Con sus matices, las elecciones presidenciales de El Salvador, realizadas el pasado domingo 3 de febrero, parecen una calca de las que se llevaron a cabo en México el 2 de julio del año pasado.

Tal y como lo anticiparon casi todas las encuestas, el candidato del derechista partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), formado tras una escisión de la Alianza Republicana Nacionalistas (Arena), Nayib Bukele ganó los comicios. El diario español el País lo comparó con un tsunami que pasó por encima de los candidatos de la derecha y de la izquierda, esta última en el poder. No es para menos, la gente está harta: Los dos últimos presidentes del país, Antonio Saca (en la cárcel), de Arena y Mauricio Funes (huyendo), del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), enfrentan procesos penales por corrupción.

No fue ninguna sorpresa, puesto que ya se sabía que iba a triunfar, lo que no se sabía en todo caso era si superaría el 50 por ciento de la votación para evitar la segunda vuelta.

Pues, bien, el joven empresario de 37 años de edad, ganó con el 53 por ciento de la votación, que registró un abstencionismo de más del 50 por ciento, lo que debe de preocupar en serio a todos los partidos políticos de esa Nación centroamericana. Es decir, ni siquiera juntos, Arena que se quedó con el 31 por ciento y el gobernante FMLN, lo hubieran derrotado.

De esta forma, Bukele ha puesto fin al bipartidismo de derecha e izquierda que ha gobernado en las tres últimas décadas en El Salvador. El caso es un poco parecido al de México, donde Andrés Manuel López Obrador, de quien es admirador Nayib, derrotó el bipartidismo: muchos sexenios del Partido Revolucionario (PRI) y dos del Partido Acción Nacional (PAN), encabezadas por Vicente Fox y Felipe Calderón. Bukele puso fin a dos administraciones continuas del FMLN (Mauricio Funes, quien está huyendo por actos de corrupción, y el actual presidente Salador Sánchez Cerén).

Es una lástima que Bukele haya tenido que utilizar las siglas de Gana para registrar su candidatura y ganar, pues ese partido es de derecha y su fundador, el expresidente de la república, Antonio Saca, está preso por actos de corrupción. Pero la verdad es que sus contrincantes, el FMLN, principalmente, trataron de cerrarle el camino por todos los medios y le impidieron el registro de su propio partido llamado Nuevas Ideas. Si hubiera ganado con esta organización política, habría sido un cambio total porque comenzaría con todo nuevo, cuando menos en el papel.

Lo que verdaderamente llama la atención es que el FMLN no haya reaccionado en lo más mínimo aun sabiendo desde hace meses que Nayib iba muy arriba en las preferencias ciudadanas. ¿Qué pasó? ¿Lo subestimaron? Cualquier persona que vive en El Salvador se daba cuenta perfectamente de que el partido en el poder estaba en la lona porque muchos de sus simpatizantes y bases habían ya decidido apoyar al ahora presidente electo.

Más de alguno tiene algún familiar o conocido que dijo para quien quisiera escucharlo, que si el Frente no llevaba como su candidato a Nayib no votaría por su abanderado. Y así fue.

Pero más allá de eso, el mensaje fue claro y contundente en las elecciones legislativas y municipales de marzo del año pasado, cuando el FMLN perdió muchas posiciones. Parece increíble que quienes toman las decisiones en la cúpula partidista y en el gobierno no hayan leído correctamente el mensaje. Se vieron como unos políticos novatos y sin visión, por decir lo menos.

Es triste que después de dos períodos, este partido de izquierda no sólo no haya dado respuesta a las demandas de la población, sino que haya caído en los mismos vicios y la corrupción de sus antecesores de Arena.

Es una verdadera pena porque este partido surgió de una guerrilla que durante más de una década combatió al gobierno y al Ejército de ese país, con resultado de más de 75 mil muertos, miles de heridos y una destrucción material enorme. La sangre derramada por miles y miles de personas sólo duró dos administraciones de cinco años, sin que las cosas hayan cambiado mucho.

La derrota del Frente significa también un duro golpe para el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y de Nicaragua, Daniel Ortega, quien se ha convertido en un Somoza al que con el sandinismo combatió en los 70 del siglo pasado.

Falta todavía conocer cuál será el enfoque de la política exterior de Nayib, pero por los mensajes que a través de Twitter puso semanas antes de las elecciones, será contraria a la del FMLN que apoya a Maduro y a Ortega. Ello significa que Venezuela perderá el apoyo de un país más, pequeño si se quiere, pero al fin una República.

Una pregunta que flota en el aire es: ¿Si Bukele hubiera sido el candidato del FMLN mantendría la actual política exterior o impondría la suya? A la mejor esas y otras son algunas cosas de fondo por las que la antigua guerrilla decidió no postularlo como su abanderado. Aunque, con el peso del FMLN era probable que lo presionaran para que se alineara a su política.

Habrá que recordar que el FMLN expulsó de sus filas a Bukele en 2017 cuando era alcalde de San Salvador y expresó sus intenciones de convertirse en el candidato de ese partido. En esta Rotonda Pública se dijo entonces que el partido en el poder corría el riesgo de perder la presidencia, aunque no por un margen tan amplio. Ahora se ha confirmado.

Uno de los problemas ahora es qué harán muchos de los que trabajan en el gobierno, pues quedarán desempleados. Sin duda, el FMLN tendrá que hacer una reflexión profunda para decidir su futuro porque los ciudadanos ya lo decidieron en las urnas: Mandarlo a un tercer lugar con una bajísima votación para un partido en el poder, pues apenas obtuvo poco más de 300 mil votos, y Nayib sacó más de un millón 200 mil.

El próximo presidente de El Salvador ha dicho en su primer discurso como ganador, que se acabó la posguerra en el país (los acuerdos de paz se firmaron el 16 de febrero de 1992), lo que debe de marcar un rumbo diferente para la Nación, ya que las administraciones anteriores forman parte de los actores de la guerra. Sin embargo, el mayor problema es la creciente violencia y el control que tienen las maras (pandillas), que han obligado a emigrar a miles de salvadoreños. ¿Podrá Nayib enfrentar con éxito este cáncer? Miles de ciudadanos tienen esa esperanza. Otra pregunta: ¿Qué tan enfrentados están Nayib y el FMLN? ¿Tienen margen de llegar a acuerdos? Ya se verá. Fin.