Seguir el ejemplo

Con todas las deficiencias y vicios que pudiera haber tenido, la elección por usos y costumbres que se realizó el pasado sábado 13 de abril en el municipio de Oxchuc es un experimento histórico que contribuye a fortalecer los procesos democráticos y recuperar la sabiduría de los pueblos originarios.

En medio de las disputas partidistas –a veces con saldo sangriento- que ocurren en las elecciones en las que participan partidos políticos, resulta hasta refrescante que las votaciones se efectúen a mano alzada como se hacía antes.

Independientemente de lo anterior, en la Constitución Política de México está garantizado el derecho de los pueblos originarios a elegir a sus autoridades bajo su libre autodeterminación.

A diferencia de los años recientes en que ese municipio se ha visto envuelto en constantes hechos de violencia que han afectado a miles de personas de adentro y de afuera, los pobladores dieron muestras de civilidad y eligieron a sus autoridades municipales en paz y tranquilidad.

Claro, para eso fue necesario que las intervinieran las autoridades municipales, para sacar de la jugada a algunos actores políticos que han sido copartícipes de los hechos de sangre que se han suscitado en los años recientes.

Una de las grandes ventajas de los comicios por usos y costumbres es que no intervienen los partidos políticos, cuando menos no de manera directa, lo que supone un ahorro del dinero público que se usa para las campañas políticas y para toda la papelería como boletas para el día de la elección, por ejemplo.

Desde luego que eso no significa que los interesados en participar en el proceso no gasten o que quienes los impulsan, que pueden estar ocupando un cargo público como pudo haber sucedido en esta ocasión, no hagan uso de recursos del erario para promover al sucesor.

Sin embargo, son muchas las cosas que se ahorran si las votaciones de llevan a cabo a mano alzada como ocurrió el pasado sábado, con la presencia de miles de pobladores.

Uno de los temas en los que se debe de trabajar más en el de la participación de la mujer en las elecciones, ya que la asamblea estuvo dominada casi totalmente por hombres, aunque, afectivamente, se cuidó que hubiera equidad de género en la postulación de candidatos.

Es cierto que la marginación de las mujeres indígenas en este tipo de procesos ha sido histórica y cultural, y que las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana, pero es necesario promover su participación de manera más decidida.

Puede ser que algunos grupos se quejen de que fueron marginados para participar en los comicios y que haya inconformidades posteriores, pero de todos modos se supone tienen los canales necesarios para que interpongan los recursos que consideren convenientes para que las autoridades los escuchen y atiendan.

Como era natural, el municipio que ese sábado 13 atrajo la atención en todo el estado fue Oxchuc, pues no es poca cosa lo que ocurrió con la novedosa elección, no por nueva precisamente sino por la recuperación de valores antiguos de los pueblos originarios. Seguramente desde otras partes del país había miradas pendientes de lo que estaba pasando en este pueblo de habla tzeltal.

Claro que no puede decirse que el método sea pulcro y que todo se hizo sin errores ni cuestiones criticables y corregibles, pues finalmente detrás de cada elección existen intereses personales y de grupo que buscarán imponerse a como dé lugar.

Con todo, el ejercicio es saludable, por lo que es necesario que las autoridades continúen promoviéndolo para que en otros municipios en el que haya condiciones políticas y sociales, las elecciones municipales también se lleven a cabo con este método.

Por lo pronto, en los municipios de Chilón y Sitalá, existen grupos importantes que lo han promovido y exigen elegir a sus autoridades por medio del sistema normativo de usos y costumbres.

Habrá que ver cuánto influyen los partidos políticos para tratar de impedir que continúe avanzando el proceso para la elección de autoridades municipales por usos y costumbres.

En el Congreso del estado existen afortunadamente voces de personajes importantes que se han comprometido públicamente a seguir impulsando estos procesos, por lo que deberían de empezar haciendo una reforma legislativa para darles celeridad y certeza.

Una aspiración debería de ser que todos, o por lo menos la mayoría, de los municipios indígenas elijan a sus autoridades por usos y costumbres, siempre y cuando se establezcan las normas claras y equitativas para que nadie se sienta marginado.

Seguramente queda mucho por hacer para perfeccionar el método, pero con la elección en Oxchuc (tres nudos, en tzeltal), se ha dado un paso importante y se ha desatado un nudo que parecía difícil de soltar por todo lo que ha pasado en ese lugar, donde, como en otros, existen cacicazgos que impiden avanzar como se quisiera.

Qué bueno que el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC), el Congreso del Estado y el gobierno chiapaneco, entre otros actores, estuvieron a la altura de las circunstancias para que los comicios no sólo se realizaran, sino que transcurrieran en paz, y sobre todo, que hayan escuchado la voz de miles de pobladores de Oxchuc, encabezados por la llamada Comisión Permanente por la Paz y la Justicia Indígena que promovió las elecciones sin partidos políticos.

Ojalá que las elecciones del pasado sábado contribuyan a encontrar la paz y la tranquilidad que le urgen a Oxchuc, después de un trienio violento que dejó varios muertos, heridos, quema de casas y vehículos y bloqueos carreteros que dañaron a muchas personas que nada tenían que ver con el problema de la disputa del poder político. Fin.