Tren Maya y la ONU

*Reto que requiere toda la atención del presidente López Obrador

*Necesaria extensa gama de políticas, reglamentos e inversiones

Congreso de la Unión.- Una de las regiones con mayor atracción turística en el país es la zona maya. Sin duda cuenta con un gran potencial en el ramo, pues posee playas espectaculares, ciudades con bellísimas construcciones y una de las zonas arqueológicas más ricas de México y de todo el mundo.

Los anteriores gobiernos del PRI y del PAN, y ahora el de Morena, han sostenido que la actividad turística representa uno de los rubros de mayor importancia para el desarrollo económico y la reducción de la pobreza en México.

El Tren Maya es el proyecto turístico de infraestructura y desarrollo del sureste de la administración del presidente López Obrador y presuntamente su prioridad es el bienestar de las comunidades y los pueblos originarios al crear condiciones que generen crecimiento económico en beneficio de la sociedad.

Sin embargo, estudios de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, advierten que está demostrado que la relación entre el turismo y el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, no es automática.

Los estudios refieren que ello depende en gran medida de que el turismo genere oportunidades de empleo, cree eslabonamientos —en particular con la agricultura y los sectores proveedores de servicios— y estimule el desarrollo de la infraestructura básica, como carreteras e instalaciones portuarias y aeroportuarias, y la prestación de servicios financieros que beneficien a la economía en su conjunto.

También depende de que el desarrollo de los proyectos de turismo -como es el caso del Tren Maya- se guíe por una estrategia que prevea políticas generales y marcos reguladores e institucionales con suficientes incentivos para estimular el desarrollo de la capacidad de oferta en los mercados nacional e internacional.

Igualmente importantes son los esfuerzos realizados para reducir al mínimo los efectos negativos de los proyectos turísticos en el medio ambiente y en el patrimonio cultural.

Si bien la contribución del turismo al progreso económico estructural y al desarrollo sostenible no es un tema nuevo en la agenda de muchos países -incluido México por supuesto-, lograr que proyectos turísticos como el Tren Maya sean más sostenibles y contribuyan a la consecución de los objetivos de crecimiento de las regiones, representa un reto que exige mayor atención por parte de la administración que encabeza el presidente López Obrador.

En el desarrollo de proyectos como el citado tren intervienen múltiples actores que van desde el mismo Estado —que influye en el desarrollo del sector aplicando políticas y desarrollando las infraestructuras y la reglamentación— hasta entidades de la iniciativa privada.

Entre estas figuran las numerosas empresas, pequeñas o grandes, locales o extranjeras, que ofrecen bienes y prestan servicios, como los hoteles, los restaurantes, los transportistas, los guías locales y los demás proveedores de servicios de ocio y entretenimiento.

Esta diversidad es ambivalente, pues por una parte muestra que, a diferencia de otros sectores, el turismo crea vínculos intersectoriales en la economía y, por lo tanto, hay mayores posibilidades de que contribuya a la diversificación económica.

Sin embargo, esa diversidad de actores empresariales y actividades económicas dificulta la creación de un sector turístico fortalecido, pues para ello es preciso que cada esfera o actividad sea sostenible.

Se necesita toda una gama de políticas, reglamentos e inversiones para dar sostenibilidad a un proyecto de las dimensiones del Tren Maya, y a la vez enlazar todas las ramas relacionadas con la actividad turística para contribuir de manera eficaz al desarrollo de la región donde se tiene planeada su construcción.

El impacto que pueda tener el tren en la economía regional, y sobre todo a qué tipo de actores económicos beneficien la inversiones que realicen tanto el gobierno como la iniciativa privada en el proyecto lopezobradorista, pueden variar mucho y no necesariamente podría traer beneficios a los pobres de la región.

Si sólo fuera de pasajeros, y sólo contara con las estaciones que se han proyectado, terminará beneficiando solamente a las empresas hoteleras que recibirán al turista nacional y extranjero.

Aún si el precio fuera accesible para los pobladores de la región por donde pasará el Tren Maya, sin paradas en Nicolás Bravo o en Chan Laguna, por citar algunos puntos intermedios en las rutas, no contribuirá a mejorar la conectividad en una región que tiene zonas que siguen relativamente aisladas, como el sur de Quintana Roo y Campeche.

Desde esa óptica, será un proyecto que no beneficiará a las pequeñas economías locales ni contribuirá a la integración económica de la península.

En cambio, si se incorporan nuevas estaciones y si puede transportar también carga en grandes volúmenes, entonces el proyecto podrá servir para catapultar el desarrollo de la región.

Si el ambicioso proyecto del presidente López Obrador contempla promover el consumo de productos de la región entre los hoteleros locales, y si se mejoran los centros de distribución de alimentos y mercancías, entonces permitirá consolidar un mercado en el que los dineros que en estos momentos se diluyen o se van al centro del país, se queden entre el Golfo y el Caribe.

jesus.belmontt@gmail.com