Terremoto en una Frontera Sur sin Alerta Sísmica

El antecedente es aterrador: Del 1 de enero al 14 de junio de 2017, Ciudad Hidalgo, el municipio chiapaneco-mexicano colindante con Guatemala, ha sido el epicentro de mil 769 sismos de magnitudes mínimas de 3.1 grados Richter, hasta el terremoto de 7 grados, a mitad de la semana que concluye.

No obstante ser ya la región más telúrica del país, los gobiernos estatal y federal han soslayado la gravedad del problema, al grado de ignorar la urgente necesidad de crear un Sistema de Alerta Sísmica.

Por ello, la madrugada de este miércoles 14 de junio de 2017, ha quedado marcada como una terrible pesadilla para los habitantes de Tapachula, la ciudad más importante de la Frontera Sur de México y los Departamentos (Estados), colindantes de Guatemala.

Brutal sacudimiento de la tierra que se sentiría en toda la Costa de Chiapas y hasta su capital, en menor escala.

Despertar impactante, de miedo extremo, de temor entre la población, de llegar a pensar que estaban viviendo sus últimos momentos, al registrarse en punto de las dos de la mañana con 29 minutos y tres segundos, un terremoto de 7 grados en la escala de Richter.

Combinación de magnificados movimientos trepidatorios y oscilatorios que hicieron difícil a la gran mayoría que a esa hora dormía profundamente, primero levantarse de la cama y luego caminar en la  búsqueda de un lugar seguro dentro y fuera de las viviendas.

Momentos de angustia, de pánico manifestados en gritos a todo pulmón, rogando a Dios calmara la furia desatada por la naturaleza, que hacía tronar las estructuras de las casas por todos los rumbos, especialmente de las Regiones Soconusco y Sierra, prolongada hasta los Valles Centrales de la entidad, con referencias principales en Tuxtla Gutiérrez, Cintalapa y Villaflores, donde la intensidad fue menor.

Epicentro ubicado por el Servicio Sismológico Nacional del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, a 13 kilómetros al noreste de Ciudad Hidalgo, cabecera del municipio chiapaneco de Suchiate, a una profundidad de 113 kilómetros, en la vecindad de la guatemalteca Tecún Umán y la faja fronteriza con México, en la que el Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología del vecino país centroamericano, informó que el sismo tuvo una magnitud de 6.6 grados, el cual hasta las 15 horas (16 horas del lado mexicano), había detectado 39 réplicas con intensidades de 3.3 a 4.6 grados Richter.

Reporte correspondiente del Sismológico de la UNAM en la ciudad de México, que a las cuatro de la tarde con 16 minutos y 14 segundos, había contabilizado también 39, con la diferencia de que los movimientos telúricos oscilaron entre tres grados a las tres de la mañana con 34 minutos y 5.2, a las dos de la mañana con 52 minutos 41 segundos.

Investigación documental del columnista en los registros clasificados del Instituto de Geofísica de la Máxima Casa de Estudios del país, que establecen que Ciudad Hidalgo, una población ubicada a orillas del Río Suchiate que sirve de línea divisoria entre nuestro país con Centroamérica, ha sido el epicentro desde el 1 de enero de 2017 a las cero horas con 15 minutos y 59 segundos, hasta este 14 de junio en el último registro de la tarde, de un total de mil 769 temblores, mientras que Tapachula 58.

En ambas ciudades el impacto menor ha sido de 3.1 grados, como los ocurridos, el primero con epicentro a 62 kilómetros al suroeste de Tapachula y a una profundidad de 37 kilómetros, a las ocho de la mañana con 47 minutos y 4 segundos del 4 de febrero, en tanto, ese mismo día, el movimiento telúrico con origen a 57 kilómetros al oeste de Ciudad Hidalgo, en punto de las a las 12 horas con tres minutos y 53 segundos, con una profundidad de 48 kilómetros.

Todo un historial que desafortunadamente hasta ahora no ha sido tomado en cuenta por autoridades federales y estatales, no obstante estar en niveles de alto riesgo más de dos de los cinco millones de chiapanecos asentados en esta zona de intensos y frecuentes temblores que cada vez adquieren rangos mayores de peligrosidad.

Menosprecio gubernamental hacia Tapachula y de Soconusco, su Región de influencia, habitada por más de millón y medio de seres humanos en estado de indefensión, al carecer de un Sistema de Alerta Sísmica, como desde hace buen rato tiene Tuxtla Gutiérrez, el cual permite por lo menos la movilización para la búsqueda de refugio seguro, 40 segundos antes de que ocurra un temblor de tierra.

Esta madrugada de miércoles 14 de junio, los tuxtlecos escucharon por todos los rumbos las sirenas de emergencia. En Tapachula, en contraste, solamente el silencio roto por los gritos de pavor, de cientos de miles aterrorizados que abandonaron sus casas y salieron a las calles, por el estremecimiento de la tierra que hace muchas décadas no se registraba. Ausencia total de una alerta previa, enfrentados los pobladores de la Frontera Sur con Tapachula a la cabeza, a la violencia de los movimientos derivados del choque de las placas geológicas del rango de los siete grados Richter, equivalente a la fuerza generada por 129 mil toneladas de dinamita, según los estudios internacionales llevados a cabo para determinar el impacto.

Urgente necesidad de que el Gobierno de la República y el estatal, asuman una actitud más responsable sobre la situación de alta sismicidad que prevalece en la colindancia con el istmo latinoamericano, donde los Sistemas Estatal y Municipal de Protección mostraron su incapacidad, al actuar con demasiada lentitud para la evaluación de posibles daños en las estructuras de centros escolares y edificios públicos, que este 14 de junio permanecieron cerrados.

Afortunadamente fueron menores con una víctima mortal en Huixtla, a 44 kilómetros de Tapachula, al caer encima del jefe de familia una parte de la vivienda. Desatención del llamado de auxilio del monasterio de religiosas de la Congregación de las Capuchinas, en el kilómetro 9.5 de la autopista Tapachula-Puerto Madero-Chiapas, donde el terremoto causó el desplome de una barda de 64.5 metros de longitud, que tuvo respuesta solamente hasta la solicitud de apoyo del columnista, a las 15 horas con 51 minutos, al alcalde Neftalí del Toro, quien enviaría elementos de Protección Civil.

Hasta ahora, de acuerdo con el Servicio Sismológico de la UNAM, no existe ningún método o tecnología actual, que permita conocer cuándo ocurrirá un sismo. Aprovechando la coyuntura de las siguientes horas de psicosis del temblor de siete grados en Chiapas, empezaría a circular de nuevo un supuesto boletín atribuido a la Máxima Casa de Estudios, que anuncia un mega terremoto en la ciudad de México, el cual ya fue desmentido oportuna y categóricamente días atrás.

Lo que sí se sabe, en base al seguimiento de este tipo de fenómenos de la naturaleza, es el hecho de que México comprende Regiones donde han acontecido grandes movimientos telúricos, como los del año de 1787, en las costas de Oaxaca, con una magnitud entre 8.4 y 8.7 grados, según evidencias; en 1932, en las costas de Colima y Jalisco, de 8.2, con registro por equipos especializados, considerado hasta ahora como el de mayor magnitud; de 8.1, en 1985, en las costas de Michoacán, con repercusión mayor en la capital del país, así como el de 1995, en las costas de Colima, de 8.1 grados Richter.

El Servicio Sismológico Nacional precisa que México se ubica en un contexto tectónico y reitera que definitivamente no es posible saber cuándo acontecerá un movimiento de tierra, por lo que recomienda que la única alternativa para enfrentar esta situación de riesgo, es estar bien informados y preparados, para saber qué hacer antes, durante y después.

Hasta ahora, el saldo blanco es sorprendente, seguramente por el cuidado que han tenido los habitantes en la construcción de viviendas a prueba de movimientos sísmicos de alta intensidad. A diferencia de Tuxtla Gutiérrez, donde existen torres muy elevadas de departamentos y oficinas, edificados en un valle de suelos calizos, en Tapachula el edificio más alto es de seis pisos.

La gran mayoría de las construcciones son de una planta o dos, consciente la población de que la ubicación geográfica es susceptible, como se hace constar en las estadísticas del Instituto de Geofísica de la UNAM, de ser afectadas por los constantes movimientos telúricos que adquieren una dimensión y riesgo mayor.

Contraste con los daños superiores causados por el macro sismo en los Departamentos de Guatemala fronterizos con México, entre los que se ubican Retahuleu, Quetzaltenango y San Marcos, donde se contabilizaron en principio cinco fallecimientos y daños a decenas de construcciones antiguas a base de mampostería (barro mezclado con hierbas).

No obstante la magnitud del temblor, la cuantificación de los daños en pérdidas humanas y materiales, no son de gran cuantía, que incluyeron la severa afectación de un templo católico en el Departamento de Retahuleu, donde la fachada quedó semidestruida.

Como medida de precaución, las autoridades fiscales mexicanas, suspendieron el tránsito de mercancías entre los dos países, en tanto no se concluya la evaluación de los puentes sobre el Río Suchiate, en Ciudad Hidalgo y Tecún Umán.

Registro aparente de más daños en el lado guatemalteco que en el chiapaneco-mexicano, por la diferencia de una menor seguridad en las construcciones de la zona indígena.

Por lo menos, en Tapachula y su región de influencia, no se tuvo conocimiento de afectaciones mayores, salvo un infartado en Puerto Madero, por lo que este jueves 15 de junio las actividades volvieron a la normalidad, pero sin que los Sistemas de Protección Civil estatal y municipal, hayan cumplido con su obligación de verificar las condiciones de seguridad, sobre todo de las instalaciones de instituciones de educación de todos los niveles, tanto públicas como particulares.

Lo

ocurrido, evidencia el bajo nivel de la capacidad de respuesta gubernamental para la atención de emergencias, que insistimos, adquieren mayor peligrosidad en una zona, donde además del choque de las placas tectónicas, existe la amenaza latente del volcán Tacaná, que mantiene permanente actividad en escalas mínimas, las cuales son monitoreadas por cuatro estaciones sismológicas de la UNAM, localizadas una en la parte del cráter y tres más en lugares estratégicos en las faldas del coloso.

El Tacaná, que divide también a México con Guatemala, se ubica en línea recta a 30 kilómetros de distancia de Tapachula y de acuerdo con la experiencia de vulcanólogos nacionales e internacionales, se estima que en caso de erupción su radio de daño inmediato por la lava expulsada, sería de 12 kilómetros a partir de su cumbre de cuatro mil 100 metros de altura.

La última actividad manifestada en forma de fumarolas, ocurrió en 1986. Desde aquellos días se estableció una estrategia, que hasta ahora no se ha realizado, para construir caminos de acceso que permitan el desplazamiento inmediato de las decenas de miles de seres humanos que habitan en las inmediaciones del Tacaná.

Indiferencia que podría terminar en tragedia, ante el abandono que se traduce también en expresiones de enojo social por el incumplimiento de promesas federal y estatal, después de uno de los sismos más recientes que dejó sin vivienda a buen número de pobladores, que siguen esperando la ayuda para reconstruir sus hogares.

Mucho qué hacer en la Frontera Sur, que sigue marginada por la falta de voluntad de una clase gobernante que tal vez espere el surgimiento de una tragedia de incalculables dimensiones para actuar.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.