que la misma obligatoriedad del protocolo internacional pronto obligará al sometimiento de las normas que rigen las relaciones de diversa índole entre las naciones, donde por lo pronto, el respeto de Washington se ha perdido y ofende la inteligencia de quienes pretenden el equilibrio y una convivencia armoniosa y en paz, en el mundo, en tiempos de la grave amenaza del cambio climático.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.