Segundo requisito cumplido

Poco a poco se van cumpliendo todos los pasos, plazos y requisitos legales para el relevo presidencial del primero de diciembre próximo, que dará al país la oportunidad histórica de iniciar una nueva etapa que se espera sea para bien de todos los mexicanos.

Uno de los primeros tres grandes momentos, el más importante, fue el primero de julio pasado, cuando se realizaron las elecciones ahora calificadas de históricas, que dieron el triunfo al centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador, que a la tercera contienda ganó no sólo sin objeciones sino por un margen de votos muy amplio. Sí, como él mismo lo había vaticinado, la tercera fue la vencida.

El segundo momento tuvo lugar el pasado miércoles 8 de agosto, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le entregó la constancia de presidente electo, luego de que se desvaneciera la inconformidad interpuesta por el Partido Encuentro Social, que irónicamente apoyó su candidatura, aunque la queja tenía que ver con la pérdida del registro.

La entrega de dicha constancia le permite encabezar o participar en actos oficiales y tomar decisiones consensuadas con el actual titular del Poder Ejecutivo, además de que distiende de algún modo el ambiente, por alguna duda, así fuera menor, que pudiera existir en el cumplimiento de este requisito legal.

El acto coincidió con la liberación de la exlidereza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, detenida desde 2013 por el actual gobierno.

Esta coincidencia ha dado para especulaciones comenzado por sus detractores que la atribuyen a la mano del próximo presidente, hasta las de sus seguidores que piensan que se trató de una estrategia para opacar el acto de entrega de la constancia de mayoría. Y así, cada cosa que vaya sucediendo de aquí al primero de diciembre, buena o mala, se le atribuirá a López Obrador, con o sin razón.

Falta que se concrete el tercer paso que se realizará, a menos que ocurriera algo muy, muy extraño, el primero de diciembre, cuando Enrique Peña Nieto le ponga la banda presidencial al tabasqueño.

Sólo entonces se habrá consumado todo el proceso de lucha encabezado por López Obrador hace más de dos décadas en su natal Tabasco, recorriendo el país palmo a palmo y que finalmente lo llevó a triunfar en los comicios pasados, en un hecho, ya se ha dicho, histórico. Sólo entonces, se verá si toda esta lucha que involucró a miles y miles de mexicanos dará sus frutos, y si en verdad ha iniciado la cuarta transformación del país.

A partir de esa fecha comenzará otro proceso, el más importante: Poner en práctica todas las ideas -o gran parte de ellas- que durante las tres campañas políticas expuso ante millones de mexicanos en actos públicos y en medios de comunicación.

Desde el primero de diciembre tendrá la oportunidad de hacer realidad el sueño y la esperanza de los más de 30 millones de ciudadanos que votaron por él porque esperan un cambio, pues están hartos de la corrupción, la violencia y muchos otros males enquistados en el caduco, podrido, sistema político mexicano.

Andrés Manuel está por lo pronto muy activo en diversas actividades para avanzar en la concreción de su proyecto una vez que tome posesión dentro de casi cuatro largos meses. Está viajando a diversas partes de México, lo que es bien visto, pero a la vez genera preocupación entre muchos de sus seguidores porque lo hace en aviones comerciales y en teoría la seguridad es un poco menor en todos los sentidos.

Una de sus ventajas es que desde antes de las elecciones había dado a conocer los nombres de varios de sus futuros colaboradores, por lo que ese proceso de designaciones ha estado relativamente alejado de tensiones y le permite ahora que se ellos y ellas enfoquen de una vez en lo que harán al frente de la dependencia que les toque encabezar.

Por cierto, uno de los nombramientos que le han cuestionado, incluso desde adentro de su equipo cercano, es el de Manuel Bartlett como próximo director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), propuesta para mudar sus oficinas centrales a Tuxtla Gutiérrez.

Una pregunta que algunas personas se hacen al ver la intensa actividad que realiza casi a diario López Obrador es si los gobernadores y los alcaldes electos de Morena están haciendo lo mismo; es decir, si ya están integrando sus equipos y trabajando en los proyectos que habrán de poner en práctica. Si ya están avanzando, qué bueno, si no, entrarán desfasados con la dinámica de su jefe máximo.

Los alcaldes, en el caso de Chiapas, tienen la ventaja de que tomarán posesión el primero de octubre, dos meses antes de que Peña Nieto le ponga la banda presidencial a Andrés Manuel, por lo que podrán avanzar en poner en práctica la política que regirá desde el Palacio Nacional -ya no desde Los Pinos- hasta el último municipio de México.

Uno de los riesgos es que ante la falta de preparación profesional y de cuadros, algunos alcaldes comiencen a gobernar con ocurrencias o con los mismos vicios que tanto han criticado.

Por ello es importante que desde ahora, los alcaldes y los gobernadores electos integren sus equipos con los ciudadanos más preparados y más honestos, para que se note el cambio de una administración a otra, ya que la población espera ver cosas que marquen la diferencia, que no sean más de lo mismo, lo cual tampoco -hay que decirlo- es fácil. Ese es uno de los problemas de ganar con tantas expectativas de cambio como ha ocurrido ahora con Morena, partido al que han llegado políticos de todos los demás institutos.

De todos modos, lo más sano es darles el beneficio de la duda y esperar a que comiencen a gobernar en los tres niveles de la administración para analizar y comentar. Fin.