La tragedia

El desencanto

La necesidad o el deseo de muchos centroamericanos por migrar hacia los Estados Unidos en busca del llamado sueño americano y conseguir trabajo bien remunerado que en sus países no encuentran, sigue cobrando vidas de hombres, mujeres y niños.

El terrible accidente de tránsito ocurrido el pasado jueves 7 de marzo a un grupo de guatemaltecos en la carretera Soyaló-Chcoasén, es una verdadera tragedia que debería de hacer reflexionar a quienes se dedican al tráfico de personas para hacerse de dinero.

De acuerdo con diversas fuentes, no existen registros de que en un solo accidente hayan muerto tantos migrantes en Chiapas: 24, más los que pudieran sumarse, pues cuando menos una persona se debate entre la vida y la muerte.

Con tal de evadir los puestos de control policiacos, los coyotes llevan a los migrantes por caminos peligrosos y en condiciones inhumanas, como sucedió con los guatemaltecos el 7, pues según datos oficiales, alrededor de 70 personas viajaban paradas en la caja de un camión de tres toneladas.

Aparte de lo sinuoso de la carretera, el conductor de la unidad, no tomó las precauciones necesarias o simplemente no tenía la experiencia suficiente para transportar a tantas personas.

Fue así como tratando de cruzar México para llegar a Estados Unidos y ganar dólares, estas 24 personas perdieron la vida apenas en el inicio del viaje, pues sólo habían avanzado poco más de 200 kilómetros desde la frontera norte de su país.

No se ha dado a conocer cuánto habían pagado o iban a pagar estas personas por el traslado -por morir en este caso- al vecino país de las barras y las estrellas, pero se sabe que cada día se incrementa el costo del viaje.

Muchas veces sucede, y parece que fue el caso, que los verdaderos traficantes de humanos ni siquiera arriesgan la vida porque contratan a personas dueñas de camiones para los traslados y ellos van cómodamente en sus vehículos adelante guiándolos nada más y haciendo los pagos o negociaciones que haya que hacer a las autoridades correspondientes.

A pesar de la política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la migración no se ha detenido y se da de manera individual y por decenas en cada viaje y por distintas rutas todos los días.

Por un lado, está este tipo de migración, el más común desde hace muchos años, y por el otro el de las caravanas multitudinarias que se pusieron de moda el año pasado, pero que debido a su fracaso, todo parece indicar que se han suspendido, cuando menos por ahora. Claro, conforme existen mayores obstáculos para llegar al país del tío Sam, más se encarece y más peligroso se vuelve el tránsito por México.

De verdad da mucha tristeza que por buscar el llamado sueño americano, ocurran tragedias como la del 7 de marzo en la carretera Soyaló-Chicoasén, en la que 24 personas perdieron la vida, entre ellas 2 niños. Qué triste.

Al dolor de la pérdida de los seres queridos, los familiares sufren además en estas situaciones la angustia durante días por la espera de los cuerpos por el traslado y los trámites oficiales que por ley deben de realizarse en el país vecino, en este caso México.

Ojalá que todos los involucrados en el tráfico de personas, y los mismos migrantes, tomen las medidas necesarias para evitar que vuelvan a suceder tragedias como la que pasó el 7 de marzo en Chiapas, lo que ha enlutado a muchas familias de departamentos guatemaltecos colindantes con México.

El desencanto.

Han transcurrido cien días del gobierno del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y salvo acciones políticas y la forma de conducir la administración o de transportarse, no se nota un cambio real que marque la diferencia como el que esperaba la mayoría de los más de 30 millones de personas que votaron por él.

El cambio no se siente sobre todo en lo económico, pues la crisis sigue igual, no hay trabajo, no hay dinero y la inseguridad no sólo no se ha frenado, sino que en algunos casos ha empeorado como ocurre en algunas ciudades de la entidad.

Tal vez nadie hubiera pensado que estando López Obrador en la presidencia de la República, el litro de gasolina magna llegara a costar ¡20 pesos!, pues él siempre ofreció que bajarían los precios y ahora resulta que no sólo no han disminuido sino que han aumentado. El propio presidente explicó ya que el alza se debe a la tardanza en la aplicación del mecanismo de regulación que se utilizará y que pronto habrá ajustes, pero mientras tanto, el consumidor resiente el incremento.

Hace dos o tres años se mencionaba que el litro de gasolina llegaría a valer 20 pesos. Parecía algo impensable, tomando en cuenta que México es uno de los principales productores de petróleo en el mundo. En países de Centro América que no tienen petróleo el litro cuesta alrededor de 14 pesos. Es verdaderamente increíble.

Sólo con el tema de la gasolina, surge un cuestionamiento: ¿Cómo, por ejemplo, a cien días del inicio del nuevo gobierno y la llamada cuarta transformación, un ciudadano común que siempre creyó en López Obrador, justifica ante sus vecinos o conocidos a los que convenció de que votaran por él porque el país cambiaría si las cosas no mejoran? Ojalá que pronto no tenga que dar explicaciones, sino remitirse a los hechos.

Ahí están las acciones contra el llamado guachicoleo, con las que, dice el discurso oficial, se ahorrarán miles de millones de pesos, pero hasta ahora todo ese dinero no se ha reflejado en una mejora económica para los mexicanos. Es posible que más adelante sí. Y sí, la ganancia está en el combate a la corrupción, que ya es bastante.

Efectivamente, a lo mejor es necesario primero poner orden en lo político y luego el beneficio se reflejará en lo económico, pero por lo pronto existe cierto desencanto con los resultados del nuevo gobierno. Ojalá no tarde la recuperación económica, porque de lo contrario irá muriendo la esperanza de un cambio real. Fin.