Nuevo ciclo, nuevas expectativas

Con el nuevo ciclo escolar (2018-2019) que inició ayer en todo el país, nacieron nuevas esperanzas y expectativas de que ahora las cosas cambien y que a tono con lo que se supone será el nuevo gobierno, no hay paros y que se cumpla a cabalidad el calendario escolar.

¿Cuánto tiempo hace que en Chiapas y otros estados del país los maestros, o muchos maestros de ellos, no completan los días de trabajo que marca el calendario oficial, pero sí cobran completo su salario? Quién sabe si alguien lleva la cuenta.

Todavía ayer que comenzaron las clases, algunos padres de familia insistían en lo que después del primero de julio han venido repitiendo, en el sentido de que ahora que ganó las elecciones Andrés Manuel López Obrador ya no habrá pretexto para las movilizaciones. “Ya tienen lo que querían”, argumentan.

Muchos padres de familia aspiran a que sus hijos vayan todos los días a clases y que no pierdan una sola jornada para que no se rezaguen, pues los días perdidos nunca son repuestos. Esta entidad, sobra decirlo, sigue estando hasta abajo respecto a las demás entidades en cuanto al desarrollo en educación.

Y esto no tiene que ver sólo con los maestros que dejan de laborar muchos días hábiles sino con las condiciones de rezago material que prevalece en muchos casos por la falta de infraestructura no sólo adecuada sino total, sobre todo en las comunidades más apartadas y marginadas.

El abandono ancestral en que la federación ha mantenido en general a Chiapas, no sólo en educación, ha contribuido, junto con las luchas magisteriales de años por la defensa de sus derechos, mejores salarios y condiciones de trabajo, a que se avance poco en la materia.

El nuevo ciclo comienza con la expectativa de que el próximo gobierno que presidirá López Obrador abrogará la llamada reforma educativa, cuya promulgación fue motivo para que durante varios años una buena parte del magisterio saliera a las calles a manifestarse, a bloquear carreteras y realizara prolongados paros de labores para exigir su abrogación.

Es histórica la suspensión de clases que durante 124 días -cuatro meses- realizó por ejemplo, el magisterio chiapaneco en 2016 para exigir la abrogación de la reforma educativa, que de todos modos fue impuesta y aplicada paulatinamente con el consentimiento de los líderes, a pesar del discurso y del acuerdo firmado con autoridades federales y estatales en el sentido no sería aplicada durante el gobierno que debe de concluir el 30 de noviembre próximo.

Si el nuevo gobierno cumple la promesa de echar para atrás la norma constitucional, refrendada todavía ayer por López Obrador, uno supondría que ya no habrá motivos para las movilizaciones y para los paros de labores.

Es cierto, casi todo mundo coincide en la necesidad urgente de que debe de mejorar la educación para elevar el nivel académico en general, por lo que es prioritario crear un modelo que marque una diferencia respecto al actual.

Casi todo mundo coincide también en que un nuevo modelo educativo tiene que nacer de las ideas de los maestros, padres de familia, de estudiantes, de expertos, de funcionarios, en fin, de todos para que tenga éxito. No debe de ser un modelo impuesto, y menos por intereses económicos como ha sucedido con la actual reforma educativa, que es más laboral.

Un elemento importante en ese caminar tiene que ser la unificación del magisterio porque las divisiones internas como las que ahora enfrenta no abonan a un sano entendimiento, y no se trata de que todos piensen igual sino de que sus intereses de educar sean los mismos, es decir, que antepongan el interés de los niños antes que los propios.

Las actividades del nuevo ciclo comienzan también con un nuevo elemento: la liberación de la ex dirigente sindical, la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales, quien dejó la cárcel después de más de cinco años.

En los próximos días se verá cómo se acomoda en el nuevo escenario y cómo incidirá, si es el caso, en la política educativa del nuevo gobierno y en la probable reversa a la reforma educativa.

Se entiende que uno de los motivos por los que fue encarcelada fue evitar que se opusiera a elaboración e implementación de la citada reforma, que no termina de aterrizar y ella ya está libre, y además, con sed de venganza.

Es muy probable que su salida de la cárcel y su activismo contribuyan a ocasionar una mayor división en el magisterio nacional y a polarizar posiciones, lo que podría de alguna forma provocar inconvenientes en los planes del futuro presidente de la República, a pesar de que fueron aliados en el proceso electoral que recién concluyó.

Tienen razón muchos maestros: ella no fue encarcelada por los delitos que se imputaron sino por razones políticas, lo que no significa que sea inocente de muchos otros abusos que como dirigente magisterial cometió, empezando por el enriquecimiento personal.

Habrá que ver cómo se desarrollan las cosas porque al actual gobierno le quedan todavía poco más de tres meses, aunque la fuerza con que ha llegado López Obrador, producto de los más de 30 millones de votos que obtuvo en los comicios, le dejan cada vez menos margen de operación, pues muchos temas están ya siendo decididos -como la liberación de Gordillo Morales- por la próxima administración.

Aun así, se entiende que el cambio, en caso de que lo haya, tendrá que notarse a partir del 1 de diciembre en que el tabasqueño tome posesión oficialmente como presidente de México. Cada vez quedan menos días para salir de las dudas y saber si las esperanzas de millones de mexicanos durante muchos años se concretan. FIN