El peligroso volcán Tacaná en la Frontera Sur

Se localiza a 30 kilómetros en línea recta de Tapachula, la segunda ciudad más importante de Chiapas. Su espacio es compartido por México y Guatemala. Tiene una altura de cuatro mil 30 metros sobre el nivel del mar y está considerado por el Servicio Sismológico Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como peligroso.

Preocupación en el lado centroamericano, donde el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología del Gobierno de Guatemala, realiza permanente vigilancia sobre este coloso, al considerarlo como uno de los más activos del país, junto con los volcanes de Fuego, Pacaya y Santiaguito, para lo cual cuenta con observatorios, estaciones sísmico-volcánicas, además de monitoreo de gases y muestreo.

Del lado mexicano, no obstante la amenaza que representa El Tacaná para más de un millón de personas, fue apenas en 2010 cuando con recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, se instaló una red sísmica de banda ancha triaxial, que consta de cuatro estaciones instaladas muy cerca del cráter -de 400 a 13.3 kilómetros-, para detectar también pequeños eventos de período largo o tremor, que pudieran estar relacionados con movimientos de gases o fluidos hidromagnéticos.

Pero, de lo que no tienen duda los vulcanólogos del SNN pertenecientes al Instituto de Geofísica de la UNAM, es de que en caso de una erupción futura, sus efectos pueden tener consecuencias severas para las Regiones de influencia de Chiapas y Guatemala.

Está clasificado El Tacaná, por el SSN, como un volcán activo y con mayor índice de erupciones históricas, al igual que el Popocatépetl, de Colima, Pico de Orizaba, El Cebóruco, Chichonal y San Andrés Tuxtla, y por tanto de posible actividad eruptiva en el futuro. Sus períodos de explosiones freáticas y fumarólicas fueron registrados en 1855, 1878, 1903, 1949, 1951 y el último en 1986, siendo Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, y gobernador, Absalón Castellanos Domínguez.

A un mes tres días de ocurrido el terremoto de siete grados, con epicentro en las inmediaciones del fronterizo municipio de Suchiate, que sacudió al lado guatemalteco y se llegó a sentir en toda la Costa y hasta Tuxtla Gutiérrez, los habitantes de la parte montañosa de Tapachula, en las faldas de El Tacaná, se mantienen en estado de alerta, preocupados por nuevos eventos telúricos, dado su condición de marginación y sobre todo por carecer de las rutas de emergencia prometidas hace 31 años.

Esteban Verduzco Leal, presidente del Consejo Indígena Maya-Mam, con sede en Pavencul, nos platica que su gente se ha acostumbrado a escuchar con frecuencia los ruidos y temblores que provoca El Tacaná, pero que últimamente se han sentido muy seguidos: Luego del ocurrido la madrugada del 14 de junio, están preocupados, porque pocas veces habían sentido uno tan fuerte.

Representa a los Mam, que constituyen el único grupo indígena de la Región Soconusco, asentados en los poblados de Pavencul y Chanjalé, Mexiquito, Barrio Vega, El Malacate, El Naranjo y 26 de octubre, pertenecientes a la municipalidad de Tapachula, mientras que de la jurisdicción de Cacahoatán se ubican Aguacaliente, Toquián y Las Nubes, El Aguila, Bellavista, Azteca, Tecoitac, Camambé, Platanillo y Piedra Parador, y por la parte de Unión Juárez, Talquian, Córdova Matasanos, Papales y Chiquihuites.

En caso de una emergencia motivada por reactivación del volcán Tacaná, los más de 30 mil habitantes de origen Mam, estarían en grave peligro por la inexistencia de rutas de evacuación, como reconoce Verduzco Leal, pues el único camino de acceso aceptable es la estrecha carretera pavimentada que comunica con Tapachula, la cual con demasiada frecuencia se bloquea por los deslaves de los cerros, como ocurre en la actual temporada de lluvia.

Otro de los personajes de la Región que se ha mantenido firme en su lucha por la construcción de los caminos de desalojo, es César Osvaldo Arriola Barrera, ex alcalde de Cacahoatán, quien precisa que son tres las rutas que desde hace 31 años ofrecieron crear los gobiernos federal y estatal, que hasta ahora no han cumplido.

La primera, de Toquián y Las Nubes que conecte con Santa María las Vegas y Puente Colorado; la segunda, de El Aguila a El Progreso, Agustín de Iturbide, Benito Juárez y San Vicente, y la tercera, de Aguacaliente a San Miguel, Camambé y Platanillo. En todos los ejidos, en el municipio de Cacahoatán, los caminos existen, pero están intransitables, por lo que se requiere asfaltarlos.

A ello se agrega la grave erosión de los cerros, por la tala irracional en las faldas del volcán Tacaná, considerado como reserva natural protegida, de coníferas, que durante las 24 horas son saqueadas por la delincuencia organizada que cuenta con la protección de las autoridades de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Procuraduría Federal de Protección del Ambiente (Profepa), en complicidad con policías estatales y municipales.

Hoy a más de siete años de la instalación por parte del SSN de la UNAM, de la red de cuatro estaciones para monitorear la actividad del coloso binacional y las fallas geológicas que se extienden entre Chiapas y Guatemala, no se tiene conocimiento de nuevos estudios como el efectuado de mayo a octubre de 2010, que permitió saber que hubo días en que se registraron hasta cuatro movimientos telúricos con epicentro en el volcán, con magnitudes mínimas y con valor máximo de profundidad de 10.3 kilómetros y menores de 500 metros a partir de la cima y en un radio máximo de 16 kilómetros.

Los seis meses de investigación, permitieron concluir, como consta en la página cibernética protegida del Servicio Sismológico Nacional, que la actividad de El Tacaná era estable, aunque se planteaba la necesidad de instalar más estaciones de monitoreo en el entorno del coloso, para que las localizaciones y los cálculos de los sismos originados, sean lo más preciso posible.

Olvido del SSN, de dar seguimiento permanente a los movimientos telúricos con epicentro en el volcán, que tendrían como objetivos inmediatos la elaboración de informes mensuales a los que podría tener acceso el público.

Más aún, cuando se consideró que el objetivo era determinar la evolución temporal y espacial de la actividad sísmica de El Tacaná y detectar anomalías previas en caso de un aumento de intensidad, para tomar las decisiones acertadas y a tiempo, lo cual tampoco ha ocurrido.

Marco Antonio Penagos Villar, ingeniero geofísico del Instituto Politécnico Nacional y secretario del Colegio de Ingenieros de Ciencias de la Tierra en Chiapas, precisa que en Chiapas existen 69 estructuras incandescentes, que representan rasgos de los límites de las Placas Tectónicas de Norteamérica y del Caribe, sobre las que se ubica la entidad y que aún no han sido estudiadas, por lo que urge correlacionar estas áreas volcánicas en función de su localización geográfica.

Hasta ahora, comenta al columnista, se ha dado prioridad a la actividad de El Tacaná y El Chichonal, pero no son los únicos en el estado y que en caso del segundo fue epicentro a un kilómetro de profundidad, del sismo de 4.3 grados registrado el 30 de octubre de 2007, que originó tres días después el deslizamiento de tierra en Juan Grijalva, además de reactivar fallas geológicas en diversos municipios de las Regiones Central y Norte de la entidad.

Un acontecimiento que no ha sido estudiado todavía a profundidad por la comunidad científica del país, como amerita este caso extraordinario originado en el norte de la geografía estatal, donde se ubica el límite entre la Placa del Caribe con la de Norteamérica.

Información oficial de la Comisión Federal de Electricidad, revelaría que el deslizamiento de Juan Grijalva está enmarcado en tres Fallas Geológicas Regionales (Norte, Ostuacán y La Laja).

El volumen estimado del desplazamiento fue de 120 millones de metros cúbicos de materia rocosa y arcillosa, con dimensiones de 800 metros de largo, 500 de ancho y 300 de alto. Para su desprendimiento, según el geofísico chiapaneco Penagos Villar, hubo necesidad de la influencia de una energía o fuerza extraordinaria que sólo pudo haber generado la actividad sísmica o la actividad volcánica muy cercana de El Chichonal.

Otros detalles importantes en lo ocurrido en Juan Grijalva, fueron los hundimientos, derrumbes y deslizamientos en un radio de 50 kilómetros a la redonda de donde se originó el movimiento telúrico, que incluyó a los municipios de Copainalá, Ixhuatán, Pichucalco, Francisco León, Chapultenango e Ixtacomitán, entre otros.

Opinión coincidente, refiere Penagos Villar, del geólogo Antonio Flores Hernández, del Instituto de Geología de la UNAM, en cuanto a que el volcán más joven de México, fue el responsable del deslizamiento en Juan Grijalva, debido a que la cámara magmática contenida debajo de El Chichonal, contiene rocas fundidas con temperaturas superiores a los mil grados Celsius y que por sus propiedades físicas de presión y temperatura, siempre están buscando una salida, tal y como ocurrió en 1982 cuando hizo erupción, lo que dejó huecos y fracturas que con el tiempo se llenan de agua y que después de cierto tiempo originan reacomodos.

Afirmación del especialista en geofísica, Marco Antonio Penagos Villar, de que todo el estado de Chiapas, presenta las mismas condiciones geológicas que Juan de Grijalva, lo que, aunado a la deforestación, falta de planeación y desarrollo urbano hacia zonas no aptas para ello, nulas políticas públicas preventivas, desarmonización de las leyes que rigen la protección civil y obra pública, falta de conocimiento de los funcionarios encargados de la toma de decisiones, así como la creciente vulnerabilidad de las poblaciones del estado de Chiapas, someten a alto riesgo geológico e hidrológico a sus

pobladores.

La realidad echa abajo todo argumento en el sentido de que desde la perspectiva oficial se atiende todo lo concerniente en materia sísmica originada por los reacomodos de las placas tectónicas, así como por los riesgos que representa la actividad volcánica latente.

Redescubrimiento en el caso de los descendientes del grupo maya-mam de las inmediaciones del volcán Tacaná, de que siguen siendo marginados por las autoridades, que desde 1986 se comprometieron a construir los caminos para su desalojo en caso de emergencia.

Estamos a 31 años de distancia de promesas tan largas, que no se cumplen porque sigue sin existir la voluntad política para auxiliar a este grupo importante de la sociedad de la Región Soconusco, que sigue exigiendo justicia sin ser oídos.

¿Cómo entender que para presionar a los gobiernos federal y estatal, para el cumplimiento de los compromisos de reconstrucción de viviendas, dañadas por los sismos de 2014, se vean obligados a salir de sus comunidades y bloquear carreteras para que les hagan caso?

Lo más delicado, es que ni aún así son tomados en cuenta, no obstante que más de 500 familias han visto complicarse su condición habitacional, con el terremoto del reciente 14 de junio al derrumbarse sus modestas casas allá arriba, en la compleja montaña.

Tal vez para el próximo 2018 renazca su esperanza, cuando lleguen a sus comunidades los candidatos de los diferentes partidos políticos, que les ofrecerán hasta lo que no, para que les otorguen su voto.

Esta es la Frontera Sur de México, donde todo se ofrece y poco o nada se cumple, aunque retiemble en su centro la tierra.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013, Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.