Historias de la Frontera Sur

A la memoria de mis padres don Mario Ruiz Mayorga y doña Maria Redondo Castillo, chiapaneco e hidalguense de corazón.

Tapachula se ha caracterizado por tener entre sus hijos a gente de gran valía, pero también a migrantes de otras ciudades del estado, del  país y del extranjero, que le han dado mayor brillo y trascendencia a su historia.

Una ciudad cosmopolita como pocas en México, receptora también de corrientes humanas provenientes de Europa, Asia y Medio Oriente, que desde finales del siglo XIX arribaron para sumarse al desarrollo y progreso de la Frontera Sur.

Muchas historias se agolpan en el recuerdo y muchas, perdidas en el olvido de la ausencia, cuando partí a la ciudad de México en 1970, en búsqueda de mejores horizontes, buscando refugio en la Universidad Nacional Autónoma de México, dejando atrás el terruño donde la educación Preparatoria era la máxima posibilidad de estudios.

Había que hacerla y la hicimos en nuestra formación profesional y luego en el medio periodístico de las grandes ligas, en la capital del país, la provincia y en el extranjero, como enviado especial.

Tiempos aquellos en que el medio ambiente de la entonces capital económica de Chiapas, sufría el embate de los “barbaros” de La Laguna, que como adoradores del dinero, habían llegado a la Región a sembrar algodón, arrasando 50 mil hectáreas de selva tropical.

Auge del “oro blanco” que trastocó la vida de la Frontera Sur de México. Traería empleos, pero siempre mal remunerado, hasta su fin en la década de los 80, en que los materiales sintéticos acabaron con el imperio.

Riqueza abundante para unos cuantos y la muerte de decenas de miles de indígenas, provenientes de la Zona de Los Altos de Chiapas y de Oaxaca, por el criminal e indiscriminado uso de plaguicidas prohibidos internacionalmente, utilizados para fumigar con vuelos rasantes los campos agrícolas, sin importar que en ellos se encontraran trabajando hombres, mujeres y niños.

Contaminación de suelos, aire, ríos y esteros, así como destrucción de la flora y fauna únicas en el territorio nacional, con la complicidad de los gobiernos federal, estatal y municipal.

A la distancia, la herencia maldita de altos niveles de cáncer entre la población, en sus diversas modalidades, hoy fortalecida por la continuación en los campos agrícolas, del uso de substancias químicas proscritas por constituir riesgo para la salud, muchas de ella pasadas de contrabando desde Guatemala.

Estadísticas que se ocultan como secreto de Estado, dada la gravedad de un problema que no se atiende por ninguna instancia del Sector Salud, y de las Secretarías de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), y de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Transcurrir de tres décadas en las que se ha dado cierto equilibrio ecológico, con la siembra en 30 mil hectáreas, de mango ataulfo, de exportación a Estados Unidos, que por cierto se encuentra en etapa regresiva al saturarse el mercado una vez que se han establecido plantaciones en Colima y Sinaloa. Producto que ha empezado a ser sustituido por la palma africana, para la fabricación de aceite.

Historias que se entrelazan en la ahora urbe de un millón de habitantes, aunque el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), diga lo contrario, de los cuales un 30 por ciento son centroamericanos avecindados.

Permanencia aún de personajes como don Antonio Melgar Aranda, que a sus 87 años de edad, se mantiene como ejemplo de priísta de hueso colorado. Motozintleco de raíz y tapachulteco de corazón, cuya militancia en el tricolor le ha permitido ser alcalde de la ciudad más importante de la Frontera Sur, además de diputado local y federal, presidente del PRI estatal y senador de la República.

Solamente le faltó ser gobernador. Y lo iba a ser, porque así le había asegurado su amigo Jorge de la Vega Domínguez, en los días en que éste lideraba el comité ejecutivo nacional del Partido Revolucionario Institucional.

El comiteco lo daba como un hecho hasta un día antes del destape, en que en que Melgar Aranda fue convocado a la ciudad de México, para escuchar lo que sería el fin de su carrera política: Toño, tú eres mi candidato, pero el señor Presidente ha decidido por otro. Te pido te disciplines, no hay de otra.

Lo hizo. Y nunca más ocupó cargos de representación popular, refugiándose en la Notaría que lo mantiene activo y atento a sus hijos Antonio, Luis Armando y Yamil Melgar Bravo. El primero representante local del Infonavit, el segundo senador de la República y el tercero delegado estatal del Seguro Social.

Hoy, el único político sobresaliente de la vieja guardia, se muestra entusiasmado al ver a Luis Armando, estar en la posibilidad de alcanzar el objetivo que a él le fue negado. El senador por el Partido Verde Ecologista de  México, es fuerte aspirante a la gubernatura, según los sondeos de opinión, aunque se presume que su postulación podría surgir por el lado del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), antes de que concluya el año.

Don Antonio no oculta su alegría y la esperanza de que su hijo logre la meta que se ha propuesto, al mantenerse en el ánimo de sus seguidores en la geografía estatal, la cual recorre permanentemente para conocer de cerca la problemática y que la ciudadanía sepa sus propuestas.

Tierra prodigio la de Soconusco y Tapachula, en la que han destacado las figuras de empresarios visionarios, como don Antonio D´amiano Atristán, pionero en el uso del gas y creador de una pequeña empresa que hoy constituye una de las más grandes Corporaciones en México, lo mismo que don Octavio Marín, reconocido por ser el principal urbanizador de la ciudad, al crear los dos principales espacios residenciales y la adecuación de otros que ahora son ocupados por importantes empresas foráneas nacional y extranjeras, además de ser concesionario de otros importantes negocios.

Otro de los hombres que han proyectado y bien la imagen de Tapachula, ha sido y es el priísta José Antonio Aguilar Bodegas, actual secretario del Campo del gobierno de Manuel Velasco Coello.

Político con vasta experiencia, sin duda el de mayor trayectoria en la camada actual, que vuelve a los reflectores de la sucesión estatal, aunque él se mantenga al margen, apoyado en una carrera que le ha llevado por los caminos de la Alcaldía de Tapachula  y las diputaciones local y federal, así como líder estatal del PRI, delegado federal y senador de la República.

Su intención de ser gobernador se daría en 2006, como candidato del Revolucionario Institucional. Enfrentaría un fraude cínico y sería derrotado a la mala en el conteo oficial, por el gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía, para favorecer a su favorito Juan Sabines Guerrero. De nada serviría la presentación de pruebas de los ilícitos cometidos en su contra, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pues ahí estaría la consigna del panista presidente Vicente Fox Quesada, para no dejarlo pasar.

Esta vez la suerte parece sonreírle. Aún sin hacer todavía oficial su interés por participar, es considerado desde ahora el enemigo a vencer, una vez que en octubre próximo empiece a definirse mejor la situación partidista, al ser obligado a renunciar al mando del priismo de la entidad el senador Roberto Albores Gleason, una vez que sigue violando los estatutos que establecen que su período culminó hace dos años.

Presencia de la mujer tapachulteca en los ámbitos nacional e internacional, con Elsa Hayashi, brillante como deportista en la rama del basquetbol, al ser la primera chiapaneca jugadora integrante de la selección nacional, luego capitana y entrenadora de la misma, cuyo nombre se impondría al viejo auditorio de la ciudad y que un mediocre alcalde canceló.

Tierra de grandes valores, del dramaturgo, ensayista y guionista, Carlos Olmos, fallecido la ciudad de México en 2003, a los 56 años. Egresado de la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Creador de la serie radial San Martín de la Piedra y de las exitosas telenovelas Caminemos, La pasión de Isabela, Cuna de lobos, Tal como somos y En Carne Propia. 

Sin duda, el más trascendente en su género, en el que destacó igualmente como autor de las obras de teatro Lenguas Muertas, Juegos profanos, Séptimo mandamiento: no robarás-tanto; El presente perfecto, El dandy del Hotel Savoy y Final de Viernes, entre otras.

Multilaureado por su trabajo literario con el Premio Juan Ruiz de Alarcón, Premio Heraldo de de México, Medalla Juan Rulfo, Premio Chiapas de Literatura, Premio de la Asociación de Críticos de Nueva York y Premio estrella de Plata.

Toda una historia de éxitos del extraordinario tapachulteco, que lamentablemente no ha sido valorada por la ausencia de una cultura del reconocimiento de la clase gobernante transitoria e inculta, que hasta ahora ha menospreciado la trayectoria de Carlos Olmos, cuyo nombre, por justicia elemental debería de ponerse al Teatro de la Ciudad.

Otro de los grandes de la segunda ciudad más importante de Chiapas, fallecido en 2015 a la edad de 73 años, lo ha sido el periodista y escritor Marco Aurelio Carballo, que supo combinar ambas vocaciones, primero como reportero de Excelsior, donde tuve el gusto de conocerlo y tratarlo y convertirnos en amigos, en mis días de El Universal. Sería luego fundador y escribidor de unomásuno, del cual funge como corresponsal en España, para luego regresar y colaborar en la Revista Siempre, donde es también jefe de Información.

Marco siempre tuvo en su mente al terruño querido, que visitaría semanas antes de su muerte en la ciudad de México. Sus novelas testimonian su incursión en la literatura: Polvos ardientes del segunda calle, Crónica de novela, Mujeriego, Vida real del artista inútil, Muñequita de barrio, diario de un amor intenso, Morir de periodismo, Ultimas Noticias, Novios en la barra, Mamá estaba loca, Soconusquenses, crónicas y semblanzas,

y Sin novedad en el Metro.

Su trabajo como periodista fue reconocido en dos ocasiones con el  Premio Nacional de Periodismo, y como literato con el Premio Nacional de Novela “Luis Arturo Ramos” y el Premio Chiapas de Literatura “Rosario Castellanos”.

Historias de personajes ilustres de Tapachula, al que el columnista rinde reconocimiento por hacer trascender al país y al mundo su existencia y con ella, la de una ciudad y Región Soconusco, ancestralmente marginadas, pero con un extraordinario brillo propio que la distingue en Chiapas.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.