Dos preocupaciones dos

Dos temas siguen concentrando la atención y la preocupación de muchas personas. Uno con implicaciones nacionales e internacionales y otro más local, pero que también tiene resonancia nacional.

En primer lugar continúa la preocupación por los devastadores efectos de la política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no sólo para México sino para los países centroamericanos que tienen a millones de habitantes en la tierra del Tío Sam.

Se sabe de casos de chiapanecos que han sido deportados porque estaban trabajando como indocumentados, y seguramente la lista irá creciendo cada día, conforme se ponga en práctica más en forma la política migratoria del mandatario del vecino país del norte.

La situación es realmente preocupante porque miles de familias de diferentes regiones de la entidad viven casi exclusivamente de los recursos que sus parientes les envían de Estados Unidos y no se han preocupado por crear otras fuentes de ingreso.

Ello significa que si las personas que trabajan del otro lado dejan de mandarles dinero, difícilmente podrán salir adelante, porque además, al ser deportados, a los migrantes no les dan ni tiempo de tomar sus cosas ni su dinero, como se cuenta que ocurrió a dos hombres del municipio de Frontera Comalapa, recientemente expulsados.

¿Se puede pensar que el gobierno en alguno de sus tres niveles podría ayudar a los mexicanos deportados? Claro que no porque ni siquiera puede con los que están acá y precisamente es por eso que cada día es mayor el número de personas que busca o buscaba cruzar el río bravo.

Otro problema es que no sólo regresarán a casa los que sean expulsados, sino que en el caso de Chiapas aumentará la población centroamericana que busca ya no ganar dólares sino salvar la vida ante la ola de violencia en sus países, principalmente en Honduras y El Salvador.

Las autoridades deben estar preparadas para enfrentar este fenómeno, pero también la sociedad para ser solidaria con estas personas que buscan su seguridad personal. Los muros físicos o a través de medidas drásticas que pretende construir Trump deben de ser derribados con la solidaridad de la sociedad, ayunando a quienes sólo buscan mejorar un poco sus condiciones de vida en un mundo en el que lo que priva es el capitalismo salvaje que sólo tiene un dios: El dinero, a costa del sufrimiento humano.

Conforme pasen los meses habrán de verse con mayor claridad los efectos de la política migratoria de Estados Unidos, no sólo en México sino en Centroamérica, por lo que más vale que estemos preparados para enfrentar este fenómeno que de una u otra forma habrá de impactar en la sociedad.

El otro tema es meramente local, pero si se deja crecer, tendrá repercusiones nacionales como ya las tiene: El caso Chenalhó, donde las autoridades no han podido o no han querido encontrar una solución que evite muertos y heridos, pues se ha ido dejando un poco a lo que venga con comisionados que poco operan.

Mientras no se encuentre una solución de fondo, el riesgo de nuevos hechos de sangre continuará latente, y aunque son contextos y situaciones diferentes, el fantasma Acteal está presente cada vez que la situación se tensa al extremo como ahora.

Fueron las mismas autoridades las que por hacer ganar al Verde a como diera lugar descompusieron desde el principio la situación en ese municipio indígena, y en lugar de frenar el deterioro contribuyeron a ahondarlo con decisiones desafortunadas, por decir lo menos.

Después de la revuelta en contra de la alcaldesa Rosa Pérez Pérez en abril del año pasado, el municipio quedó dividido prácticamente en dos –no necesariamente en partes iguales-, un grupo con ella y otro con Miguel Sántiz Alvarez que fue designado presidente sustituto.

Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó restituir a la alcaldesa Rosa Pérez Pérez, significa que el ayuntamiento tendría que seguir como fue elegido, con su síndico y sus regidores, pero, reflejo dela división del municipio, está partido en dos, aunque la mayoría del cabildo está con Miguel Sántiz. De los 12 integrantes del Ayuntamiento, siete están con el síndico Miguel y tres con la presidenta Rosa.

Si el Ayuntamiento está partido como está, ¿Cómo pueden tomarse los acuerdos, por ejemplo, para aprobar la forma en que se gastará el presupuesto y la construcción de obras? ¿Están cumpliendo en este caso con la ley los dos grupos que fungen como autoridad municipal? ¿Cómo y quién está presentando la cuenta pública ante el Órgano de Fiscalización Superior? Son varias preguntas que  están en el aire.

En algunos sectores que antes apoyaban a Miguel, a quien como a Rosa le ha faltado oficio político para manejar la situación en su municipio, crece el sentir de que se necesita aun tercero que unifique a la población antes de que se deteriore más el tejido social y se susciten otros hechos de sangre.

El problema es que cada vez que el gobierno les entregue a los dos grupos recursos del presupuesto o partidas especiales, ambos tendrán dinero para movilizar a su gente y tratar de imponer su voluntad como ocurrió el 22 de febrero cuando cientos de partidarios de Pérez Pérez se posesionaron del palacio municipal, lo que ha desatado los hechos de sangre de los días recientes, que han cobrado la vida de una persona y han dejado varios heridos de bala.

Más allá de lo legal, en este caso debe de buscarse una solución política que cuando menos deje medio satisfechas a las dos partes, tratando de encontrar un equilibrio. Si se impone a uno de los dos grupos el problema no sólo no se solucionará sino que se agravará.

El actual es un trienio trágico para Chenalhó, ya que debido a la disputa del poder municipal han muerto violentamente por lo menos dos personas -una menor de 12 años en mayo pasado y Jonhy Orlando Vázquez Ruiz la semana pasada- y más de 20 heridos, aparte de que no se han construido obras de beneficio social. Por ello, urge que se encuentre una solución pacífica a ese conflicto antes de que sea demasiado (más) tarde. Fin.