¿Escribiste algo malo?

Eran las cinco de la mañana cuando el teléfono rompió el silencio de la finca colimense.

Griselda Álvarez – la ex primera gobernadora del país- había tenido una larga noche de insomnio, entre lecturas, escritos, revisión de fotos, visitas bohemias, etc. Por lo que a duras penas logro incorporarse de la mullida cama ante la insistencia del teléfono, y a falta de la servidumbre que aún no llegaba a laborar, que en otro momento se hubieran hecho cargo de cuidar su sueño

Se desplazó vestida con su camisón blanco de largos pliegues y tomo el teléfono pensando de inmediato en su hijo y en su nieta. Pero no.

Una voz masculina aguardentosa le cayó como un balde de agua fría.

-¿Escribiste algo malo?, ¿Griselda las amistades están inquietas?

Con un resoplido atrajo la más lucida vigilia a su mente y cuerpo.

-¿Cómo te atreves a cuestionar lo que yo escribo?, ¿nunca más vuelvas a juzgar mi trabajo?

- Pero me pones en mal, te ves como una prostituta, me estas siendo infiel con tus personajes masculinos que te inspiras.

-¡Eres un tremendo ignorante, egocéntrico, enfermo de machismo. Tú y la aldea de retrasados mentales que te rodean se pueden ir al carajo!- Diciendo esto colgó estrepitosamente el teléfono. Y en la quietud que acompañaba los primeros rayos de sol que cruzaban los ventanales de madera, su respiración semejaba el cabalgar de salvajes caballos rumbo a su libertad.

Caminó pausadamente, y tomo uno de los ejemplares de su poemario “Erótica” recién publicado por el Claustro de Sor Juana, dentro de la colección de poesía titulada Caracol. Lo tomo entre sus manos aun levemente temblorosa por incidente que la había hecho rabiar, el que fueran su pareja, No les daba un ápice de derecho de juzgarla con las clásicas peroratas que cuando a los hombres les cae el veinte que fueron rebasados salen: eres una cualquiera por hablar de sexo, ser sensual o conseguir un logro profesional, etc.

La rectora del Claustro de Sor Juana había escrito en las primeras páginas de este poemario “catorces porqués para Griselda” a manera de honrosa justificación de la edición a esta gran luchadora social y defensora en carne propia de la libertad de género.

El teléfono volvió a vomitar su impaciencia. Griselda tomó el poemario y levanto el auricular.

No me cuelgues.

Escúchame con atención patético acosador lo que dicen de mí:

“ porque al rebelarse contra la tradición clásica que negaba a la mujer el uso de la palabra, cumplió una de las características más plenamente humanas: nos ha demostrado el lenguaje de la libertad, de la palabra liberadora que otorga a la mujer el espacio que está dispuesta a inventarse, el lugar de asombro perpetuo, de lo innombrable, de lo aun no significante, eso dinámico, constantemente distinto que se abre a la vivencia gozosa a la capacidad creativa, a la defensa, a la salvaguarda de la intimidad, crítica a la utilidad que reduce todo a lo mismo.”

Al otro lado ya no había voz alguna, y solo el sonido de quien ha colgado sin decir adiós. Griselda sonrió.

Me lo decía a mí misma, al fin y al cabo. Y este poemario tendrá vida y será ejemplo de expresión y de elección para que las mujeres saquen a los gorgojos retrogradas de su vida.

Toma el poemario y lo abre en el poema “ Eterno mar” y mientras va caminando rumbo a la cocina de brillantes mosaicos azul colonial, para preparase un café de olla, lee a todo pulmón y con gran gozo:

“Soy el principio de tu mar intenso

Porque no puedes detener mi oleaje

Y dentro y fuera vas como en un viaje

Interminable, lúbrico por tenso.

Soy tu final también, porque indefenso

Terminas cuando quiero. Mi hospedaje

Empieza con tu grito “al abordaje”

Y yo le doy el fin como el comienzo

He nacido mujer y es mi ventaja

Porque soy en verdad inacabable.

Hay un momento en que el timón se baja,

En cambio ola tras ola sigo estable,

Que el sudor como en perlas se te alhaja

Y mientras, otra vez, sigo ayuntable.”

margaritaeditora@hotmail.com