Se nos acaba el tiempo para actuar

En esta ocasión me voy a permitir dedicar esta columna a las 157 personas que lamentablemente perdieron la vida en el accidente aéreo que se presentó el 10 de marzo al salir de la capital de Etiopía, Adís Abeba, y cuyo destino era Nairobi, Kenia; pero de manera muy especial a los especialistas en temas de medio ambiente que se dirigían a la Cuarta Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (ANUMA-4), misma que sin su destacada presencia se llevó a cabo entre los días 11 y 15 de marzo pasados.

Mi más profundo agradecimiento a todos ellos y ellas por sus aportaciones para lograr la sensibilización que requerimos todos los seres humanos con objeto de afrontar uno de los desafíos más significativos que hoy enfrenta la humanidad y que incluso pone en riesgo la sobrevivencia del ser humano y de millones de especies en el planeta: la preservación y rehabilitación del medio ambiente que nos permite la vida.

Con miras a cumplir con la Agenda Mundial para el Desarrollo Sostenible 2030, la convocatoria de ANUMA-4 se centró en la búsqueda de “Soluciones Innovadoras para los Retos Ambientales en la Producción y el Consumo Sostenible”, con el objetivo a largo plazo de pasar del modelo de desarrollo conocido como “crecer ahora, limpiar después”, a un modelo económico sustentado en “cero residuos”, que se ha denominado economía circular para el año 2050.

Como bien afirma el Secretario General de Organización de las Naciones Unidas (ONU): “Somos la primera generación que entiende el cambio climático y la única que puede hacer algo al respecto”. Sin duda, a ello han contribuido los grandes avances científicos y tecnológicos que hemos vivido en las últimas cinco décadas en todos los órdenes del conocimiento, y es precisamente por ello que nuestra responsabilidad es mayúscula. El mundo tiene hoy a su disposición las tecnologías, finanzas y conocimientos necesarios para dirigirse a alcanzar un desarrollo sostenible que permita revertir y prevenir el grave punto de inflexión al que hemos llegado.

Durante la Asamblea se presentaron las conclusiones de un importante estudio auspiciado por la ONU y realizado por un equipo de 250 científicos y expertos en el tema medioambiental de más de setenta países, y en el que se hace una revisión global del estado actual del medio ambiente que lleva por título “Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (GEO-6 por sus siglas en inglés). Las conclusiones a las que llega son verdaderamente desoladoras. Tomo algunas de sus consideraciones y conmino a los lectores a reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta y en contra de nuestra sobrevivencia para que lleguen a sus propias conclusiones:

Los avances alcanzados en los últimos años con respecto al deterioro del medio ambiente no sólo son insuficientes, incluso en algunos puntos hemos retrocedido. El cambio climático desequilibra al planeta en todas sus vertientes y es un problema que se encuentra en el núcleo de muchos otros. Proporcionar vida y bienestar dignos a los 10 mil millones de personas que habitarán el planeta en 2050, sin comprometer aún más sus límites ecológicos, es uno de los desafíos más serios a los que se ha enfrentado la humanidad en su historia. De no ser alcanzados los Acuerdos de París en el sentido de reducir los gases de efecto invernadero (GEO) entre 40 y 70 por ciento al 2050 y a cero en 2070 y de no superar el umbral de temperatura global en más de dos grados centígrados, los costos económicos, sociales y de salud superarán cientos de billones de euros anuales.

Más allá del aumento de la temperatura en el planeta, se observan ya cambios en el ciclo del agua, el calentamiento en los océanos, la reducción de la capa de hielo del Ártico, la alteración de los ciclos de carbono y biogeoquímicos, huracanes, sequías, escasez de alimentos, olas de calor, cambios en los vectores de enfermedades y desaceleración del crecimiento económico, lo que a largo plazo, de no tomar las medidas necesarias sin duda concluirá en conflictos sociales en todos los órdenes.

La contaminación ambiental continúa siendo una fuente importante de daños, tanto para la salud del planeta como para sus habitantes, actualmente ya es responsable de siete millones de muertes prematuras al año. Las concentraciones de bióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero de larga duración siguen aumentando al no migrar del uso de combustibles fósiles a verdes y renovables como fuentes de energía.

La biodiversidad está en crisis, las especies de agua dulce han disminuido un 83 por ciento desde 1970 y en el caso de las terrestres en un sesenta. De cada 14 hábitats terrestres, diez han disminuido la productividad de la vegetación y su nivel de conservación ha disminuido. Es duro afirmarlo, pero si las presiones antropogénicas sobre la biodiversidad continúan, corremos el riesgo de precipitar un sexto evento de extinción masiva en la historia de nuestro planeta, con terribles impactos en la salud humana y la equidad, especialmente en las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad.

Anualmente son arrojadas al mar 8 millones de toneladas de plásticos lo que provoca que los microplásticos lleguen a la cadena alimenticia de diversas especies incluido el ser humano, con ello se ve afectada su fertilidad así como el desarrollo neurológico infantil. Por otro lado, los arrecifes de coral han sufrido una drástica disminución. El uso de agua potable en el mundo es insostenible, la agricultura utiliza el 70% de este recurso, además el 40% de los humedales han desaparecido independientemente de que muchos acuíferos se están agotando por el exceso de extracción.

¿Si en 2050 habitaremos 10 mil millones de personas en la Tierra como tendremos la capacidad de asegurar la suficiencia alimentaria y de agua ante la realidad que ya vivimos hoy?

javi.borunda@me.com