Josean cerca de las boletas

Después de dos semanas de silencio y de toma de acuerdos entre los diversos partidos y actores políticos, el martes 6 de marzo se reanudó el ruido estruendoso generado en las semanas y meses recientes por la disputa de la candidatura al gobierno de Chiapas.

Conforme se acerca la fecha para el registro de los abanderados (23 de marzo), se concretan las definiciones, se aclara el panorama y las fichas se van acomodando, lo que de algún modo genera menos incertidumbre, intranquilidad y ansiedad en la entidad.

Por lo pronto, la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional (PAN) presentó la noche del martes pasado al ex priísta José Antonio Aguilar Bodegas como su candidato al gobierno de Chiapas para las elecciones del 1 de julio próximo.

Por lo que se dijo en la conferencia de prensa en la que fue presentado, el ex senador y ex dirigente estatal del tricolor será el abanderado común de la coalición Por Chiapas al Frente, formada por el PAN, Movimiento Ciudadano y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), toda vez que ahí mismo fue presentado como candidato a senador el perredista Diego Valera.

Aunque en el PRD estatal existen, ¿o existían?, algunas resistencias, lo más probable es que finalmente se respete el acuerdo nacional de postular a un candidato común por la coalición Por México al Frente.

Se entiende que fue el PAN el que presentó a Josean como su abanderado porque es el panista Ricardo Anaya quien encabeza la candidatura a la presidencia de la República, con lo que en teoría tendría el aval de todas las dirigencias.

Esta definición podría llevar a la interpretación de que Eduardo Ramírez Aguilar ya habría negociado la candidatura a una senaduría en la coalición Todos por Chiapas, integrada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal), que lleva como su candidato al senador priísta con licencia, Roberto Albores Gleason, o que de plano ha quedado fuera de la jugada.

Falta ver dónde se acomodan los partidos del poder estatal: Podemos Mover a Chiapas y Chiapas Unido, que irán a donde el patrón o la patrona ordenen.

El “destape” de Aguilar Bodegas explica también por qué Enoc Hernández Cruz se propuso el mismo martes como el abanderado de Podemos Mover a Chiapas, para una candidatura destinada al cuarto o quinto lugar, dependiendo de cuántos abanderados aparecen en la boleta.

Claro, faltan más de dos semanas para el registro de los candidatos al gobierno del estado y muchos acuerdos, desacuerdos, acomodos y reacomodos seguramente vendrán en este lapso, por lo que nada está definido todavía.

Otra interpretación es que el candidato de Por Chiapas al Frente a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez podría ser el panista Francisco Rojas Toledo, quien estuvo junto a la dirigente estatal del PAN, Janette Ovando Reazola y de Aguilar Bodegas el martes por la noche. Otros panistas y perredistas seguramente se repartirán las diputaciones federales y locales.

La repartición de las demás posiciones a cargos de elección popular seguramente será dada a conocer conforme a los tiempos políticos y jurídicos. Por lo pronto puede afirmarse que Josean está con un pie en las boletas electorales, pues es muy probable su candidatura al gobierno de Chiapas por segunda ocasión y por siglas diferentes, aunque fuera solo por el PAN, a menos que algo muy extraño pasara de aquí al 23 de marzo.

La efervescencia electoral no sólo está en Chiapas y en México sino en El Salvador, de cuyos acontecimientos el autor de esta Rotonda Pública está un poco atento por tratarse de sus orígenes y porque ahí gobierna un partido de izquierda institucional surgido de una guerra civil que costó más de 75 mil muertos y una destrucción material muy grande.

Ojalá que los resultados de las elecciones municipales y legislativas realizadas el domingo pasado 4 de marzo, que le propinaron la derrota en la capital, San Salvador, en otros municipios y en la Asamblea Legislativa, hagan reflexionar a los dirigentes del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que en los años 80 y 90 del siglo pasado fue una de las guerrillas más preparadas militarmente en América Latina, en la necesidad de hacer cambios urgentes en la cúpula,  dar un viraje, un golpe de timón.

Por información de familiares y amigos radicados en El Salvador ha sido posible conocer en parte la situación en ese país antes, durante y después de los comicios. A la distancia puede afirmarse que sin haber participado, pues ni siquiera tiene partido, el ganador de las elecciones es el aspirante presidencial Nayib Bukele, expulsado en octubre del año pasado del FMLN por tratar de buscar la candidatura a la primera magistratura del país, cuando era el alcalde capitalino.

A la luz de los resultados puede afirmarse que si el FMLN no pacta con Bukele y lo lleva como su candidato en las elecciones presidenciales del próximo año, lo más seguro es que pierda el poder después de dos quinquenios, porque la ciudadanía ya no quiere a excomandantes guerrilleros como presidentes que no han dado los resultados esperados por la sociedad.

El dilema del FMLN es llevar a Bukele como su candidato o correr el riesgo de caer el tercer lugar porque la disputa podría ser entre el partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y Nayib, a menos que éste no encuentre partido que lo postule o sea inhabilitado

El problema para el partido oficial es que ahora tendría que aceptar varias de las reglas de Bukele, joven empresario con una visión de izquierda y quien ha despertado mucho interés, sobre todo entre jóvenes por el apoyo que les dio cuando fue alcalde de Nuevo Cuscatlán y de la capital, así como por su discurso de renovación.

Uno de los indicados para tender los puentes necesarios entre Nayib y la dirigencia del FMLN es sin duda, el vicepresidente de la República, Oscar Ortiz, quien tiene claro el panorama y hacia dónde deben de encaminarse los cambios urgentes para evitar que la derecha aglutinada en Arena regrese al poder después de las elecciones de marzo del año entrante.

Este partido, Arena, fue fundado nada más y nada menos que por el mayor Roberto d’Aubuisson, responsable de crear a los escuadrones de la muerte que asesinaron a cientos o miles de salvadoreños, entre ellos el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, quien por cierto, será canonizado próximamente en Roma, según anunció el papa Francisco. Fin.