“Stan”, 12 años de corrupción e impunidad

Al cumplirse este miércoles cuatro de octubre, 12 años de la tragedia que enlutó a miles de familias, ante el embate inmisericorde del huracán Stan, los sobrevivientes y familiares de los más de tres mil muertos, por primera vez no serán encabezados en su peregrinar por la ribera oriente del río Coatán, por el Jefe de la Diócesis de la Iglesia Católica en Tapachula, Don Leopoldo González González, que ha partido recientemente para hacerse cargo de la Arquidiócesis de Acapulco.

Cada año, el obispo convertido ahora en arzobispo y líder del catolicismo en el estado de Guerrero, enarbolando con una cruz con la imagen de Jesucristo, recorrería los lugares donde alguna vez hubo cientos de casas, cuyos habitantes sucumbieron frente a un fenómeno de la naturaleza sin precedente en la ciudad más importante de la Frontera Sur.

Esta vez sumarán a su tristeza, la ausencia del amigo y pastor de casi dos millones de feligreses chiapanecos de las Regiones Costa, Soconusco y Sierra, que en todo momento enarboló la causa de quienes por aquellos días perdieron a hijos, padres, hermanos, tíos, sobrinos y amigos, arrastrados por las aguas desbordadas del poderoso afluente, aquella mañana del “Martes Negro”, en la historia de Chiapas.

Una procesión que continuará este día tan significativo, de fe en la religión católica, mezclada con la inconformidad de los miles de damnificados que volverán a hacer escuchar sus voces de coraje, de repudio, condena y de abuso de poder en su perjuicio, del ex presidente Vicente Fox Quesada, y del ex gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía.

Impotencia e indefensión también, porque la mayoría de los sobrevivientes del poderoso fenómeno de la naturaleza, se mantienen en condiciones de zozobra debido a que la mayoría sigue esperando el otorgamiento de la certeza jurídica, que les adjudique como de su propiedad el remedo de miles de casas, construidas por las constructoras de los hijos de la pareja presidencial Marta Sahagún, con la complicidad del padrastro Vicente Fox Quesada.

Enojo porque la corrupción y la impunidad derivada del oscuro ejercicio de 20 mil millones de pesos, incluidas multimillonarias donaciones en cuentas bancarias, en el último año del sexenio de ambos gobernantes (2006), autorizados por el Poder Legislativo Federal para la reconstrucción, se mantienen sin castigo, aún por el gobierno actual, no obstante estar vigentes las denuncias penales en su contra, que la Procuraduría General de la República mantiene archivadas.

Muchos ramos de flores de los dolientes serán echados al cauce del Coatán, en señal de duelo y de indignación porque 12 años después del suceso que les marcó de por vida, en muchos los “fraccionamientos vida mejor”, se sigue adoleciendo de los servicios más elementales (agua potable, electricidad, calles pavimentadas y drenaje), además de pésima calidad, mientras que en las facturas que en su momento fueron cobradas por las empresas de los Bribiesca Sahagún, entenados de Vicente Fox Quesada, así como otras de los hermanos de Pablo Abner Salazar Menguchía, las cantidades fueron por demás cuantiosas, como si se tratase de edificaciones de lujo.

Los reclamos se han mantenido ininterrumpidamente por parte de los afectados, desde el término de la gestión de ambos gobernantes, pero todos fueron ignorados por las administraciones sucesoras del presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y del mandatario estatal Juan Sabines Guerrero, en una demostración de protección plena a los ilícitos que se cometieron en 41 de los 118 municipios chiapanecos.

Complicidad de los Congresos estatal y federal, al no revelar las revisiones de las cuentas en las que se evidenciaban los actos deshonestos de Fox Quesada y Salazar Mendiguchía.

Todo archivado en la “congeladora” del oficialismo, cual si fuesen secretos de Estado, que con el paso del tiempo se han vuelto más que intocables, primero por consigna agregada de los aliancistas de los Partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática, Verde Ecologista de México, Convergencia y del Trabajo, entre otros, y en los últimos cinco años por el Partido Revolucionario Institucional.

Por aquellos días, el columnista vivió muy de cerca la tragedia, como testigo presencial a la orilla del río Coatán y coordinando la cobertura de un equipo de reporteros y fotógrafos, como director de Diario del Sur, el decano del periodismo en Chiapas, integrante de Organización Editorial Mexicana.

La lluvia había durado ya varios días en la Región limítrofe con Centroamérica, causando graves inundaciones en las partes bajas de los municipios costeros como en la Sierra, teniendo como denominador común la incomunicación de sus poblados y rancherías.

Se veía venir lo peor, cuando esa madrugada del martes cuatro de octubre de 2015, se intensificó la actividad pluvial, en las zonas montañosas, haciendo crecer los caudales de los ríos, pero ninguna autoridad federal, estatal y municipal, asumió responsabilidad alguna para dar una alerta a tiempo a la población, sobre el riesgo que corría, principalmente las asentadas en las riberas e incluso en el lecho de los cauces.

En Tapachula, sería hasta las siete de la mañana cuando en algunos vehículos parlantes se acercaron a las colonias, para recomendar que abandonaran sus casas y pertenencias, porque el río estaban creciendo y sus aguas se tornaban amenazantes para sus vidas y patrimonios.

La gente no creyó la versión, no obstante que observaban como se incrementaba rápidamente el nivel de las turbias aguas.

Sería como media hora después de los avisos, obviamente a destiempo, que ocurriría la catástrofe para miles.

De pronto todo se volvió caos, gritos desesperados del auxilio que nunca llegaría ante la descomunal embestida de la naturaleza, porque para entonces el Coatán arrasaba con todo a su paso, al traer consigo enormes troncos de árboles y gigantescas piedras que empezarían a causar terribles estragos en su transitar imparable.

A las ocho de la mañana, el largo puente sobre el afluente, que comunicaba a la otrora “Perla de Soconusco”, empezó a cimbrarse, al atorarse en él las pesadas cajas de trailers, que al ser empujadas por las enturbiadas aguas y rocas, lo derrumbarían en cosa de pocos minutos.

Un espectáculo dantesco, mientras aparecía sobrevolando un helicóptero de la Armada de México, con una tripulación heroica, dada las condiciones totalmente adversas, al no cesar la lluvia, en su afán de rescatar a quienes se habían refugiado en las azoteas de las casas construidas prácticamente a la mitad del río.

Intentos que finalmente resultarían negativos, al ver como seres humanos y viviendas desaparecían en medio de gritos desgarradores, entre las corrientes desbocadas, en ruta hacia el mar distante 30 kilómetros, por los rumbos del vecino municipio de Mazatán.

Desbordamiento en todos los afluentes de la Costa, que provocarían la caída de puentes carreteros de la red ferroviaria, interrumpiendo la comunicación terrestre y con ello el abasto de alimentos, que inmediatamente empezarían a escasear por las compras de pánico.

Hoy se tiene conocimiento, que no obstante saber de la grave amenaza que avecinaba sobre la población, el gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía, menospreció el fenómeno meteorológico y más aún la vida de cientos de miles de habitantes cuyas vidas pondría en riesgo.

El ego del mandatario, demasiado elevado, le impidió la sensatez que hubiese evitado tanta mortandad, que iría conservadoramente más allá de las tres mil víctimas, pero que para evitar reacciones en contra que alteraran sus propósitos de continuar vigente en la jerga política nacional, daría la consigna de que el número de muertos no había sido mayor de 80.

Algo así como un genocidio atribuible a tan perverso personaje, que nunca se imaginó las extraordinarias ganancias que lo enriquecerían más, en la última fase de su gestión gubernamental, favoreciendo los intereses de la familia presidencial Fox-Sahagún.

Han transcurrido desde entonces 12 largos años, en los que Salazar Mendiguchía, que se sepa no ha escatimado ningún recurso económico para mantener su alto nivel de vida dispendioso, rodeado de lujos producto de una cuantiosa fortuna económica que en su vida soñó alcanzar.

Sí, el mismo Pablo Abner, que en 1986 llegó a la oficina del columnista, por aquellos tiempos coordinador General de Comunicación Social del Gobierno de Chiapas, en Tuxtla Gutiérrez, para suplicar le comprara en mil dólares una videocámara de la marca Sony, porque no tenía para darle de comer a su familia al día siguiente.

Sí, el mismo Salazar Mendiguchía que recién había regresado de una convención su Congregación de El Nazareno, en Houston de la cual era pastor, al grado que se había gastado todo su dinero y no le quedaba nada.

Sí, el mismo que en una muestra de su “generosidad” posgubernatura utilizó a la conductora de Televisa, hoy de TvAzteca, Adela Micha, como prestanombre en la adquisición de un lujoso departamento valuado en varios millones de pesos, en la colonia Polanco, de la Ciudad de México, que al ser descubierta, a la involucrada no le quedó más que aceptar su complicidad con este personaje, que antes de arribar como titular del gobierno chiapaneco, vivió en una casa de interés del Infonavit en la colonia Patria Nueva, de la capital chiapaneca.

Incontables propiedades demasiado caras en el patrimonio de quien acumuló riqueza ajena, sin importar el daño a decenas de miles de damnificados por el huracán Stan, que le permitió alcanzar un nivel tal de opulencia, que sabida es la adquisición de casas y departamentos de lujo en la capital de la República, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Cancún, Acapulco y Vallarta, por citar algunas en el territorio nacional, a las que se suman otras fuera del país, como en Estados Unidos, Argentina y España.

Secreto a voces la creación

de negocios multimillonarios con sede en el estado de Nuevo León, que enlazó exitosamente con su ahijado Juan Sabines Guerrero, en el inicio de sexenio y que al abusar de la confianza de su creación sucesora, fue encarcelado, acusado de diversos delitos, entre ellos el de asociación delictuosa, que después de breve tiempo de encierro negoció con el mismo gobernador su liberación en lo oscurito, bajo circunstancias por demás ilegales, bajo la sospecha de un chantaje de dimensiones de escándalo en la vida privada del mandatario.

Después de su estancia obligada en el penal de alta seguridad de “El Amate”, que curiosamente Pablo Abner mandó a construir para castigar a sus enemigos, ha hecho evidente su intención de volver a la política, sin que hasta ahora haya aterrizado su intención en terreno seguro, pues lo mismo ha intentado su nueva “militancia” comprando favores en el Partido del Trabajo, que con el de la Revolución Democrática y últimamente con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).  

Aún se mantienen vigentes los procesos penales emplazados en su contra, por Carlos Tapia Ramírez, presidente de la Sociedad Civil del Soconusco y del Consejo Regional de Damnificados de “Stan”, que las denuncias ante la Secretaría de la Función Pública PGR/CHIS/TGZ283/2008, PGR/CHIS/TGZ1/302/2008, TGZ-1/301/2008, TGZ-1/303/2008 y TGZ-/209/2008.

La pregunta acerca de la corrupción y la impunidad de Fox y Salazar Mendiguchía sigue en el aire, 12 años después de una tragedia llamada Stan.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.