Los convidados de Carlos Bracho

A través de la lectura de su “Libro la lujuria del gourmet”, quiero invitarlos al placer de ser parte de este banquete selecto de experiencias sensoriales y emotivas que nos ofrece un caballero sin memoria como es Carlos Bracho.

Si se atreven a leerlo prepárense para liberar sus secretas ataduras, y dejarse llevar por la cruzada de la vida, en sus avatares, viajes en donde nos toma de la mano y nos vuelca a universos del alma, de la degustación, excitando nuestras papilas gustativas con un ritmo que semeja una danza entre cavas de vinos franceses, ante ventanales que descubren paisajes que alimentan sueños, deseos y aventuras novelescas. Qué lectura tan apropiada para este otoño.

Cupido y Venus son los escuderos de este caballero cruzado, que arremete con su voz actoral en la planicie del set perfecto de páginas plagadas de confesiones que sonrojan y arrancan sonrisas de complicidad en sus lectores.

Bracho nos impela a gozar del bouquet de la vida, degustar con delicadeza y reverencia experiencias entre notas de Wagner y lienzos de Caravaggio. Es imposible no sentir ansias de ser parte de esta fiesta existencial, en donde se honra cada elemento como una deidad en el altar de la plenitud que todos cobijamos como realidad o como sueño.

“Los vinos nos ayudan en la ensoñación y nos impelen a buscar más detalles del cuerpo y del alma, de los licores que, como los besos profundos y llenos de pasión, nos dejan en la boca la sensación de estar libando cosas venidas del Edén”

Pero también, él confiesa que se instala en ese abanico de escenarios para encontrarse a sí mismo, para rescatar esa militancia de caballero antiguo en la novela inacabable para fortuna de sus ávidos lectores.

Entre los pliegues de su libro encontramos pociones estimulantes, tributos gastronómicos como el café expreso con cuerpo y aroma que emanan de entre sus vividas descripciones. Por lo que este es un libro plagado de sensualidad, estética, magia y adoraciones sutiles a los vaivenes del cuerpo y sus palpitaciones.

Florencia, New Jersey, el Mediterráneo, la Toscana, las soleadas calles de Sevilla, son algunos de los destinos en donde la mujer, a lo largo de este maravilloso libro, representa la eterna musa, la que seduce y se vuelve desacato, promesa, suspiro y la dueña sublime del poeta y sus andanzas. A quien humildemente Bracho se transfigura como su humilde trovador… trovador sin memoria, para ventura de las bienaventuradas hechizadas de su insaciable sortilegio. Mujeres libres de su destino que recogen la vid de experiencias que las alimentan para su arte, su diario existencial, sus poemas, su necesidad de sublevarse una y mil veces.

De pronto el libro nos apremia a convertirnos en los chefs de momentos inolvidables, en donde los ingredientes vitales se describen mágicamente: Amor, vino, cariño y besugo, besos, gazpacho, caricias y postres, entre otros, en donde deja al lector su libre albedrio para dosificación de las porciones. La cocina de pronto es la antesala de provocaciones dulces e irresistibles.

Cada párrafo es un acto de rendición a la magia, sensualidad y vultuosidad de la mujer, sus labios, el color de sus ojos, su voz, su audacia, el calor de su piel para quien él cocina con erótica premeditación pastas, mariscos, carnes, con verduras exquisitamente sazonadas, y acompaña en el ritual, para quien va a cortar la leña en la tarde helada y luego llevársela a su cabaña, el otoño, la suave ventisca, la pálida nieve, un conjuro de nubes, respiraciones que se aproximan hasta el beso absoluto. Así se va dando el entramado de una vida de lujo, lujuria del gourmet, que les invito con un brindis por la vida, la exaltación de la juventud eternizable del alma sedienta, a leer.

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