Hacer justicia.

Tito.

Qué bueno que a través de la Secretaría de Movilidad y Transportes, el gobierno estatal entregará este año 11 mil concesiones para taxis, colectivos, volteos, transporte mixto, de turismo, transporte funerario, escolar y para las pipas repartidoras de agua.

Tal vez todas las concesiones son importantes, pero por el número de personas involucradas destaca el de los taxistas, a quienes las autoridades deben de atender con especial esmero porque de entre todos los peticionarios son tal vez los más necesitados.

Muchos ruleteros llevan 20 años o más solicitando una concesión, pero nunca la han podido obtener porque la corrupción ha sido tanta que no tienen el dinero suficiente para pagar las cantidades que los líderes o funcionarios les exigen y si lo hacen por su cuenta nunca son escuchados.

Varios de estos hombres que llevan años detrás del volante han buscado por diferentes medios obtener una concesión, pero ha sido prácticamente imposible y no saben a quién recurrir. No pocos se acercan a algún periodista para que se haga una nota en la que se diga que ya no se las den a los dirigentes o empresarios del transporte sino a ellos que todo el día llevan y traen pasaje ganando a veces sólo para la comida, pues los dueños les exigen pagar una cuota fija, independientemente de los ingresos que obtengan durante la jornada.

Lo justo es que ahora que el gobierno entregará las concesiones se privilegie a estos taxistas que llevan años en el oficio y no a los dirigentes y empresarios del ramo que cada día acumulan más permisos para toda la familia.

Las autoridades deberían tal vez establecer como regla un mínimo de años de trabajo de los taxistas para que automáticamente se les entregue una concesión -cinco o diez años, por ejemplo-, y con eso se haría justicia a miles de personas que todos los días andan gastando sus riñones sentadas en un vehículo.

Claro, deben de ponerse candados para evitar que una vez con una concesión, los nuevos dueños hagan lo que ahora hacen muchos de quienes las tienen, que dan rentadas las placas o contratan asalariados; las concesiones deberían de ser usufructuadas sólo por sus titulares.

Otra cosa importante es que las autoridades no les cobren -cuando menos no altas cantidades- por la expedición de las concesiones porque en años pasados muchos interesados han tenido que pagar decenas de miles de pesos por un permiso.

En conclusión: Qué bueno que las autoridades hayan acordado la entrega de más concesiones, pero ojalá que se haga justicia a quienes llevan años solicitando un permiso para trabajar en algún ramo del transporte y que por falta de recursos o de influencias han sido marginados.

Algunos transportistas se quejan de que la oferta ya es mucha, pero también la demanda ha crecido y por eso sigue siendo negocio, o cuando un trabajo que deja ingresos suficientes para que una familia viva dignamente. Quienes tienen el monopolio se opondrán siempre a que haya más unidades, pero ya es tiempo de que las autoridades dejen a un lado las presiones y actúen en beneficio de los que lo necesitan. Antes era más complicado porque existían los sindicatos corporativos controlados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y representaban votos en las elecciones, pero ahora (en teoría) ya no.

Tito

La sociedad coleta llora a uno de sus hijos que este fin de semana partió hacia el más allá: Heriberto Velasco Castañeda, profesor y periodista comprometido con lo que hacía, además de ser una buena persona, buen esposo y buen padre.

Como suele suceder muchas veces en estos casos, la noticia de su deceso sorprendió a la mayoría de amigos y algunos familiares, ya que pocos días antes se le había visto relativamente bien, aunque desde hace meses arrastraba un padecimiento grave que sin embargo parecía haber librado.

No fue así y al parecer los daños colaterales del tratamiento terminaron por afectarle los riñones, por lo que de repente tuvo que ser hospitalizado los últimos días de la semana pasada y el domingo 2 de junio dejó de existir en Tuxtla Gutiérrez.

A tono con el ambiente en los corazones, el domingo amaneció en San Cristóbal muy triste, sin el sol radiante, aunque para muchos coletos que desde niños crecieron en San Cristóbal, la densa neblina y la lluvia son motivo de una inmensa alegría. Pudo ser el caso de Tito y por eso, como una forma de despedida amaneció así. Para muchas personas el mejor clima es el nublado y sin sol, a diferencia de otros que nacimos en tierra caliente, donde el sol brilla intensamente todos los días y genera no sólo calor sino alegría desbordada.

La última columna que Heriberto publicó fue 20 Líneas, en La Foja Coleta. Era tan leída como atinada hablando de los problemas actuales. Antes publicó Mi Opinión, igualmente exitosa. Decía las cosas como las pensaba, lo que le mereció el reconocimiento de los lectores.

Poco a poco el domingo, una vez que todos sus familiares y amigos se fueron enterando de la triste noticia y desde que se abrieron las puertas de la funeraria comenzaron a llegar decenas de personas que lo estimaban. La tarde y noche del domingo desfilaron cientos de amigos y desde luego su numerosa familia. Lo mismo sucedió con la misa de cuerpo presente oficiada a las 10 horas en el templo de San Ramón.

El obispo emérito de San Cristóbal, Felipe Arizmendi Esquivel, con quien cultivó una buena amistad, celebró una misa a las 8.30 horas de ayer lunes en Toluca para pedir por su descanso eterno. Y así muchas personas derramaron una lágrima y se llenaron de tristeza por su partida un tanto prematura.

Descanse en paz el compadrísimo Heriberto Velasco Castañeda, Tito, y vaya desde este espacio un fuerte abrazo a su esposa Charito, a sus hijos Juan y Adriana, así como a sus demás familiares que ahora lloran su partida. Fin.