¿Otro elefante blanco?

Hace casi dos semanas fue inaugurada en San Cristóbal de Las Casas la llamada Terminal de Corto Recorrido para la llegada y salida de unidades que prestan el servicio de pasaje público a municipios como Teopisca, Comitán y Ocosingo.

Información oficial indica que la construcción, que está a un costado del Mercado de los Altos (Mercaltos), en un espacio de 10 mil metros cuadrados, cuenta con 53 andenes, 29 cajones para estacionamiento, áreas de locales comerciales y de capacitación, salas de espera y de juntas, área administrativa, cafetería, módulo de información turística y 32 espacios para taquillas.

Según la misma información, tendrán acceso 642 unidades de diferentes modalidades, entre Urban, taxis y otras, “con personal capacitado y cada conductor debidamente registrado ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT)”.

Efectivamente, la construcción de dicha terminal era una demanda de hace cerca de 30 años, cuando la ciudad comenzó a crecer a un ritmo acelerado y el aumento de unidades de pasaje público de San Cristóbal a municipios vecinos y viceversa se incrementó considerablemente.

Poco a poco desde entonces, los dueños de las unidades fueron rentando locales a la orilla del boulevard Juan Sabines Gutiérrez o se estacionaban en la vía pública para subir y bajar a los pasajeros, lo que ocasionó que se formara un caos y que los peatones tuvieran cada vez más problemas para caminar, aparte del riesgo a su seguridad personal.

La idea de construir una terminal para reubicarlos y “limpiar” estos espacios a lo largo de boulevard, ubicados básicamente entre los barrios de San Diego y San Antonio, era –es- buena porque se trata de una de las entradas a la ciudad y por lo tanto sería bueno que estuviera libre para que las personas puedan caminar con tranquilidad.

Sin embargo, parece que la planeación no fue la mejor y pasó mucho tiempo para que, incluso después de edificada, se pudiera echar (es un decir) a andar, entre otras cosas porque el terreno había sido embargado por deudas del ayuntamiento coleto.

Finalmente fue puesta en operación parcialmente hace casi dos semanas, pero resulta que a la fecha no sólo no opera como se esperaba sino que algunos de los transportistas que inicialmente aceptaron utilizarla se están regresando a sus antiguos lugares.

Quién sabe si fue por los intereses de grupos con fines electorales, si falló el diálogo o si faltan espacios, pero muchos transportistas decidieron no mudarse y permanecer en sus locales, por lo que la nueva terminal no ha solucionado en nada el problema.

Algunos transportistas aseguran que varios de sus compañeros que al ser inaugurada la obra aceptaron trasladarse se están regresado a sus anteriores espacios, lo que significa que el caos vial en la zona continúa como antes.

Se sabe que todavía ayer estaba programada una reunión con transportistas que tienen unidades en la zona para tratar de llegar a un acuerdo, con la finalidad de que se trasladen a la nueva terminal y que se cumpla con lo programado.

Esto indica que el procedimiento se hizo al revés, es decir, primero fue inaugurada la obra y luego se está concertando y dialogando con los transportistas para que se pasen.

Parece que uno de los problemas es que la obra es muy pequeña y no tiene capacidad para albergar a la mayoría de unidades, por lo que sería necesaria una ampliación o hacer una modificación, con la finalidad de que quepa el mayor número posible.

Los representantes de la Organización de Transportistas Emiliano Zapata (OTEZ), por ejemplo, se quejaron porque les ofrecieron pocos cajones para sus más de 70 unidades, por lo que decidieron no mudarse al nuevo espacio. Y así otras agrupaciones, tampoco aceptaron reubicarse.

Uno de los problemas es que inevitablemente el tema se contaminará con los intereses electorales y eso lo complicará aún más.

Si las autoridades no tejen fino en este caso, se corre el riesgo de que la nueva terminal se convierta en un elefante blanco como ocurrió con la que fue construida en el norponiente de la ciudad, inaugurada en marzo de 2012 por el entonces gobernador Juan Sabines Guerrero.

A más de cinco años, la obra no sólo no funciona sino que ha sido destruida. El plan era que esa terminal, en la que se invirtieron 27.9 millones de pesos, beneficiara a los municipios de San Cristóbal de Las Casas, Chamula, Larráinzar, Chenalhó, Chalchihuitán, Pantelhó y El Bosque.

En su momento se dijo que beneficiaría a una población aproximada de 372 mil usuarios, se recuperarían las principales vialidades en la zona centro de la ciudad, con un servicio eficiente y seguro para el público usuario, además de que generaría empleos a través de locales comerciales y oficinas administrativas.

El edificio, según el diseño original, sería administrado por los mismos transportistas. A más de cinco años el edificio no funciona y los casi 28 millones de pesos, tirados porque nadie ha tenido interés en tratar de echarlo a andar para darle el uso pensado inicialmente.

Pareciera que en ambos casos, las obras no fueron bien planeadas o cuando menos no se hicieron tomando en cuenta la opinión de los transportistas, un sector complejo, permanentemente enfrentado por la disputa de rutas entre los concesionados y los llamados piratas.

Es necesario insistir: Si las autoridades responsables de dialogar y negociar con los transportistas que están asentados en el boulevard Juan Sabines Gutiérrez no son capaces de llegar a consensos y acuerdos con los transportistas, se corre el riesgo de que la nueva terminal se convierta en un elefante blanco también.

Sería una lástima porque son muchos millones de pesos invertidos en esa obra, que no sólo es necesaria sino urgente para “limpiar” la vía pública de unidades de transporte pública que han invadido espacios que deberían de ser para los peatones. Fin.