*De arreglos sucios

*Masonería responde

¿Con los gobiernos del PAN habrían retornado los Salinas a la primera esfera y devuelto sus bienes a Raúl como si nada hubiese pasado? La pregunta conlleva, por desgracia, la seguridad de una marcha hacia atrás... ¡pese a las desastrosas cuentas, sociales y políticas, de la derecha en el poder! Pero, claro, pareciera estarse refrendando la duda de cuantos se resistían a sufragar por el PRI –no pocos, ni pocas, lo hicieron en 2012 más por la galanura del candidato y su aparente buena salud, un engaño memorable, que por conocimiento real de su currículo-, surgen con fuerza inapelable en una ya inútil reconciliación con Acción Nacional. Ojalá hubiese escrito parlamento para subrayar que en éste radica la representación de la soberanía nacional; la de verdad, claro.

No es adecuado expresar lo anterior; sobre todo porque, sin duda, el gobierno peñista exhibió ser un gran continuador del deplorable calderonismo, condenado por la historia desde la consumación del escandaloso fraude de 2006 y hundido, después, por su temor al entregar sus fueros a la cúpula –no cópula, por favor- castrense. Pues lo mismo con Peña Nieto: no supo cómo actuar ante las andanadas de violencia generadas por el narcotráfico, no sólo en Michoacán ni en el norte de México, y la pobre respuesta de las fuerzas públicas, sin siquiera poder hacer efectivo el organigrama propuesto para la creación de la Gendarmería Nacional, totalmente inútil y antecesora de la Guardia Nacional que hoy recorre las calles de la capital, porque en el Congreso prefieren debatir agarrándose de temas triviales. ¡Y ya nos acercamos al parto de los nacidos a tiempo y con buena energía! Con diferencia: Peña estaba enfermo y el presidente en curso refleja algunos síntomas preocupantes.

Desde luego, hay bastante más. ¿Por qué el gobierno de Peña se empeñó en ensuciarse incluso ahora sin recato alguno? Comenzó por rehabilitar a Raúl Salinas, devolviéndole su rancho El Encanto y otras treinta y seis propiedades –el mero número de ellas comprueba su apego a la corrupción más abominable-, en medio de las turbulencias y la exaltación de cuanto la nación, digamos la opinión pública, demanda; y terminó liberando a Elba Esther como un “regalo” para su sucesor en el día en que recibió su constancia como mandatario electo.

Esto es: el fin de los intocables, ya prometido, con las consiguientes indagatorias sobre fortunas mal habidas y transacciones con dinero público, ilegales y tortuosas. Digo, para comenzar la redada contra los expresidentes Salinas, Zedillo, Fox –el hablantín marihuanero- y, desde luego, el abominable Calderón a quien ahora se “premia” en la España de los zánganos Borbones, claro, tan beneficiada por él, y Haití con el engaño de una ayuda que sirvió, en primera instancia, para atender a los mexicanos desplazados allí por órdenes de sus consorcios comprometidos en aquel territorio; y no se diga el miserable Peña, rey de los “bailongos” ahora de moda. Los “mecenas”, claro, poco expusieron mientras a los reporteros casi los matan en emboscadas febriles.

Por las alcobas

Hace unos meses, como expresé ayer, don Manuel Jiménez Guzmán, una de las mentes más lúcidas de la actualidad, ahora ex Soberano Gran Comendador del rito Escocés para México –en donde ya hay registro de un millón de masones, cuando menos-, me confió que quienes traicionan a su patria, sojuzgan la soberanía de un país y alimentan la guerra y los magnicidios, como lo hizo Maximiliano, se sitúa, de hecho, fuera de la masonería cuyos ideales de fraternidad se ven comprometidos con quienes se desvían. Como el enajenado barbado de Miramar, Salinas y Zedillo, pertenecientes a esta fraternidad de carácter universal, deben observarse fuera de cualquier Logia y sólo sometidos a la justicia llana y clara. Lo demás es bordar en falsas expectativas justificatorias sin el menor peso posible.

En esta línea, Fox y Calderón, quienes conforman el bando opuesto –lo mismo que los traidores conservadores que opusieron, contra Juárez, a un emperador espurio con sangre de los austriacos Habsburgo-, debiera esperarles un destino similar al del Cerro de las Campanas; o, cuando menos, la cárcel o el manicomio, sobre todo para el primero a quien el Prozac cotidiano ya no le es suficiente. Como ya el cerro queretano está cubierto por la historia, con una capillita que pretenciosamente clama por el martirio del enajenado y los traidores quienes le acompañaron –Miguel Miramón y Tomás Mejías-, debiera pensarse sólo en las armas de fusilamiento de la justicia. Pero, al parecer, Peña Nieto está obligado a respetar ciertos pactos soterrados con los que pudo escalar la Presidencia “como haiga sido”.

loretdemola.rafael@yahoo.com