Crisis cafetalera

Preocupante y compleja es la crisis que enfrenta el sector cafetalero mexicano al acumularse desde hace varios años que no ha contado con una política pública articulada e integral, lo que ha hecho que la producción haya disminuido de seis millones a 2.6 millones de sacos en la última cosecha, según cifras oficiales. En dos décadas, nuestro país pasó de ser el sexto productor mundial del grano al décimo, y de ocupar el primer lugar en cafés orgánicos ya es el segundo.

Una docena de instituciones de investigación han realizado un estudio a fondo de la situación cafetalera nacional y han establecido que las familias productoras cuentan con pequeñas superficies, en su mayoría menores a 1.5 hectáreas y por ende sus rendimientos son sumamente bajos –menos de seis quintales por hectáreas como promedio nacional- y poco valor agregado, lo que provoca baja rentabilidad de la actividad; además, 70 por ciento de ellas viven en condiciones de marginación, situación que se agrava por manejarse en un mercado especulativo al tener que vender a los “coyotes”, mientras que los precios internacionales son menores a los 100 dólares por quintal, lo que hace a la cafeticultura insostenible financieramente.  

El café ha sido tradicionalmente un producto generador de muchas divisas para el país, pero la falta de atención integral ha provocado su situación actual, agravada por el impacto del cambio climático, nuevos brotes de plagas y enfermedades, sumado a la falta de políticas públicas integrales y trans-sexenales. A ello se añaden problemas emergentes como la inseguridad alimentaria, delincuencia, migración, degradación del tejido social y falta de inclusión generacional, lo que hace que el campo se quede sin jóvenes que han preferido irse a la ciudad o migrar a otras regiones e incluso al extranjero.

Todo ese panorama y ante los cambios por el inicio de la nueva administración federal, el sector académico, integrado en la Red Mexicana de Investigación para el Desarrollo de los Territorios Cafetaleros, ven una oportunidad para la cafeticultura nacional y ésta pueda recuperarse con acciones en el que intervengan a todas las partes involucradas, empezando por la creación del Instituto del Café de México (Incamex), como un organismo público descentralizado de carácter nacional, con personalidad jurídica, patrimonio propio, autonomía técnica, operativa y de gestión, como antes lo fue el Inmecafé, que se apoye en la investigación para el rescate del sector más importante de la economía agrícola del país, al depender de él millones de familias que se ubican en regiones de alta marginación.

“Tanto los retos y la problemática como las oportunidades que tienen la cafeticultura no pueden ser enfrentados con las reglas e incentivos actuales, por ello se requiere la creación de una institución capaz de atender de manera integral las necesidades del sector, articulando esfuerzos y alianzas público-privadas que diseñe e impulse políticas públicas integrales, congruentes y pertinentes”, sostienen y es que actualmente la Secretaría del Bienestar y la de Agricultura y Desarrollo Rural, reconocen la importancia social del rubro cafetalero, pero durante los últimos 30 años no se ha tomado en cuenta a la academia en la construcción, evaluación y mejoramiento de las políticas sectoriales, desaprovechando una poderosa herramienta para el desarrollo sustentable.

A pesar de ello, académicos de diversas instituciones públicas se han integrado y diseñado proyectos que han tenido incidencia en muchas áreas cafetaleras del país, vinculados además con productores ejidales, cooperativas y familias dedicadas a esa actividad. Se propone impulsar el café bajo sombra para que sea considerado como estratégico nacional, al cultivarse en zonas importantes de conservación de la biodiversidad y su cobertura arbórea amortigua la presión sobre los reductos de bosques mesófilos y de selva alta que prevalece, sobre todo en algunas regiones como la Sierra Madre de Chiapas.

Paralelo a ello, la demanda nacional de café en México se ha incrementado más allá de la producción nacional; es decir, se consume más de lo que se cosecha, pero ello no ha beneficiado a las familias dedicadas a esa actividad, porque incluso por un lado se importa el aromático y por el otro, gran parte del que se produce de alta calidad es exportado hacia otras naciones, por lo que se requiere con urgencia realizar campañas de consumo y establecer precios mínimos sustentables como en otros cultivos, porque de esa manera se dará un aliciente a ese sector.

Los especialistas e investigadores del Centro Agroecológico del Café, Centro de Investigación en Química Aplicada, Colegio de Posgraduados, El Colegio de la Frontera Sur, El Colegio de Veracruz, el Instituto de Ecología, Pronatura-Veracruz, las universidades Autónoma de México, de Chapingo, San Luis Potosí y Veracruzana, conjuntamente con el Instituto Nacional de Investigación Forestal, Agrícola y Pecuaria, que integran la Red Mexicana de Investigación para el Desarrollo de los Territorios Cafetaleros, puntualizan que la cafeticultura debe concebirse como una estrategia de desarrollo regional sustentable para lo cual se deben fortalecer las capacidades de las familias productoras y todos los eslabones de la cadena, incluyendo la industria, pero evitando la corrupción y la simulación que ha prevalecido en el manejo de recursos públicos.

Los especialistas tienen claro que la productividad de la cafeticultura mexicana debe incrementarse con urgencia, contemplando no solamente los rendimientos sino también la generación de valor agregado, la diversificación de fuentes de ingreso para los productores, la transferencia de tecnología, el manejo ambiental, la atención de plagas, la adaptación y mitigación al cambio climático, el financiamiento y la coordinación entre todos los actores de la cadena productiva, si es que México quiere volver a convertirse en líder cafetalero a nivel mundial. Hasta la próxima.