A Amalia Avendaño Villafuerte, donde quiera que se encuentre, a cuatro años de su repentina partida al universo. Es y será recordada, entre otras cosas, como buena madre y esposa.

Juanitas

Chiapas ha llamado la atención y se ha convertido en noticia nacional en los recientes seis días por dos casos que no lo han dejado muy bien parado que digamos.

Primero fue aquella histórica sesión en el Senado de la República el 4 de septiembre -mes patrio, cómo no-, en la que la mayoría de los legisladores de esa cámara votaron en contra del regreso de Manuel Velasco Coello como gobernador sustituto al negarle la licencia como senador.

Y luego, horas más tarde, el reacomodo de las fuerzas y de los astros para dictaminar que siempre sí, que se le aprobaba su solicitud de licencia para que dejara el Senado tres meses y retornara a la entidad que no lo vio nacer para terminar su período, y ya después del 8 de diciembre reasumir su curul.

Como ya se ha dicho, el mayor costo político lo están pagando el partido Morena (ya casi en el poder) y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como ha quedado plasmado en diversos medios impresos de los llamados de circulación nacional.

El tema estuvo varios días en el debate nacional, pero -¡oh, los genios salvadores para desviar la atención!- apareció milagrosamente el tema de las llamadas Juanitas, que ahora acapara la atención nacional de manera profusa.

En sólo tres días el asunto ha desplazado al anterior y ha llegado hasta las altas esferas, al grado de que consejeros y consejeras del Instituto Nacional Electoral (INE) han intervenido y viajado a Chiapas para enterarse de primera mano de cómo está la situación y exigir que se cumpla con la ley para que espacios ganados por mujeres no sean ocupados por hombres.

Los cinco consejeros nacionales -cuatro mujeres y un hombre- que llegaron ayer a Tuxtla Gutiérrez expresaron su total respaldo al Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) que en los días próximos sesionará, pues tiene de plazo hasta el 15 de este mes para la asignación de las regidurías y diputaciones de representación proporcional.

No es exageración: Otra vez los ojos de gran parte del país están puestos en Chiapas, en espera de que se cumpla la ley y que los derechos de las mujeres, consagrados en la ley, no sean sólo en el papel ni en el discurso sino que se cumplan para que haya real igualdad de género.

El asunto, desde luego, es muy delicado porque a pesar de que lo nieguen, diversos partidos políticos han obligado o presionado a mujeres electas como regidoras o diputadas locales plurinominales, a que renuncien para que su lugar sea ocupado por un hombre.

El caso ha llamado la atención porque no se trata de renuncias aisladas sino que se habla de por lo menos 42 -32 a cargos de regidoras y diez de diputadas- y en algunos municipios, las dimisiones han sido masivas como en Tuxtla Chico y Mapastepec, donde declinaron todas las mujeres, sin que siquiera se guardaran las formas. De no ser por esos dos casos tal vez hubiera pasado inadvertido el asunto.

No es nuevo que con frecuencia los espacios en los que para cumplir con la ley fueron inscritas mujeres sean cedidos mañosamente después del triunfo a varones.

El caso más burdo fue el de las elecciones de 2015, cuando en el último día los partidos tuvieron que inscribir a mujeres para cumplir con el requisito legal de la paridad de género y de manera tramposa en algunas situaciones fueron registradas ante el órgano electoral las esposas, familiares o amigas de candidatos que originalmente habían sido postulados.

Lo que ocurrió fue que en los casos en los que triunfaron en esas elecciones, los que terminaron gobernando -terminarán el 30 de este mes, para ser exactos- fueron los hombres, con lo que de todos modos se burló la ley, violándose así los derechos político-electorales de las mujeres.

En aquella ocasión no se hizo el escándalo como ahora que fue facilitado por la coyuntura, que ha originado una presión y un rechazo nacional importante que los partidos políticos involucrados no podrán ignorar, salvo que quieran seguir abonando a su continuo desprestigio ante la sociedad.  

Llama la atención que tres de los principales partidos involucrados en este penoso asunto son de casa, por lo que no se entiende que ahora sus dueños se rasguen las vestiduras. ¿O acaso ignoraban lo que estaba pasando con los integrantes de sus planillas?

Cuando menos hasta ayer, todo parecía indicar que a fuerza de la presión de diferentes sectores y distintos personajes de la vida política, incluido Velasco Coello, se hará respetar la ley y el derecho de las mujeres a ocupar el cargo para el que fueron electas.   

Claro, lo menos que se puede hacer después del “oso” del Senado es tratar de poner orden en casa, aunque sea un tanto a destiempo y luego del escándalo nacional.

Como es lógico, los hombres que ya se sentían regidores o diputados no estarán anda contentos porque el trato con los dirigentes de los partidos políticos era que ellos ocuparían las posiciones plurinominales, y con mayor razón si pagaron fuertes cantidades de dinero como se acostumbra en estos casos, lo que también debería de estar penado por la ley.

Lo importante de todo este escándalo que está ocurriendo en la entidad es que para las próximas elecciones, todos los partidos políticos tendrán que escoger bien a sus candidatos y candidatas para no enfrentarse a este problema que es conocido como las Juanitas. Además, se espera que se hagan las reformas prometidas por López Obrador para acabar con este y otros vicios en las elecciones. Fin.