La transición

Una vez concluidas las elecciones y entregadas las constancias de mayoría a los alcaldes electos de casi la totalidad de municipios chiapanecos, comienzan los procesos de transición de poderes, la entrega-recepción, en los que se debe de tener mucho cuidado porque en ocasiones se generan tensiones, a veces innecesarias.

Estos procesos son en ocasiones hasta peligrosos porque se generan ciertos vacíos de poder debido a que las autoridades salientes van perdiendo poder y las entrantes todavía no toman las riendas y por lo tanto no tienen el mando legal ni político.

Si las elecciones fueron muy competidas y las campañas ríspidas entre el ganador y el perdedor y hubo conflictos poselectorales, la situación se vuelve más complicada, como ha sucedido en algunos municipios de la entidad.

Pero más delicado aún se torna el asunto si se tomas en cuenta que como como sucede en San Cristóbal el ganador -la ganadora en este caso, Jerónima Toledo Villalobos-, era regidora con licencia y el alcalde saliente, Marco Antonio Cancino González compitió por la reelección y perdió.

Lo grave es que durante casi dos años y medio ambos estuvieron enfrascados en pleitos enconados porque ella era regidora plurinominal de Morena, opositora al alcalde, quien siempre buscó imponer su voluntad.

En varias ocasiones la ahora alcaldesa electa interpuso y ganó amparos por diferentes temas, el más notorio, relacionado con el reglamento del cabildo que con la complicidad de sus regidores afines Cancino González echó a la basura e impuso uno a modo para hacer y deshacer en la administración municipal, lo que representó un retroceso, pues de alguna forma se condicionaron las sesiones públicas.

El presidente municipal se dedicó al golpeteo político en su contra sin imaginar tal vez por un momento que sería su sucesora y que una vez que tome el poder el primero de octubre próximo las cosas darán la vuelta. ¿Le cobrará las que le hizo? Sólo ella lo sabe.

Además, Toledo Villalobos enfrenta cierta presión ciudadana para que exija a las autoridades correspondientes que se realicen las auditorías que sean necesarias en contra del alcalde, para transparentar la administración, pues existe mucha inconformidad social por la falta de obras importantes. No existe una sola obra por la que Cancino González sea recordado, como tampoco la hay a nivel estatal en la actual administración, lo que no es ningún consuelo.

La próxima alcaldesa deberá de caminar con mucho tiento durante el período de transición para darse cuenta de lo que va a recibir, con el fin de evitar que le dejen una administración despedazada que le complique gobernar como pretende.

Uno de los riesgos que corre es que el actual alcalde le eche a andar a los grupos de choque que maneja para crearle ingobernabilidad, aunque en teoría ella tendrá la ventaja de que el futuro gobernador, Rutilio Escandón Cadenas es de su mismo partido.

Ojalá que, ya de manera más general, para que no se descomponga la situación socio-política en los municipios, los alcaldes salientes y los electos concilien intereses para que el proceso de transición, de entrega recepción de la administración, transcurra en paz. Si no, para eso están también las autoridades estatales, para que los llamen a la civilidad porque a nadie le conviene que se muevan (más) las aguas.

Hablando de aguas turbias, algo raro está pasando en Na Bolom, Asociación Civil manejada por un patronato, que de un momento a otro decidieron hacer cambios que impactarán negativamente en su funcionamiento, principalmente en La Enseñanza, Casa de la Ciudad.

En realidad, no es extraño lo que está pasando, pues el asunto tiene que ver con la vocación por el dinero de quienes se creen dueños de ese patrimonio que debería de ser para los sancristobalenses.

Sí, detrás de lo que está pasando están en buena medida 24 millones de pesos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) para la reconstrucción del edificio de La Enseñanza, dañado por el terremoto del 7 de septiembre del año pasado.

Seguramente esto ha despertado las ambiciones y más de alguno quiere aprovechar para quedarse con parte de esos millonarios recursos económicos. Ese es el fondo. Por eso fueron orillando a Emilio Gómez Ozuna a renunciar como director de La Enseñanza, porque les estorba.

Es una lástima que haya sido orillado a renunciar porque durante los años que ha estado al frente de ese espacio, le ha dado mucha vida cultural, con talento y dinamismo, como hombre vinculado con la promoción cultural que es.

No es que las personas sean insustituibles, pero tampoco será fácil encontrar a alguien con su capacidad y que logre conjuntar un equipo como el que labora en La Enseñanza, dependiente de Na Bolom, cuyo edificio ha sido mejorado, en gran medida, gracias a apoyos logrados por Gómez Ozuna, quien ha dicho que estará como director hasta el 31 de este mes, a pesar de haber recibido muestras de apoyo de un amplio sector de la población, que de esa forma le reconoce su trabajo.

Lo que queda una vez que Emilio deje ese espacio, es que la ciudadanía y las autoridades en la medida de sus facultades, estén atentas y vigilantes acerca de la forma en que se aplicarán los 20 o 24 millones de pesos para la reconstrucción de La Enseñanza, porque ya de por sí existen sospechas del manejo de los ¿17? millones de pesos del erario público, destinados para la compra del edificio.

Por lo demás, es difícil quitarle a muchas personas la idea de que cuando se forman patronatos para “administrar” edificios u otros bienes hasta por 99 años, se trata de un eufemismo de apropiación casi personal o familiar.

Hay muchos ejemplos de este tipo, por lo que muchas veces es preferible que pasen a poder del gobierno para evitar la tentación de que se queden en manos privadas. O en todo caso, debería de hacerse una consulta popular para que sea la gente la que decida qué hacer con edificios como los de Na Bolom y La Enseñanza, que, por cierto, no son los únicos. Fin.