Inseguridad desbordada

Una situación de inseguridad, incertidumbre y zozobra prevalece en San Cristóbal de Las Casas, donde los asaltos se han incrementado en las semanas recientes, con el accionar de delincuentes que se transportan en motocicletas.

No se sabe bien a bien si el aumento de los asaltos está fuera de control de las autoridades municipales y estatales o si son las primeras que están dejando que corran para “heredar” un problema más a las nuevas autoridades que tomarán posesión el 1 de octubre.

Lo cierto es que sobre el más reciente incidente ocurrido la noche del pasado martes en el barrio de Tlaxcala existe falta de información, desinformación y confusión, pues han circulado versiones diferentes, incluso de autoridades.

Ese día, el martes, fue particularmente extraño con tres actos relacionados con la inseguridad en la ciudad coleta: hubo un asalto a una tienda de conveniencia ubicada en el sur de la ciudad; hubo una marcha de familiares, amigos y compañeros del taxista Isaías Trujillo Villafuerte, asesinado a golpes a finales de julio por jóvenes del norte de la ciudad, y por la noche sucedió el presunto asalto, intento de asalto, detención de un sujeto que se transportaba en una motocicleta, o todo ello, o lo que haya sido, no se sabe bien.

Lo único claro que se observa en una videograbación -que causó alarma y nerviosismo en la ciudad el estado y más allá, sobre todo entre quienes son de San Cristóbal o tienen familia en ese lugar- difundida en redes sociales es que los policías disparan al aire presuntamente para disuadir la acción de un grupo de jóvenes que supuestamente trataban de rescatar a un detenido.

No se ha establecido con claridad, por ejemplo, si hubo o no intercambio de balazos entre policías y delincuentes o si los únicos disparos de arma de fuego que salieron fueron los que los uniformados hicieron al aire.

La expresión “hubo una balacera en San Cristóbal”, daba a idea de que hubo un tiroteo, cruce de balazos, lo que hasta ahora no está claro. Si sólo hubo disparos al aire de los agentes no fue balacera, que según el diccionario significa “disparar repetidamente con arma de fuego en contra de algo o alguien”. Pero, repito, eso no está claro y lo que contribuye a confundir más es que no hubo lesionados (afortunadamente).

En medio de esta confusión, varias personas reconocieron a la policía por haber acudido rápido para tratar de impedir el robo en la tienda de conveniencia, pero para enredar más el asunto, resultó que posteriormente dos agentes fueron detenidos por sus compañeros, acusados del delito de abuso de autoridad, probablemente por disparar al aire.

Lo anterior indignó a muchos pobladores, pero más a los propios agentes que vieron cómo después de arriesgar su seguridad personal eran arrestados por sus compañeros. Aunque fueron liberados poco después, el mensaje es muy grave porque de ahora en adelante los uniformados pensarán dos veces antes de acudir a brindar seguridad o tratar de impedir un ilícito.

De por sí arriesgan su integridad al acudir a tratar de poner orden y si a eso se agrega el riesgo de ir a la cárcel por cumplir con su trabajo, la situación se les complica más.

Algunas personas piensan que estos hechos estaban dirigidos a poner por los suelos (más) la imagen del alcalde Marco Antonio Cancino González, a quien le queda poco menos de un mes y medio para concluir su gris administración, ya sea por intereses políticos, personales o incluso por el cobro de alguna factura pendiente con altas esferas del poder estatal.

Pero existen personas que piensan que es él precisamente quien protege a los pandilleros que se transportan en motocicletas, por su relación con grupos de caciques indígenas que son sus aliados y tienen mucha presencia en la ciudad, lo cual no tiene bases sólidas. ¿Le conviene a alguna autoridad, aunque esté de salida, retirarse con una imagen como la que ahora tiene la opinión pública de él?

Otra versión popular es que está propiciando la inseguridad en la ciudad para dejarle un problema serio a la nueva administración municipal que encabezará la todavía alcaldesa electa, Jerónima Toledo Villalobos, del partido Morena.

La pregunta en todo caso es: ¿el incremento de los asaltos en motocicleta son por la incapacidad de las autoridades municipales o estatales o simplemente por falta de voluntad para combatirlos? No parece nada difícil que la policía haga operativos para inspeccionar si este tipo de vehículos cuentan con documentos y si sus ocupantes portan el casco protector, por ejemplo. Otra cosa: ¿Existe alguien con nombre y apellidos detrás de estos actos? La autoridad debe de investigar. ¿O tiene que ver todo esto con la designación del próximo director de la Policía Municipal del nuevo Ayuntamiento?

Sea lo que sea, este tipo de hechos que incrementan la inseguridad, en nada contribuyen a que lleguen los visitantes nacionales y extranjeros a la ciudad que vive en gran medida, precisamente del turismo, además de que crean inestabilidad e ingobernabilidad, cuando la obligación de las autoridades es brindar seguridad a todos los pobladores que para eso pagan impuestos.

Claro, los asaltos en motocicleta no son nuevos, sino que vienen ocurriendo desde hace más de un año, con periodos en los que se incrementan o medio se calman. Como por arte de magia, antes de las elecciones del pasado 1 de julio, por ejemplo, aumentaron de manera hasta sospechosa. La inseguridad es, hasta ahora, junto con el desbordado ambulantaje, el problema más grave que tendrá que enfrentar desde el inicio la próxima administración municipal. ¿Está preparada para ese reto? ¿Ya sabe quién será el director de la Policía Municipal? Ya se verá. FIN