La ola de asesinatos en contra de candidatos a puestos de elección popular, particularmente del partido Morena, en diversos estados del país, trae inevitablemente a la memoria hechos similares sucedidos antes y después de las elecciones de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano compitió como candidato a la presidencia de la República.

El hecho más sonado de aquella época fue el asesinato de Javier Ovando, colaborador cercano de Cárdenas Solórzano, y candidato a diputado para esos comicios.

Junto con Ovando fue asesinado su secretario particular Román Gil y los hechos sucedieron la víspera de las elecciones del 6 de julio de 1988, con lo que se buscaba sembrar el terror para evitar la derrota del otrora invencible Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En el imaginario popular quedó grabada la idea de que Carlos Salinas de Gortari asumió la presidencia de la República como resultado de un escandaloso fraude, operado por el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, a quien se le “cayó el sistema”, en el doble sentido de la expresión.

Ese pudo ser el primer gran fraude electoral del PRI, que por primera vez obtuvo en las urnas un resultado adverso, como consecuencia de la escisión interna, luego de la conformación de la llamada corriente democrática encabezada precisamente por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros connotados priístas.

El hijo del expresidente Lázaro Cárdenas fue postulado como abanderado del Frente Democrático Nacional (FDN), que más tarde se convertiría en el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), ahora aliado de la derecha aglutinada en el Partido Acción Nacional (PAN), para tratar de sobrevivir y obtener algunas posiciones de elección popular.

Una vez que Salinas de Gortari asumió el poder de forma fraudulenta, comenzó la cacería en contra de los perredistas encabezados por Cárdenas Solórzano, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y otros políticos de renombre. Muchos asesinatos ocurrieron después de las elecciones de 1988.

Era evidente que el presidente Salinas de Gortari, el padre del neoliberalismo en México, quería sembrar el terror para evitar que el movimiento de izquierda en su contra creciera y pusiera en peligro el poder.

Es inevitable pensar que con los asesinatos actuales se busca algo parecido: Aterrorizar a la población, sobre todo para inhibir el voto en las elecciones del primero de julio.

Si los crímenes en contra de los candidatos, de funcionarios o ex servidores públicos forman parte de una estrategia como la de aquellos días aciagos, habrá que estar preparados para lo que viene antes del primero de julio, pues lo más seguro es que continuarán, y conforme se acerque la fecha, podría haber víctimas de mayor renombre.

Claro que a 30 años, el ambiente político está mucho más revuelto que en aquella época, pues el narcotráfico se ha convertido en un actor importante que puede actuar por su cuenta en beneficio de sus intereses propios o por cuenta de las autoridades que los protegen, lo que hace que las cosas se enreden más todavía.

Ojalá que las autoridades de los tres niveles estén más atentas para evitar que sigan ocurriendo más crímenes en contra de candidatos a puestos de elección popular, pues lo que se busca con ello es desalentar la participación de los votantes el primero de julio próximo o de plano que en algunas regiones se suspendan los comicios.

A propósito, sujetos no identificados hicieron disparos de arma de fuego en contra del domicilio del candidato del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) a la alcaldía de Venustiano Carranza, Omar Coutiño Lazcano. Afortunadamente no hubo lesionados, pero el sólo hecho de que personas armadas disparen en contra de la casa de uno candidato es grave, independientemente de las causas. Por ello, es importante que las autoridades correspondientes investiguen y esclarezcan los hechos. Este es el segundo incidente de este tipo que ocurre en la entidad en el contexto de las elecciones del primero de julio.

Picotazos

Quién sabe si es sólo coincidencia o no, pero desde el 28 de mayo pasado en que el alcalde de San Cristóbal de Las Casas, Marco Antonio Cancino González, solicitó licencia para ausentarse 15 días para hacer (más) campaña para buscar la reelección, no ha habido asaltos sonados como los que hubo antes de esa fecha y que mantenían -y mantienen- en una terrible sicosis a la mayoría de los pobladores de la ciudad coleta. No podría asegurarse que la llegada del primer regidor, Miguel Angel Rosas Salas, como alcalde interino ha hecho que cambien las cosas, pero sí es un hecho que cuando menos no se han presentado asaltos como los que venían sucediendo en días anteriores, sobre todo en motocicletas. Ojalá que las cosas sigan así y que no en estos días nos vayan a sorprender de nuevo los asaltos… Alguien debería de hacer algo para que los baños de la Unidad Administrativa de San Cristóbal de Las Casas estén medianamente limpios. No es posible que en un lugar donde trabaja tanta gente y a donde acuden tantas personas diariamente a realizar algún trámite no cuente con servicios sanitariamente un poco limpios. No es posible que no se destine algo dinero -¿o alguien se lo roba?- para ese fin cuando los diversos trámites que ofrece el gobierno estatal como la expedición de actas de nacimiento, licencias de conducir y otros son tan caros. Al sólo acercarse al área donde están los baños se siente el olor nauseabundo. Ojalá hubiera alguien que se compadeciera de los trabajadores y de los usuarios de los servicios del gobierno estatal y pusiera atención para solucionar el problema… Los maestros, o sus dirigentes, mejor dicho, siguen en la ruta electoral para tratar de obtener beneficios personales o de grupo sin importarles que miles de niñas y niños estén perdiendo clases. Se sabe que detrás del paro existen intereses electorales. Por eso existen versiones de que el paro de labores será levantado a más tardar el 25 de este mes. Fin.