Ya se sabía

Las elecciones realizadas el domingo en Coahuila, Nayarit y el Estado de México, principalmente en este último, bien podrían ser el ensayo de lo que ocurrirá el próximo año cuando se elija al próximo presidente de México.

A reserva de esperar los resultados finales, que probablemente no cambiarán, en principio, fue una elección muy cerrada con el componente de que era necesario cerrarle el paso, fuera como fuera, a la candidata de Morena, Delfina Gómez, porque dejarla ganar significaría una boconada de entusiasmo-optimismo para los seguidores -y para otros que no lo son- de ese partido rumbo a los comicios de 2018.

La estrategia oficial quedó más o menos clara desde el principio, cuando se evitó que los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) conformaran una alianza en el Estado de México.

Una coalición azul-amarilla hubiera provocado que muchos perredistas votaran por Morena y que algunos panistas simplemente no sufragaran.

En cambio, si competían por separado como lo hicieron, ambos concentrarían más votos, aunque también quedó claro que la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, fue postulada para perder de manera escandalosa. Por ello, desde el inicio bajó el tono del discurso y procuró hacer lo menos posible, ya no digamos para ganar sino para subir la votación. Ya se sabía.

No fue el caso del perredista Juan Zepeda, a quien desde el aparato oficial se le dieron las herramientas necesarias para que subiera en la votación y de esa manera evitar que votos amarillos fueran a parar a las urnas de Morena, que una vez más se queda en el “ya merito” como podría suceder el próximo año. Ya se sabía

La estrategia ideada desde el más alto poder en este país respecto al papel que ambos partidos deberían jugar –difícilmente alguien con un poco de conocimiento podría pensar que el azul y el amarillo son diferentes al tricolor-, le dio resultado a quienes gobiernan desde hace varios sexenios, pues por lo pronto –habrá que esperar los resultados finales- han conseguido evitar –haiga sido como haiga sido- el triunfo de Morena. Parte de la estrategia consistió, como podría ocurrió en 2018, que el abanderado priísta se adelantara a “cantar” su triunfo y posicionarlo mediáticamente en la opinión pública.

Este escenario, sin embargo, anticipa que la contienda podría dirimirse en los tribunales, como unos días antes de la elección lo había advertido el propio candidato priísta, Alfredo del Mazo. Ello podría allanar su triunfo porque en general las instituciones están al servicio del poder en turno.

Lo único destacable hasta ahora es que la jornada electoral transcurrió en relativa calma, sin hechos de violencia relevantes, algo que se temía por el ambiente de confrontación generado en las campañas y de manera subterránea desde el poder.

Los resultados en el estado de México, por otro lado,  servirán para que los principales partidos políticos hagan un análisis de lo que podría ser la contienda en 2018.

En este escenario es posible que el PAN y el PRD conformen una alianza como ya delinearon en días pasados aunque de manera tenue, sus dirigentes Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, con la alta probabilidad de que el abanderado sea blanquiazul por el número de estados que gobierna y por haber ocupado –no necesariamente ganado- la presidencia de la República los dos sexenios anteriores.

Contrario a lo que ocurrió en el Estado de México, para la contienda nacional podría ser el PRI el que postule a un candidato débil para hacer crecer al eventual abanderado de una alianza azul-amarilla. En ese caso es probable que no funcione la estrategia de que vayan separados porque el PRD se iría irremediablemente a la cuarta posición, con una baja votación, similar a la del blanquiazul en los comicios de ayer en el Estado de México.

La fuerza de una candidatura nacional, con varios estados gobernados por el PAN, podría facilitar la concentración de votos en la eventual alianza, escenario en el que debilitado como está a nivel nacional el tricolor pactaría su derrota a cambio de cerrarle el paso al casi seguro candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, como seguramente se acordó desde 2006 para dar cabida a la alternancia en el poder.

En este escenario, probablemente desde el poder se alentarán las candidaturas “independientes” con abanderados aparentemente de izquierda o progresistas para restarle votos a Morena.

En otro flanco, los resultados de las elecciones del domingo en el Estado de México, Coahuila y Nayarit, donde los votantes eligieron gobernador, acentuarán la división interna en el PAN por la disputa de la candidatura presidencial, centrada en por lo menos tres personajes: el dirigente Ricardo Anaya; el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, y Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón, quien representaría la continuidad de la guerra que ha dejado miles de muertos y desaparecidos en este país.

Aunque Zavala diga lo contrario, Anaya podría salir victorioso de las elecciones del domingo porque la derrota de Vázquez Mota ocurrió como estaba presupuestada en beneficio del candidato del tricolor, además de que tiene posibilidades de quedarse con la gubernatura de Coahuila.

En el PRD no hay mucho que decir, pues a pesar de la bocanada de oxígeno que le dieron en el Estado de México, no tiene ninguna posibilidad de ganar la presidencia el próximo año por sí solo. Por eso es previsible que conforme una alianza con el PAN y porque el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, protector de la dirigente nacional, Alejandra Barrales, se declaró más proclive al poder priísta y panista que a la izquierda de Morena.

Aún con todo, está la posibilidad, lejana, tal vez, de que el partido del sol azteca pudiera aliarse con Morena. Habrá que esperar el análisis que cada uno de los partidos haga en los días y semanas próximos como resultado de las cifras del domingo.

Picotazos

Siempre es un deleite ver del espectáculo del Cinema Sinfónico que presenta el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes. Una muestra de la calidad es que a pesar de que ya se ha presentado varias veces en Tuxtla Gutiérrez, las funciones del fin de semana estuvieron muy concurridas. Ojalá su exhibición se expandiera no sólo a otras ciudades de Chiapas sino a otros estados del país para que se conozca su calidad. Felicidades a quienes participan y promueven su presentación porque vale la pena. Fin.