Una mano en el corazón

Hay conjuros siniestros que se gestan en el abismo incomprensible de la densidad molecular, vidas con cálidos ritmos que de pronto se ven sacudidas hasta el desenfreno de la desesperanza y ¿qué más que esto puede ser el cáncer?, quien súbitamente plantea un ultimátum a los sueños, a los tiempos que parecían largos y quizás hasta invaluablemente predecibles, monótonos.

Una prometedora niñez, un noviazgo de eterno augurio, una carrera que se consolidaba en el anhelado ascenso, el viaje, la tarde, la pieza, el libro, el hijo, etc., de pronto todo ese flujo de páginas vitales puede roerse ante el diagnóstico que todos tememos ante cualquier síntoma sorpresivo y anormal de sangrado, abultamiento, dolor, que nos recuerda historias trágicas de leucemia, cáncer de mamá, de estómago, cerebro; y sin embargo en muchos hogares ese temor se ha cristalizado, se ha transformado en filosas astillas que clavan hasta el tuétano de las emociones, y abre las compuertas de la desesperanza, de noches en vela de oraciones que se persiguen y se confunden entre sollozos y lo que queda de suspiros.

Ante la disyuntiva de una enfermedad tan incierta, que coloca en el vértice de su propia historia a quien la padece todo toma un nuevo sentido, cada día, una tarde, el abrazo largo y sin prisa, los sabores del amor y la cándida sonrisa de una madre asolada que disimula su tribular por rosarios e iglesias.

Y es entonces cuando cobra importancia entre el agotamiento mental y la tribulación del espíritu las manos antes ajenas que se suman en un abrazo de generosidad que supera muchas veces en su emotividad y compromiso a los lazos de consanguinidad. Este es la razón de ser del fideicomiso “Una mano… una esperanza” que toca las fibras y remueve los estados de confort que condenan a la insensibilidad y falta de empatía por el dolor ajeno, por la humanidad de la que con las tecnologías y los micro espacios de consumismo, se va perdiendo la perspectiva de unidad, y de que como el famoso influjo del aleteo de la mariposa somos uno solo, en verdad, en destino y consecuencia. Todo nos resuena, nos es devuelto, nos afecta, nos invade y trastoca aunque queramos ignorarlo. La Sra. Mónica de Maturana en este terreno lo sabe y lo milita con energía que contagia.

Es por ello que estas líneas buscan ser un exhorto más, para compartir un poco de lo nuestro por esas vidas trémulas ante la amenaza de un temido adiós. El fideicomiso está abierto a los donantes para contar con más recursos para apoyar las innumerables necesidades de quienes padecen cáncer. Esta iniciativa para lo solidarios interesados está coordinada por el DIF a través de su valioso equipo liderado por la C.P. Rosalinda López, quien es la presidenta honoraria de esta causa, el Lic. Ángel Carlos Torres Culebro, como Director General del DIF, la C.P. Margarita López de Jiménez en su calidad de presidenta del voluntariado estatal. Ya queda de cada uno ser parte o no, queda esta decisión en la intimidad de la conciencia, en el ejercicio del ejemplo moral para nuestros hijos y la capacidad de visión de que somos un innegable colectivo energético que va y viene en la rueda de la vida.

tintaynovela@hotmail.es