*No sirve el gobierno

*Peña está en la nube

Está claro que el gobierno no le ha servido a la sociedad, en su conjunto, sino sólo a sus grandes socios, precisamente aquellos que suelen acrecentar sus fortunas en tiempos de crisis severas, sean naturales o financieras. Todavía no pasa el riesgo en cuanto a los posibles meteoros de fin de temporada que siempre enlutan a cientos de familias, como ya ocurrió en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Tabasco, destruyendo la endeble infraestructura armada por un gobierno siempre deseoso de mojarse los pies en las rías desbordadas o en los caseríos devastados por los sismos para simular su hipocresía molecular sobre la “justicia social”.

Ahora mismo se frotan las manos con la tendencia especulatoria imparable gracias a la cual multiplican fortunas, siempre con información ilegal proporcionada por sus cómplices de la Secretaría de Hacienda, y aumentan sus haberes para luego devolver los favores a los miserables expresidentes, quienes les permitieron todo. El caso más patético es el del célebre “doctor zeta”, Ernesto Zedillo, convertido en consejero con enorme caudal en cada una de las trasnacionales beneficiadas durante su sexenio. Ha sido, sin duda, con excepción de Peña, el mayor vendedor de cuanto formaba parte del patrimonio nacional y fue él quien ideó, además, la grotesca reforma energética con la visión puesta en la privatización mientras los corderitos camarales aprobaban sin chistar por obra de las diligencias de Manlio Fabio Beltrones Rivera, luego “catapultado” al sitio más devaluado entre los mexicanos: la presidencia del PRI donde duró hasta las derrotas de 2017; su fracaso en esta posición no admite réplica alguna.

Sólo los busca-chambas y los paracaidistas que irrumpen sobre las nóminas piensan lo contrario y aprovechan la dualidad competitiva de los presidentes, el saliente y el entrante, tratando de granjearse pleitesías manteniendo intacta la brutal maldición que significa para ellos vivir fuera del presupuesto como el mayor error concebible.

Quizá por ello cuantos ganamos la subsistencia por nuestra cuenta somos quienes percibimos las tremendas desigualdades que se acentúan con la pérdida del poder adquisitivo y la consiguiente devaluación del infeliz peso que ya va en camino de perder otros tres ceros, como en los tiempos del infeliz salinato luego de la ambigüedad que duró tres años, desde 1993 a 1996, ya bajo el régimen del simulador Zedillo.

El hecho es que, en esta hora y este septiembre, antes y después de los festejos patrios en los que la maquinaria oficial con maridaje con los medios masivos –si bien la transmisión de los ceremoniales se acredita a los tiempos gubernamentales correspondientes, esto es sin recurrir a las facturaciones-, no ha sido posible marginar, ignorar o desdeñar la crispación creciente entre los mexicanos.

Se salvan porque millones aún sueñan con la esperanza prometida.

Por las Alcobas

Quizás, en su fuero interno, el mexiquense Peña no entienda el porqué del rechazo popular y lo atribuya al mal manejo de los informadores, de quienes están a su servicio se entiende, o incluso a los intentos de chantaje de los grupos financieros más poderosos que ya no tienen necesidad de arrodillarse ante la figura presidencial; y acaso, por ello, no percibe el bamboleante paso de su gestión –literalmente-, a través de múltiples episodios que se han caricaturizado, pero son más bien dramáticos en extremo, dentro y fuera de las redes sociales que son, por el momento, las que encabezan el desarrollo informativo: sólo Facebook cuenta, en México, con setenta –algunos aseguran que son ochenta- millones de internautas, una cifra inalcanzable hasta para los encuentros futboleros de mayor “rating”. Y esto comienza a ser una bomba en manos de una ciudadanía ávida de cambios.

Si para las instituciones de gobierno sólo han existido el remedio magullado de los “hackers” para intentar detener al tsunami de la opinión pública, igualmente en el caso de algunos colegas y el mío propio, responder a cada denuncia, elaborada desde cualquier punto de la geografía nacional, es materialmente imposible. Yo entiendo y me duelo de la frustración de cuantos no encuentran respuestas oportunas sobre sus casos particulares, acaso porque no se ponen a pensar en el cúmulo de quejas que forman una pirámide destinada a hacer vibrar –y hasta colapsar- al putrefacto gobierno actual y al sistema que lo sostiene. En lo personal, pido disculpas por ello pero, insisto, cada voz que se suma es una esperanza engendrada en la conciencia nacional.

loretdemola.rafael@yahoo.com