Ochoa Reza, a casa

Campañas en Chiapas

El relevo de Enrique Ochoa Reza en la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), es un reconocimiento explícito de lo que todo el mundo sabe: que el candidato del tricolor a la presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña no sólo no levanta sino que va hacia abajo conforme avanza la campaña.

El cambio de Ochoa Reza por el ex gobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros, parece tardío, pues falta menos de dos meses para las elecciones del 1 de julio y se antoja difícil que en ese lapso el candidato presidencial pueda remontar la ventaja que le llevan Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya en menor medida.

La pregunta que muchos se hacen ahora tras el cambio de dirigente es si el relevo facilitará una eventual declinación de Meade Kuribreña en favor del panista Ricardo Anaya o si por el contrario, con ello se cierra esa posibilidad.

Efectivamente, ante las presiones de altos empresarios y de los poderes fácticos en general, el candidato del PRI está ante la disyuntiva de declinar en favor del panista y quedar como un cobarde que no pudo o no quiso enfrentar el reto de competir en una elección presidencial o mantenerse y participar aun sabiendo que perdería.

Desde luego, hay formas de inclinar la balanza sin que tenga que declinar formalmente: Si quienes mandan en este país deciden que para frenar al tabasqueño es necesario apoyar con todo al panista, basta con que, por ejemplo, los beneficios de los programas sociales clientelares se inclinen hacia ese lado los votos y ya, como hizo Ernesto Zedillo para que ganara Vicente Fox.

Ese ensayo se hizo en las elecciones en el estado de México el año pasado, desinflando totalmente a la candidata panisa, Josefina Vázquez Mota para que ganara el priísta, Enrique del Mazo.

Aunque tampoco hay que dar por descartado que Meade Kuribreña tenga perdidas las elecciones antes de que se realicen, pues no hay que olvidar que el gobierno federal tiene a su favor el voto cautivo de los beneficiarios de los programas sociales, además de ríos de dinero que están preparados para la compra directa del voto.

No hay que olvidar tampoco que las encuestas son engañosas, pues difícilmente se consulta a los pobladores de comunidades indígenas remotas como las que hay en Chiapas, y es ahí justamente, donde está el mayor voto cautivo del PRI.

De todos modos, en un mes más se sabrá con claridad cómo van las cosas. Si aun con el cambio de dirigente del PRI Meade Kuribreña no levanta, no será fácil para el gobierno federal operar a su favor y algo tendrá que hacer para evitar que llegue al Palacio Nacional la opción no deseada para los poderes fácticos. 

Por lo que a Chiapas toca, el pasado 29 de abril comenzaron oficialmente las campañas políticas para gobernador, con lo que ha iniciado un período de mucho ruido y propaganda que durará dos largos meses.

Durante 60 días los candidatos tendrán oportunidad de expresar todo lo que se han guardado en el período en que la ley no les permitía hacer sus propuestas en público, mientras no comenzaran formalmente las campañas.

La población está esperando que los aspirantes a suceder a Manuel Velasco Coello hagan una campaña propositiva, civilizada, sin agresiones físicas ni verbales que sólo contribuyen a dividir más a la sociedad. Demasiados conflictos hay ya en la entidad como para que quienes aspiran a conducir sus destinos le aticen al fuego, que en caso de ganar tendrán que apagar después.

Ojalá que durante estos 60 días los cuatro candidatos se centren en dar a conocer sus propuestas de cómo pretenden gobernar la entidad en caso de ganar las elecciones del primero de julio próximo.

Es importante que se den cuenta de que la ciudadanía está cansada de pleitos y divisiones y que está esperando conocer quién de los cuatro que aspiran a gobernar le puede ofrecer la mejor opción.

También está harta de que le ofrezcan de todo y a la hora en que están sentados en la silla, como ha ocurrido con los anteriores, se olviden de los compromisos que hicieron en la campaña.

Por ello es necesario que actúen con ética y ofrezcan sólo lo que de llegar al palacio de gobierno puedan cumplir, tomando en cuenta que aunque es alto, el presupuesto para operar nunca será suficiente -menos si lo roban, claro- para todas las necesidades de la población.

Además, saben que tienen que pagar la enorme deuda que dejó Juan Sabines Guerrero (2006-2012), el peor gobernador que ha tenido el estado en las últimas décadas.

La misma situación de crisis que vive la entidad, debe de servirles para reflexionar en que no es necesario el dispendio en las campañas políticas ni en propaganda que luego se convierte en basura que contamina.

Esperamos que en estos dos meses, los cuatro candidatos: Rutilio Escandón Cadenas, Roberto Albores Gleason, José Antonio Aguilar Bodegas y Jesús Alejo Orantes, sean capaces de transmitir a la sociedad con toda claridad, el alcance de sus propuestas de gobierno para que los ciudadanos se formen un juicio acertado de por quién tienen que cruzar la boleta el primero de julio.

En la etapa de crisis casi terminal en que se encuentra la administración estatal, es necesario que gane el candidato que tenga las mejores propuestas para que los próximos años no sólo no continúe el retroceso que el actual y el sexenio pasado han representado para la entidad, sino que avance un poco en el desarrollo para bien de los chiapanecos que están pagando las consecuencias de gobernantes irresponsables a los más que la sociedad, sólo les importa robarse los recursos públicos para enriquecerse. Fin.