Más sismos en la Frontera Sur; prevalece el miedo

Los más de millón y medio de habitante de la Frontera Sur de México con Centroamérica, siguen viviendo horas de angustia, al continuar los sismos después del terremoto de 7 grados Richter, que sacudió a la Región Soconusco y su colindancia con Guatemala.

El Servicio Sismológico Nacional del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, reporta que después del poderosos movimiento telúrico de la madrugada del miércoles 14 de junio, se han registrado con el mismo epicentro de Ciudad Hidalgo, en el municipio de Suchiate, 104 temblores, el último de ellos a las siete de la mañana con 49 minutos y 44 segundos, de este viernes 16 de junio, con rangos menores, sobresaliendo dos de ellos, de 5.1 y 5.2 grados.

Pronta evaluación de daños, que lleva el miércoles 15 al gobernador Manuel Velasco Coello a solicitar al Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, la Declaración de Emergencia, para atender a los municipios que tiene pronta respuesta desde la Secretaría de Gobernación de Miguel Ángel Osorio Chong, que  afectados, que en  por parte de los gobiernos estatal y federal, que el jueves 15 responde positivamente.

Cálculo tentativo de expertos federales de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, dan un aproximado inicial de daños, entre 150 y 170 millones de pesos a la infraestructura carretera, aunque faltan por cuantificar los agrietamientos en los tramos carreteros en las zonas de Unión Juárez, Talismán, autopista Tapachula-Ciudad Hidalgo y los ejidos de la zona baja del municipio de Suchiate, entre ellos La Libertad.

La sismicidad se mantiene en las últimas horas, en niveles que no superan los cinco grados en Ciudad Hidalgo, así como en Tapachula, Cacahoatán, Huixtla, Mapastepec, Pijijiapan y Arriaga, en la Costa; en Frontera Comalapa, en la Sierra Madre de Chiapas, además de Cintalapa en la parte central y Las Margaritas, en las inmediaciones de la Selva, que en total sumaban a las cinco de la tarde con 41 minutos y 54 segundo del viernes 16 de junio, 134 eventos telúricos.

Preocupación en el medio científico, porque todo parece indicar que en esta ocasión el origen del fenómeno geológico ocurrió por el acomodamiento de la Placa del Caribe, que tiene como punto de referencia continental en la Región colindante de Soconusco con el occidente de Guatemala, la cual tiene una superficie de 3.2 millones de kilómetros cuadrados.

Incluye de igual forma toda la parte continental de América Central (Guatemala, Belice, Honduras. Nicaragua, El Salvador, Costa Rica y Panamá), y sumergida en el mar Caribe, el norte de las costas de Sudamérica.

Se trata de la misma placa tectónica, que el 12 de enero de 2010, provocó en Haití un terremoto de siete grados, la misma magnitud registrada en la vecindad chiapaneca-mexicana-guatemalteca, con la gran diferencia de que en Puerto Príncipe, la capital, tuvo consecuencias graves al perder la vida bajo los escombros más de 200 mil personas de todas las edades.

Hace poco más de siete años, los edificios de los gobiernos central y locales quedaron colapsados por el impacto del fenómeno de la naturaleza, que se vio magnificado por la precariedad de las construcciones públicas y privadas, no previstas para resistir las violentas sacudidas de la tierra.

Saldo mortal demasiado elevado, en mucho por también por la concentración de muchos, hacinados dadas las condiciones de pobreza extrema, en las áreas urbanas de la ciudad sede de los poderes públicos.

Condiciones de miseria, por los ingresos raquíticos y el desempleo, que harían imposible la edificación de viviendas seguras, las que al desencadenarse el movimiento telúrico, fueron destruidas con gran facilidad, dejando bajo escombros a decenas de miles de sus habitantes.

Una catástrofe sin precedentes en esa Zona del Caribe, que  destruiría el 65 por ciento de las construcciones de la zona metropolitana de Puerto Príncipe-Pétionville y más de dos millones de personas quedarían sin hogar.

Tragedia que no se supera pese a la ayuda internacional y de la Organización de las Naciones Unidas, debido precisamente a las condiciones de miseria en las que los haitianos vivían antes y después del terremoto que se prolonga hasta nuestros días.

Gravedad reflejada en el hundimiento de la sede del Palacio Presidencial de belleza arquitectónica, admirada por propios y extraños, lo mismo que el Palacio de los Ministros. Días aquellos de caos total en el que el nauseabundo olor de los cuerpos descompuestos se volvía insoportable, mientras los alimentos resultaban insuficiente para paliar el hambre de niños y adultos.

Incapacidad oficial, aún con la ayuda de las naciones de todo el mundo, para responder ante los efectos devastadores del terremoto de 7 grados provocado por el movimiento de la Placa del Caribe, que para la buena fortuna de los chiapanecos-mexicanos y sus vecinos fronterizos de Guatemala, las condiciones generales derivadas, no desencadenaron un desastre de la magnitud haitiana que todavía no supera los severos estragos.

En esta Frontera Sur de México, los temblores han sido desde siempre parte de lo cotidiano en la vida de quienes aquí habitan, pero hoy se mantienen sorprendidos por la frecuencia cada vez mayor que impactan la normalidad de la Zona de mayor productividad agrícola y comercial de la entidad.

Pero a pesar del incremento de la sismicidad en Chiapas y de manera especial en la Región Soconusco, las estaciones de la Red Sismológica del Instituto de Geofísica de la UNAM, apenas suman cuatro en toda la entidad, de un total de 61, localizadas la mayoría a lo largo de las costas del Océano Pacífico y en menor escala Veracruz.

Por lo mismo, el peligro sísmico en la entidad no está bien definido, debido principalmente a los insuficientes estudios de los movimientos telúricos. De hecho este tipo de información en la entidad es escasa y la que existe, la concentran herméticamente los especialistas del Servicio Sismológico Nacional, que se han constituido en una especie de cofradía muchas veces inaccesible.

De lo que se tiene la absoluta certeza, es que la alta sismicidad en Chiapas, es resultado de la interacción de la Placa oceánica de Cocos, que se mueve en dirección de convergencia frontal con las de Norteamérica y del Caribe.

Las pocas investigaciones científicas existentes, revelan el movimiento convergente entre las tres placas, es mayor a 7.5 centímetros por año, a lo largo de los poco más de 200 kilómetros de costa. Incide como el factor más importante en este fenómeno, el proceso de subducción de la placa de Cocos bajo la Norteamericana, que da origen a los temblores de gran magnitud (7 grados Richter), como el de la madrugada del miércoles 14 con epicentro en Ciudad Hidalgo, aunque ahora se presume haya tenido su origen en la del Caribe.   

Detalles de tales movimientos que precian que la deformación interna de la placa subducida, genera sismos profundos o medianos, des 80 hasta 300 kilómetros, como el reportado en Villaflores, el 21 de octubre de 1995, que tuvo una magnitud de 7.2 grados Richter y una profundidad de 165 kilómetros.

Se sabe que la profundidad de la Placa de Cocos es mayor, lo cual origina que los movimientos telúricos en las costas de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, no rebasan los 80 kilómetros, mientras que en Chiapas es mayor hasta alcanzar los 200 kilómetros.  

Otro dato interesantes es que en la entidad chiapaneca existen 15 fallas geológicas importantes, que dan margen a temblores de magnitud moderada causantes de daños en espacios no amplios, como los registrados en Chiapa de Corzo, entre julio y octubre de 1975.

Los volcanes Tacaná y Chichonal, son considerados como importantes factores de riesgo, pues están tipificados como activos que en caso de reactivarse pondrían en peligro a las poblaciones de sus áreas de influencia.

En la valoración de lo acontecido con el terremoto de la madrugada del martes 14 de junio, no debe de perderse de vista la relación entre la Placa de Norteamérica y la del Caribe, que al colisionar han producido sismos de gran envergadura, como el del 18 de abril de 1902, que destruyó un elevado porcentaje de los monumentos históricos en la Ciudad de Antigua Guatemala, que al mismo tiempo provocó daños severos en la Región Soconusco, al alcanzar un rango aproximado de 8 grados Richter.

Las estadística en el seguimiento de los sismos en México, precisan que aquellos de magnitud de 7.5 grados, suceden uno cada 10 años; de 6.5 grados, cinco cada cuatro años, y los de 4.5 grados, se activan 100 cada año en promedio.

En la historia del país, los más destructivos, aunque no de mayor magnitud, han sido los de 8.1 grados Richter el 19 de septiembre de 1985, con efectos devastadores en la Ciudad de México, completado al día siguiente 20, dejando tras de sí, miles de pérdidas humanas, así como cuantiosos daños materiales.

Se destaca que no obstante que las zonas de epicentros se localizan en diversos puntos del Pacífico (Michoacán, Guerrero y Oaxaca), es la capital del país, no obstante estar en el altiplano nacional, está catalogada como el principal receptor de los movimientos telúricos, al estar finalmente en la cercanía para ser blanco de sus efectos más severos, como se recuerda padeció hace 32 años, en mucho por estar asentada en lo que otrora fue un gran lago.

La Red Sismológica Nacional fue creada en 1910, teniendo como centro de operaciones la Estación Sismológica de Tacubaya, que finalmente quedarían bajo control absoluto del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, conformando en la actualidad el Servicio Sismológico Nacional (SSN).

Aplicación de modernos equipos sensores, que permiten dar seguimiento puntual a los movimientos de tierra, que según los estudios del SSN, han ido en aumento muy importante, en la investigación efectuada a partir

de 1990, en que se registraron 796.

Para el año 2000, el registro oficial de la UNAM, reportaba un total de mil 52, para detectar en 2010 una acumulación de tres mil 462. Llama la atención que fue en 2012, cuando los equipos sismológicos tuvieron un registro de 10 temblores entre 6 y 6.9 en la escala de Richter. En ese lapso, el de mayor magnitud ocurrió en 1995, con un potencial superior a 8 grados.

Plantear de nueva cuenta la necesidad de que los expertos de la Máxima Casa de Estudios de México, dirijan su interés hacia el extremo sur de Chiapas, con Tapachula como principal punto de referencia, es fundamental para que la población sepa que existe interés por precisar las perspectivas de riesgo para la población fronteriza.

¿Cómo entender que una población más pequeña (Villaflores), tenga ya operando una Alerta Sísmica y la Región Soconusco, la de mayor actividad telúrica carezca de un sistema que de margen 40 segundos a la población para refugiarse en lugares seguros ante la inminencia de un movimiento de tierra?

Qué bueno que así ocurra, y que sea un logro de su alcalde ante la autoridad estatal. Habrá que ponérselo como ejemplo a los de Tapachula y municipios fronterizos, que hasta ahora siguen apáticos en cuanto a  disminuir las posibilidades de una tragedia. Manuel Velasco Coello y Enrique Peña Nieto tienen también esa responsabilidad.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.