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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

Las intensas lluvias que cayeron la semana pasada en buena parte del país han ocasionado una desgracia al dejar hasta ahora al menos 64 personas fallecidas y 65 desaparecidas, además de cuantiosos daños materiales.

Las precipitaciones, cuya magnitud no anticipaban indicios científicos, según dijo la presidenta Claudia Sheinbaum, no tuvieron piedad y en muchos casos arrasaron con lo que encontraron a su paso.

De acuerdo con datos oficiales los daños mayores se presentaron en alrededor de 150 municipios de una decena de estados, entre ellos el vecino Veracruz, uno de los más afectados con 29 decesos; Hidalgo con 21 y Puebla con 13.

Es doloroso ver cómo en muchos casos las personas damnificadas claman por ayuda inmediata que no llega con la rapidez que se requiere por las mismas condiciones ocasionadas por las lluvias que generalmente provocan derrumbes y dejan comunidades o regiones incomunicadas.

La gente desahoga su rabia y coraje con el primer funcionario que se aparece, pues de una u otra forma le endosan la responsabilidad de lo sucedido a cualquiera de los tres niveles de gobierno o a todos.

A sabiendas de que podría ser encarada, la presidenta acudió a algunos lugares para verificar personalmente la situación de las personas afectadas. Donde más reclamos recibió fue en Poza Rica, Veracruz, uno de los municipios con mayores daños.

La presencia de los mandatarios genera siempre polémica: que si deben de ir al lugar a enlodarse los zapatos o que no, que mejor no vayan porque no llevan ayuda y solo van a tomarse la foto.

La opinión casi generalizada sobre la presencia de Sheinbaum en la zona de desastre ha sido muy favorable, destacando su valor y responsabilidad por afrontar el problema, aun exponiéndose a gritos y reclamos como sucedió el domingo en Poza Rica.

Ahora sigue la realización del censo de los afectados y la entrega de ayuda humanitaria para tratar de que la gente recupere algo de lo perdido. La presidenta ha dicho que hay recursos suficientes.

Cada presidente es marcado por el número de muertos y los daños materiales que deja algún huracán fuerte y lluvias torrenciales, pero también por la forma de afrontar las desgracias.

Muchos de estos fenómenos se presentan principalmente en septiembre u octubre. El huracán Otis que devastó Acapulco, Guerrero, por ejemplo, ocurrió el 24 de octubre de 2023. El huracán Stan hizo de las suyas en Chiapas el 4 de ese mismo mes, pero en 2005.

Las autoridades de los tres niveles deberían de tener presente cuáles son los períodos del año en los que la furia de las lluvias se descarga con mayor fuerza y peligrosidad.

Pero, ¿por qué cada determinado tiempo suceden estas desgracias? ¿De verdad no hay manera de hacer algo para prevenir que el impacto no sea tan devastador? ¿Las lluvias fueron en esta ocasión realmente de una intensidad no detectada científicamente o son las condiciones de vulnerabilidad existentes en muchas zonas a las que no se les pone la atención requerida?

Si las autoridades de los tres niveles hicieran bien su trabajo no tendrían por qué ocurrir tragedias como la de ahora, o cuando menos no de esas dimensiones de destrucción humana y material.

Ojalá que no ocurra otro fenómeno de ese tamaño o mayor al de ahora porque 64 muertos, más los que posiblemente se sumarán con el paso de los días, son muchos.

Lo que sigue ahora es que el gobierno apoye a las personas damnificadas y que la solidaridad de los mexicanos se haga presente para tratar de ayudarlos en algo. Que Dios los ampare.

Picotazos. ¡Híjole! Si no había alguien con más méritos, el jurado de Premio Nobel de la Paz bien pudo declarar desierta la designación en esta ocasión. Sin demeritar la lucha de la venezolana María Corina Machado, da la impresión de que al nombrarla se abarató el galardón. Lo que ella busca desde hace muchos años no es la paz, sino el poder y eso no amerita un premio con un significado como el del Nobel. A estas alturas ya casi podría darse por hecho que el siguiente año se lo darán al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien primero le atiza a la guerra y después arma su mitote para que haya paz, aunque sea a medias -por ahora- como en el caso de Israel, al que se le permitió durante dos años asesinar impunemente a miles de palestinos, incluidos niños y niñas inocentes. La buena noticia es que, aunque no sea definitivo, ya hay un acuerdo que ha permitido el cese al fuego en Gaza y han sido intercambiados prisioneros de ambos bandos. La pregunta es si de verdad habrá paz y en su caso cuánto tiempo durará… Pero no todo es tristeza y desgracia: la presentación del cantante de origen argentino Laureano Brizuela en San Cristóbal de Las Casas la noche del sábado 11 de octubre fue todo un éxito. El llamado Ángel del Rock conserva a sus 76 años -más de 50 de carrera artística- una voz muy potente y nítida. Transmite energía como se vio cuando interpretó “Sueños compartidos”, uno de sus grandes éxitos. Llegó a la ciudad coleta contratado por un grupo de hoteleros y restauranteros que de esa forma buscan reactivar el turismo, algo que lograron en buena medida el fin de semana, ya que vino gente de Tuxtla Gutiérrez y Comitán, entre otros municipios, donde los organizadores ofrecieron boletos de cortesía, según informaron, al tiempo de señalar que en los días próximos habrá más espectáculos para que afuera se sepa que en San Cristóbal existe seguridad, por lo que se le puede visitar sin problemas. El concierto tuvo lugar en el Centro de Convenciones de El Carmen, a donde se dieron cita alrededor de 500 personas. Fin