Bartlett Escurridizo

¡Farsante, Farsante!

Sólo nos falta que los médicos estadounidenses, preocupados por la endeble salud del señor peña nieto -¡qué bajo ha caído y no sólo en cuanto a la aceptación ciudadana!-, gestionen ante Interpol la “sustracción” del mismo para que sea internado en uno de los enormes centros médicos de Houston, Texas –debe ser allí para que, en tanto, su mujer pasee por las célebres “galerías” de la ciudad-, y le sea implantado un nuevo “chip” que responda automáticamente a las órdenes del Pentágono que, por supuesto, ha rebasado igualmente a “pato” Donald Trump, huésped perentorio de la Casa Blanca en donde hasta sus voceros ya se deslindan del jefe del Estado.

Es, sin duda, el siguiente paso. Hace años, cuando el represor y desalmado Manuel Bartlett se encontraba al frente del desgobernado estado de Puebla -¡pobre entidad, de verdad, con lo “chula” que es!-, sugerí en una de mis novelas, “Alcobas de Palacio”, que el mandatario estatal era objeto de un operativo estadounidense, DEA de por medio, para ser llevado a juicio a la fuerza. No era mi intención, desde luego, que se produjera una invasión de este calibre sino una solución ficticia para explicar la vulnerabilidad de nuestro gobierno ante el gran gigante de nuestro tiempo, terco en volcar sus culpas hacia los débiles sin explicar cómo es que los “padrinos” de allá, con vínculos con el Capitolio, jamás son molestados por los órganos judiciales.

Me resultó especialmente extraño que Antonio Gárate Bustamante, quien perteneció al grupo “Leyenda” de la DEA comandado por Hector Berreyes, me telefoneara desde Los Ángeles en una comunicación “de tres líneas”, esto es con Berreyes en la tercera, para decirme:

--¡No sabe usted cuántas veces hemos pensado en ello! Pero nos detienen los de Washington porque quieren evitar un conflicto diplomático con México que reventaría en la ONU. Pero no hemos desechado la idea.

Meses después, en entrevista con la conductora Flor Berenguer, gran amiga por ahora en retiro, ésta le preguntó al poblano-tabasqueño si tenía conocimiento acerca de que no podría entrar a los Estados Unidos; el cínico, sin el menor pudor, le respondió:

--Bueno, entrar sí puedo. Lo difícil, en todo caso, es que me dejen salir de allí. ¿Para qué me arriesgo?

Y este tipejo forma parte hoy del equipo selecto de Andrés, en la Cámara de Senadores con un falso cariz de izquierdista que le permite contar con fuero constitucional y evitarse así las sorpresas de los “operativos” yanquis. ¿Vale la pena, señor López Obrador, ensuciarse la conciencia y las manos por alguien de tan nefastos antecedentes, sentenciado ya por la historia como defraudador electoral, asesino de líderes de opinión y perverso hasta los más íntimo de su ser?

Por las Alcobas

Cuando salía el general Plutarco Elías Calles de la Cámara de Diputados, tras rendir su último informe a pocos días del asesinato de Álvaro Obregón, presidente electo, una sola voz, la del diputado Aurelio Manrique, quien a todo pulmón encaró al mandatario:

--¡Farsante, farsante! ¡Es usted un mentiroso!

Hoy podríamos gritar otro tanto no sólo a peña nieto y su falso optimismo sino al torpe, despistado e insensible Luis Videgaray Caso, secretario de Relaciones Exteriores, quien se atreve a decir que ha mejorado la situación de los derechos humanos en México. Le grito yo, aunque no sea diputado gracias a Dios:

--¡Mentiroso! Mil veces farsante.

Vamos a ver si me dejan sobrevivir.

loretdemola.rafael@yahoo.com