El Bosque, otra vez

Más allá de los motivos de fondo, resulta inadmisible que más de mil 700 pobladores -hombres, mujeres y niños- de la comunidad de Chavajebal, municipio de El Bosque, permanezcan desplazados y sufriendo todo tipo de carencias desde el pasado 7 de noviembre, por diferencias políticas.

No está muy claro el fondo del problema, pero se sabe que el conflicto estalló a partir del asesinato de Miguel Pérez López, presidente del Comisariado Ejidal y el comunero Carmelino de Jesús Ruiz Álvarez, ocurrido la noche del 24 de octubre, cuando junto con dos personas más fueron emboscados antes de llegar a la localidad, al regresar de Tuxtla Gutiérrez.

En esos mismos hechos resultaron lesionados, Manuel Ruiz Jiménez, agente municipal de Chavajebal y Andrés Méndez Hernández, quien tuvo que ser trasladado a un hospital ubicado en Tuxtla Gutiérrez, debido a la gravedad de las heridas, lo que lo mantuvo inconsciente por 4 días.

La falta de una investigación y castigo de los responsables, provocó que las autoridades y los pobladores de Chavajebal retuvieran a 24 personas, entre ellas cuatro policías municipales, tres indígenas bases de apoyo del EZLN y 17 más de otras filiaciones políticas.

Como las autoridades correspondientes no actuaron para resolver el problema, un grupo de hombres armados liberó a los detenidos el 7 de este mes, cuando algunos de ellos serían puestos a disposición de un agente del Ministerio Público, lo que agravó la situación.

Ese día los grupos en pugna estaban por firmar un acuerdo, pero los sujetos armados con fusiles de alto poder, algunos encapuchados y otros no, por lo que varios de ellos fueron reconocidos plenamente, asesinaron a mansalva en plena reunión, a un anciano que tocaba música tradicional.

Según algunas versiones, al infortunado hombre le pegó una bala perdida, pero otras aseguran que le tiraron a matar para sembrar el terror y evitar la firma del acuerdo, mediante el cual serían puestos a disposición de un agente del Ministerio Público los tres presuntos asesinos de Miguel Pérez López y Carmelino de Jesús Ruiz Álvarez.

Este hecho fue el que generó la zozobra y el pánico, por lo que todos los habitantes de la comunidad se desplazaron hacia la cabecera de El Bosque o a comunidades de municipios vecinos por temor a ser agredidos o incluso como parte de una estrategia para aparecer como víctimas.

La comunidad quedó sola, al grado de que el cuerpo del anciano asesinado el 7 de noviembre fue levantado dos días después por el sacerdote Marcelo Pérez Pérez, párroco de Simojovel y por el párroco de El Bosque, Elder López Velasco, así como por un catequista, con la anuencia de la Fiscalía.

Un poblador de El Bosque aseguró que al cuerpo le faltaba la cabeza -que presuntamente le fue cortada- y otras partes del cuerpo que los animales le habían comido.

Desde el 7 de noviembre, han dicho algunos pobladores, Chavajebal es un pueblo fantasma, pues nadie se atreve a regresar por miedo a ser agredido, aunque el obispo de San Cristóbal, Rodrigo Aguilar Martínez, informó el domingo, que algunas personas han regresado por ratos a ver sus pertenencias y animales que ha quedado solos.

Después de casi dos semanas, la situación sigue siendo delicada en esa comunidad tzotzil, pero sobre todo para los desplazados que están sufriendo fuera de sus casas. Aunque algo de ayuda humanitaria les ha llegado no es lo mismo estar en casa que refugiado.

Una preocupación adicional de los desplazados es que la cosecha de café está por salir y si no cortan el grano la pueden perder, lo que agravaría su situación económica, pues con esos ingresos se ayudan para sobrevivir buena parte del año.

Es urgente que las autoridades municipales y estatales intervengan para tratar de que los grupos en pugna se sienten a dialogar y lleguen a un acuerdo para que los más de mil 700 indígenas desplazados regresen a sus casas a hacer su vida normal en condiciones de seguridad y con garantías de que serán respetados sus bienes y su integridad física.

No es posible que por intereses políticos de personas o grupos tanta gente esté sufriendo desplazada, como si no fuera ya suficiente el sufrimiento que padecen por las condiciones de pobreza en que en general viven.

Lo que sucede, entre otras cosas, es que El Bosque es un municipio que ha sido abandonado por las autoridades estatales, y sobre todo por los últimos alcaldes que en lugar de ayudar a los habitantes se han robado el dinero descaradamente.

Son históricas las prolongadas retenciones de funcionarios municipales, incluidos alcaldes, en los años recientes en comunidades de ese lugar, debido a que se han quedado con el dinero público, cuando la gente carece de obras y servicios.

Lo peor es que para su liberación, el gobierno ha entregado muchos millones de pesos, que no siempre se invierten en obras, sino que se reparten entre los pobladores, lo que no contribuye al desarrollo ni al bienestar de la población.

Si se quiere evitar que surjan problemas como el que estamos comentando, es necesario que el nuevo gobierno estatal -el actual poco puede hacer pues ya está de salida, además de que tampoco tuvo interés en atender de fondo el problema del abandono- voltee los ojos hacia El Bosque y busque resolver las demandas de los habitantes, pero sobre todo, que no permita que las autoridades municipales hagan y deshagan con el presupuesto público.

Por lo pronto, lo urgente es resolver la situación de las más de mil 700 personas que se encuentran desplazadas, y eso sólo se puede hacer mediante el diálogo y la negociación. Fin.